¿Y tú si los usas?

Colima.- Los que son muy ‘buzos’ a diario los utilizan, hay quienes los dicen y ni cuenta se dan, los albures son parte de nuestra cultura y hoy primero de marzo se considera es el día para celebrarlos.

Podríamos pensar que el albur, al tener una identidad y características tan nuestras, dio inicio en este continente. No obstante y a pesar de no contar con pruebas fehacientes de ello, se sugiere en varios lugares que su origen se remonte a textos de la picaresca española.

Otros más aventurados, afirman que surge de los relatos orales populares en la Europa medieval. Estos relatos, en su mayoría realtivos al deseo sexual, a la crítica religiosa o política, llegaron a los oídos de escritores que, con el tiempo, se convirtieron en clásicos.

Tal es el caso de Bocaccio, quien en el año de 1352 da a conocer su Decamerón, que no es otra cosa que un compendio de relatos italianos con un alto contenido sexual.

Por lo que se refiere a nuestro continente, fue en la Nueva España donde se comenzó a utilizar un lenguaje con doble sentido.

Los indígenas que trabajaban en las viejas haciendas tenían estrictamente prohibido hablar de «su» religión, de rebelarse o de reírse frente a sus patrones. Así pues , se vieron obligados a mezclar e idear un nuevo «idioma» con el cual hacer y comunicar todo lo que desearan sin ser castigados.

Sería sumamente aventurado tratar de descubrir el por qué y, sobre todo, cuándo este lenguaje tomó un sentido enteramente sexual, dando así paso al albur.

No obstante, al entender el sometimiento, maltrato y vejaciones de que eran objeto nuestros antepasados, no es difícil imaginar que esta forma de comunicación comenzara como un juego y se convirtiera pronto en una forma de vengarse o desquitarse de los españoles.

El albur fue creado para no entenderse y así pasar desapercibido ante las incautas víctimas de la agresión, como lo expresa muy claramente el Premio Nobel de Literatura Octavio Paz:

En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestras emociones y reacciones… Palabras que no dicen nada y dicen todo… Esa palabra es nuestro (como mexicanos) santo y seña… Por ella nos reconocemos entre extraños… Conocerla, usarla, arrojándola al aire como un juguete vistoso o haciéndola vibrar como una arma afilada, es una manera de afirmar nuestra mexicaneidad.

La chingada es, ante todo, la madre, una madre mítica… Es una representación mexicana de la maternidad… El hijo de la chingada es el engendro de la violación, del rapto, de la burla… El poder mágico de la chingada se intensifica por su carácter prohibido.

Nadie la dice en público. Solamente un exceso de cólera, una emoción o el entusiasmo delirante justifican su expresión… Es una palabra que se oye entre hombres o en grandes fiestas… Al gritarla rompemos un velo de pudor, de silencio, de hipocresía.

Nos manifestamos tal y como en verdad somos… Para el mexicano, la vida es la posibilidad de chingar o de ser chingado… Cuando decimos «vete a la chingada», enviamos a nuestro interlocutor a un espacio lejano, vago e indeterminado, país gris que no está en ninguna parte.

Tomado de http://blog.albur.mobi/2008/08/un-poco-de-historia.html

{jathumbnail off}

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí