La historia de Jane: los mejores amigos a veces tienen cuatro patas

Colima.- La de Lorena y Jane es una amistad de lazos fuertes y cariño mutuo, la diferencia fundamental entre el sentimiento que las une y el que une generalmente a las personas, es que Lorena es humana y Jane tiene cuatro patas.

lorena_y_jane_04Cuando Lorena Amaya Meillón se enteró que Jane vivía en la calle ya tenía varios perros, algunos de ellos en espera de ser adoptados, por lo que no quería tener uno más, sin embargo algo la conmovió y se decidió a buscarla.

“Finalmente me decidí y fui a buscarla. Cuando la vi que venía en la esquina, supe que era ella, me acerqué, le pasé la correa por el cuello, la llevé hacia mi carro, se subió al asiento del copiloto y se durmió, como si nos hubiéramos conocido de siempre”.

Lo que encontró no fue nada alentador, Jane tuvo que estar un mes internada en la veterinaria porque el tiempo que pasó en la calle le cobró factura con enfermedades: desnutrición, problemas severos de piel, de vías respiratorias, TVT, y un mal cardiaco que requiere medicación de por vida.

 

Pero sí en ese momento el presente de la perra era complicado, su pasado lo fue mucho más: abusada para prácticas de producción de cachorros, desarrolló una gran agresividad hacia las personas y hacia otros perros.

“Por la condición en las que estaba su cuerpo y su comportamiento, su problema de agresividad que tiene, principalmente hacia los perros, pensamos que era usada como pie de cría, es decir, cada vez que entraba en celo, le llevaban perro para vender a los bebés”.

Posiblemente, cuando ya no les fue de utilidad la botaron a la calle, con su cuerpo dañado, con marcas en el alma, con desconfianza y el ataque como método de defensa, pero encontró en Lorena alguien que le dio esperanza y le brindó su amistad, en su más amplia expresión.

“Desde siempre fue como si nos hubiéramos conocido, pero para mí lo que fue más difícil, la idea no era quedármela, pero lo más difícil fue darme cuenta que tenía muy graves problemas de agresividad hacia los perros y hacia las personas.

“Hubo un punto en el que incluso, por la agresividad y su condición de salud, pensé en dormirla, pero mi esposo me dijo que no la durmiera, que nunca me lo iba a perdonar… y tuvo razón”, narra Amaya Meillón.

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Y es que Lorena, como orgullosa madre-amiga, asegura que cuando Jane toma confianza con las personas, es el mejor perro del mundo: “de hecho yo digo que de mis perros, que tengo otros seis es la más educada, es súper obediente”.

De hecho la perra se queda a dormir y cuidar una tienda de mascotas que tiene su dueña y jamás ha tomado alguna de las cosas que se venden, «nunca se hace pipi ni popo en ese lugar, y además obedece varias órdenes».

“Ella se deja hacer todo, de hecho ya tiene sus poses, si me ve que estoy con el celular tomándole foto a algo, ella va y se pone, se ha convertido en la imagen del negocio y de las personas que rescatan, de que es un esfuerzo que vale la pena”.

Lorena habla conmovida y actúa con amor. Desde lejos (por no alterar a Jane) las miramos jugando, como ella la abraza y la mima, está de más decir que es una perra muy consentida y también muy cariñosa.

Esta historia evidencia que los amigos a veces tienen cuatro patas, Lorena lo cree y así lo expresa: “Las dos hemos hecho lo que hemos podido  con lo que se nos ha presentado y somos como las mejores amigas”.

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