Hace 10 años, Ingrid Betancourt marcó la historia de los rehenes en Colombia

Hace diez años, el secuestro de Ingrid Betancourt colocó sobre la escena internacional el drama de los rehenes en Colombia y marcó un hito en la historia de este país enfrentado a la guerrilla más antigua de América Latina.

El 23 de febrero de 2002, la campaña presidencial de aquella fogosa candidata quedó dramáticamente interrumpida con su secuestro por parte de las comunistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuando se movilizaba en la región de Florencia (600 km al sur de Bogotá).

La guerrilla, que sufría una importante ofensiva militar tras el fracaso de una negociación de paz al cabo de casi tres años, tenía entonces un millar de rehenes. Pero fue la suerte de esta ex senadora, conocida por su lucha contra la corrupción, la que desató una conmoción mundial sin precedentes.

«Nunca un secuestro en el país había tenido tal repercusión internacional», subrayó Camilo González, presidente del Instituto para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), especializado en el conflicto colombiano. «Hubo una movilización increíble y la participación de varios mandatarios, lo que no ocurrió con los secuestros masivos en los años 80», recordó este ex ministro de Salud.

Pocos meses después del plagio de Betancourt, ex esposa de un diplomático francés del cual obtuvo la nacionalidad, la Unión Europea incluyó a las FARC en su lista de organizaciones terroristas. Al año siguiente, Francia envió en vano un avión para rescatarla en el Amazonas, acción que intentó de nuevo sin éxito en 2008.

Incluso la guerrilla se entusiasmó con ese impacto no calculado. «De Ingrid Betancourt no se sabía que tenía nacionalidad francesa, se vino a saber que tenía nacionalidad francesa ahora, después de estar retenida», aseguró en 2004 el excomandante guerrillero Raúl Reyes en un mensaje público.

«Lo que pasa es que después de su captura, pues salen movilizaciones importantes (…) nos parecen muy buenas, porque eso puede contribuir a un acuerdo», añadía entonces Reyes, que promovía un canje de guerrilleros presos por rehenes de las FARC.

Olga Gómez, directora de la fundación País Libre, que apoya a las familias de los cautivos, sostiene que el secuestro de Betancourt marcó «un giro en la estrategia de las FARC, que empezaron a secuestrar más personas políticas».

Hasta entonces, la guerrilla realizaba sobre todo secuestros extorsivos de civiles que quedaban en libertad pocos días despúes tras el pago de un rescate. «Al inicio (la movilización internacional) le hizo bombo a las FARC, pero después fue todo lo contrario», dijo Olga Gómez.

En el mismo tono, el politólogo Rubén Sánchez David afirma que «Betancourt les quitó a las FARC esa imagen romántica de la guerilla campesina que defendía a los pobres». La simpatía que producía en algunos círculos europeos esa guerrilla colombiana fundada en 1964 se borró con las durísimas condiciones del cautiverio de Ingrid Betancourt, mostradas en imágenes en sus mensajes de prueba de vida.

«Betancourt fue el disolvente de la credibilidad de las FARC», destacó de su lado Camilo González, para quien incluso «tuvo peso en la historia colombiana porque permitió justificar la política de firmeza» frente a las guerrillas, que siguió justo después.

Alvaro Uribe, hijo de un hacendado asesinado por las FARC, asumió la presidencia en agosto de 2002, y desarrolló una política de combate frontal a las guerrillas que le asestó duros golpes, como la muerte en un bombardeo del propio Raúl Reyes, el 1 de marzo de 2008, poco antes del rescate de Betancourt ocurrido el 2 de julio de ese año.

A lo largo de diez años, las FARC fueron reducidas a la mitad, pese a que todavía cuentan con unos nueve mil guerrilleros y mantienen cautivos en medio de la selva a once policías y militares. «Cada secuestrado es un drama», aseveró Consuelo González, senadora plagiada un año antes que Betancourt y la primera rehén liberada en enero de 2008, «pero lo de Ingrid despertó al mundo con un rechazo a la violencia», agregó.

Con información de AFP

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