¡10 claves para adelgazar sin ponerse a dieta!

¿Un régimen sin necesidad de seguir un régimen? ¡Es posible!, No hay necesidad de privarse ni de seguir al pie de la letra los principios de una dieta frustrante. Puedes llegar a perder peso adoptando algunas costumbres del día a día. Te presentamos 10 trucos infalibles… ¡sin necesidad de hacer un régimen!

 

 

Comer en el momento adecuado

Respetar el reloj biológico es muy importante para conseguir el bienestar general. Esto significa que hay que elegir los horarios adecuados para las comidas, en función de tu actividad diaria. Esto también lo llaman crononutrición.

Ya verás, es muy fácil. Todo depende de la hora a la que te levantas por la mañana:

-una hora después de levantarte: tómate un desayuno más bien abundante

-entre 4 y 6 horas más tarde: un almuerzo más bien denso (con proteínas).

-al menos 5 horas después del almuerzo: puedes merendar algo dulce (como una pieza de fruta).

-al final de tu día – y sólo si tienes hambre – : cena algo ligero.

Evidentemente, este esquema puede ser modificado: por ejemplo, en el caso de haber salido por la noche y por consiguiente, haber tenido un despertar muy tardío: puedes hacer un buen brunch entre las 12h y 15h, y después una cena ligera.

Tomarse el tiempo suficiente

Aunque seas la persona más activa del mundo, esto es una orden: ¡tómate el tiempo para comer! Ya que una comida engullida muy rápida no sacia lo suficiente.

El estómago transmite la sensación de saciedad al cabo de 20 minutos. Así, que instálate cómodamente, e intenta dejar tu tenedor en el plato mientras masticas despacio…

Así que ya sabes, mastica lentamente, saborea la comida, y verás cómo tu digestión se vuelve más llevadera y tus raciones disminuirán.

El tentempié inteligente

«¡Tengo un agujero en el estómago!» ¿Cuántas veces te dices estas palabras entre comida y comida?

¡El picoteo es el enemigo número 1 de una silueta delgada! A menudo, si tus comidas son muy ligeras e «integrales», lógicamente te entrarán ganas de azúcar, pero esta necesidad es más una necesidad psicológica, que una necesidad alimenticia.

Si realmente no puedes aguantar y estás a punto de engullir a tu compañera de trabajo, prepárate un té o una infusión, que detendrá tu sensación de hambre.

Tampoco hace falta que te saltes tu «merienda»: una pieza de fruta, por ejemplo, o un yogur, calmarán tus papilas gustativas.

Sustituir un alimento por otro

Para evitar coger peso, primero habrá que localizar los alimentos más calóricos… ¡y no siempre son los que creemos!

Por ejemplo, desde un punto de vista calórico y dietético, opta por el pollo antes que por la carne de vaca, por una pizza antes que un plato de pasta a la carbonara con bacon, una barra de pan integral, antes que una barra de pan blanco…

Y no olvides que ningún alimento es tu «enemigo», ¡todo es cuestión de cantidad! Incluso la charcutería o embutidos podrán encontrar su lugar en la mesa, a condición de no comerlos más de dos veces por semana y de acompañarlos de verduras y hortalizas, ¡y no de patatas fritas!

Darse un gusto

La alimentación tiene que ser un placer, un momento de distensión y de intercambio, entre amigos o familiares.

Estresarse por la galleta engullida no sirve de nada (ya es tarde, la galleta ya está haciendo el recorrido por tu organismo) y lo único que conseguirás es amargarte durante el resto del día.

Si haces amplios intervalos entre comida y comida, piensa que al día siguiente te recuperarás disminuyendo las aportaciones calóricas u optando por una sesión intensiva de deporte. No hace falta que lo veas como un «castigo» , sino más bien como una forma de equilibrio y de higiene de vida.

Inclinarse por la comida casera

Y hay dos razones. Primero porque cocinar para una misma te permite controlar realmente lo que comes y de dosificar según tus necesidades.

Pero también porque te permite «reconciliarte» con la comida ¡y dejar de verla como una fuente de kilos de más!

Equípate de las herramientas de cocina (cacerolas al vapor, batidora, una plancha eléctrica…), y atrévete a comprar ingredientes que no acostumbras a utilizar (hierbas aromáticas, batatas, marisco…).

Tu comida casera (ligera en materias grasas) será mil veces mejor para mantener tu línea que los platos preparados, ricos en azúcar y sal.

Apuesta por las plantas

¡La madre naturaleza está en todo!

Desde la antigüedad, se han utilizado algunas plantas por sus diversos beneficios médicos. Pero ¿sabías que también pueden actuar contra los kilos de más? Evidentemente no todas. Pero algunas son plantas adelgazantes:

– La naranja amarga permite acelerar el efecto de saciedad, y de «estimular» la digestión.

– El fucus, un alga que destaca por ser una planta depurativa, que disminuye la sensación de apetito y produce saciedad, por lo que comerás menos y, además, es ideal para eliminar líquidos y grasas, ya que tiene acción diurética y desintoxicante.

– Las hojas de ginkgo biloba tienen múltiples beneficios, y en particular se utilizan por su capacidad antioxidante y vasoreguladora, excelentes aliados para combatir la celulitis.

– Las semillas de hinojo se utilizan por su acción beneficiosa contra los problemas de digestión, los dolores de estómago, los gases…

Podrás encontrar todas estas plantas frescas o en píldoras (disponibles en las farmacias o en algún herbolario), siempre y cuando respetes las cantidades indicadas.

Dormir apaciblemente

Un estudio científico americano puso en evidencia la relación entre la falta de sueño y el peso, o de manera más precisa, el índice de masa corporal (IMC). Parece que cuanto menos dormimos, más aumenta nuestro IMC.

Esto se explica por una fuerte producción de grelina, la hormona del apetito, cuando carecemos de sueño. Otra explicación podría ser que el organismo debe extraer durante la noche la energía que necesita para mantener su temperatura en las reservas de grasa.

Atención ¡esto no quiere decir que haya que pasarse el día entero durmiendo! Hay que levantarse para ir a practicar deporte…

El estrés, la irritación, el miedo, la ansiedad… todas las emciones son susceptibles a la hora de «empujarnos a comer». Después de una pelea, un desengaño amoroso, o una película de miedo, ¿no te entran unas ganas locas de abrir la nevera?

Este comportamiento es normal, impulsivo, ya que viene de un deseo de compensación natural, tras una gran emoción, y que sólo la comida te satisfará.

Para algunas personas, el mismo miedo a engordar, generará un estrés…¡que les llevará a comer! Un círculo vicioso que hay que tener en cuenta para poder evitarlo.

Así que aprende a controlar tus emociones, y sobre todo: ¡no te sientas culpable por el mínimo gramo de más en tu balanza!

Aprender a moverse

Claro…esta última etapa era de esperar…Pero hay que empezar a acostumbrarse a la idea de que es imposible perder peso sin pasar por la casilla «deporte».

Si tanto oimos hablar de los 30 minutos diarios de actividad física, ¡es por algún motivo! Ya que para estilizar la silueta sin seguir un régimen drástico, el deporte es una buena solución.

Elegimos aquel que determina mejor la parte del cuerpo que hay que estilizar:

– piernas esbeltas: la bici

– glúteos firmes: el aquagym

– abdomnales: el fitness

– espaldas cuadrados: la natación.

Y para las alérgicas al deporte, encontrad otros medios para transpirar un poco: marcha, shopping, volteretas.

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