LA POLÍTICA SEGUN VIRGILIO

TAREA PUBLICA

Por: Carlos OROZCO GALEANA

Fíjense ustedes que en días pasados, en una charla informal, un grupo de analistas ocupados por  el acontecer social interactuamos con Virgilio Mendoza, ex alcalde dos veces por Manzanillo, exdiputado federal y hoy regidor del ayuntamiento porteño. Es también secretario general del Partido Verde en Colima. 

Confió en conquistar el voto popular en el 2021 para ser gobernador porque “quiere hacer abundante el desarrollo de Colima”, para lo cual ha de convencer primero a los manzanillenses de que él puede ser la opción que ellos necesitan en el poder estatal para que el puerto progrese sobre bases más firmes.

Virgilio ha sido un buen presidente municipal dos veces debido a su sensibilidad como persona y a la eficacia en sus actos. De diálogo fácil, empata rápido con la gente y no duda en comunicarse sin rodeos con todas las fuerzas políticas. Esta es una gran cualidad suya. Su política social como alcalde ha sido positiva y no ha habido barrio o colonia que no hubiere recibido su respaldo en obras. Con tener estos antecedentes positivos en su actuación, lo cubrió la ola de Amlo la pasada elección. Pero está de vuelta.

Sabe que tiene que hacer un esfuerzo muy grande, pero no más que otros políticos que siendo de la capital desean contar con la voluntad de los manzanillenses. Es sabido que a los porteños les cuesta mucho trabajo aceptar a los capitalinos a los que ven como a los conejos, chiquititos y orejones. En cambio, los que vivimos en la capital sí los aceptamos de buen modo, de hecho no les hemos puesto trabas a ninguno a través de los años. A dos de ellos, muy destacados, todavía los tenemos por acá y no nos quejamos por lo que hacen o dejan de hacer.

Virgilio intentará el año próximo acercarse a los colimenses del distrito uno como estrategia política. Por el argumento que referí, tiene posibilidades de trascender en el ánimo ciudadano si su oferta convence. A favor suyo cuenta  los resultados de su trabajo como alcalde y diputado federal, su capacidad de escuchar a la gente, su apertura para llamarle a las cosas por su nombre y algo muy importante: está en su etapa de madurez plena.

Para Virgilio los violentos no deberían tener un lugar en la política, los que se calientan a las primeras de cambio y exhiben sus debilidades expresando sus odios y descalificaciones a sus contrarios. Ni los que presumen sus relaciones en los medios con los políticos más poderosos y se mofan de sus opuestos, agrego yo. La política, que se hace cada vez más mirando las encuestas de opinión, se ha perturbado porque se usa pensando en retener el poder, pendiente de contentar electores y de hacer aceptables las decisiones adoptadas. Esa no es una política de altura, evidentemente, sino una visión de corto alcance obsesionada por el actual estado de cosas.

Virgilio apunta que no es de esos. El entiende que la política, compendio de la vida buena, humana, “la enturbian los ambiciosos y resentidos” porque la política “no es medir fuerzas, polarizar y salirse con la suya”, sino construir entendimientos; la política debe ser, además de servicial, paciente y sincera”.

En estas dos opiniones se aclara la personalidad exacta de Virgilio. El compromiso de todo político debe ser luchar por una sociedad estructurada en lo moral y de conciencia crítica y transparente, “que no se entregue ésta a las delicias de la vida privada abandonando la preocupación por las cosas públicas y comunes”. Trabajar por una conciencia cabal, con sensibilidad moral. (Recuperar la Justicia, José María Mardones).

Eso es lo que debe privar en el interés de quienes aspiran a gobernar. Si los que participan en política se olvidan de servir, es porque se corrompieron ya. Es porque prefirieron la “gloria de los presídiums”, la foto, el dinero, los bienes que antes fueron de otros, al servicio digno. Esos no duran mucho. Sorprenderán una vez a todos, pero jamás a todos todas las veces.

A esos les digo que México cambió. Que Colima ya cambió. Que exigimos ya gobernantes de buen hacer político, que sean muy trabajadores, respetuosos de la ley y de las personas, que se bajen de su torre de marfil, que salgan de la encerrona de sus despachos, que estén presentes siempre entre los suyos y los escuchen, que sean solidarios, sensibles y de convicciones profundas, capaces de hacer todo lo que esté a su alcance para que Colima amplíe sus horizontes y progrese ordenada y constantemente. Sépanlo de una vez los aspirantes a gobernador (a). Si creen que no podrán gobernar con esas bases mínimas, mejor ni se metan porque harán el ridículo. Ya no queremos ridículos.

Virgilio es un jugador más de entre los muchos que hay, es cierto. Pero tiene cartas valiosas que usará como buen jugador de la política que es. Los colimenses tendrán la última palabra. Por lo pronto, ya avisó que viene para la capital, lo escucharemos. . .