El estrés ¿Amigo o enemigo?

El estrés ¿Amigo o enemigo?
Por: César Augusto García Avitia

El estrés ha sido un tema de moda en los medios de comunicación y la opinión pública en las últimas décadas, aunque generalmente es parcialmente comprendido. Hay quien cree que el estrés solo está presente en algunas personas, pero todas y todos lo hemos experimentado en muchas ocasiones. Debido a su daño potencial a la salud física y mental, así como sus repercusiones sociales, es muy relevante intentar comprenderlo.

El estrés es una respuesta fisiológica y psicológica del organismo de un individuo que surge frente a situaciones que son percibidas como desafiantes, amenazantes o demandantes. Tales situaciones pueden ser eventos o estímulos tanto internos como externos al individuo que provocan una serie de cambios en el cuerpo y la mente como una forma de prepararse para enfrentarla o resolverla. Un ejemplo de un evento interno podría ser que recuerdes que mañana es el límite para entregar un importante trabajo que aún no concluyes. Por su parte, un ejemplo de evento externo podría ser cuando te das cuenta de que un vehículo viene a alta velocidad hacia ti mientras cruzas la calle.

El estrés activa una respuesta de «lucha o huida» en el cuerpo, que implica la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas aumentan la frecuencia cardíaca, dilatan las pupilas, incrementan la presión arterial y redistribuyen el flujo sanguíneo hacia los músculos y el cerebro, lo que permite reaccionar rápidamente ante una amenaza potencial. En términos generales, el estrés puede ser beneficioso en ciertas situaciones, ya que tiene funciones adaptativas y protectoras.

Entre algunos de los beneficios potenciales del estrés, encontramos que puede aumentar temporalmente el estado de alerta y la concentración, lo que puede mejorar el rendimiento en tareas que requieren atención y respuesta rápida. Por otro lado, al activar el sistema de lucha o huida, el estrés es esencial en situaciones de emergencia, ya que permite reaccionar rápidamente ante peligros inmediatos. También se sabe que, en ciertas circunstancias, el estrés puede actuar como un motivador para abordar desafíos y metas y nos impulsa a superar obstáculos y lograr objetivos. En general, el estrés puede ayudar a las personas a adaptarse a nuevas situaciones o cambios en su entorno, al permitir una respuesta que favorece la adaptabilidad.

Sin embargo, es importante señalar que si el estrés se vuelve crónico o excesivo puede tener efectos negativos en la salud física y mental. El estrés crónico es como una carga constante de preocupación y tensión que no desaparece fácilmente. Se puede pensar en ello como si se estuviera sosteniendo una mochila pesada todos los días, lo que eventualmente puede agotarnos y causarnos problemas de salud si no encontramos formas de aliviar esa carga. Este tipo de estrés se ha relacionado con problemas de salud como enfermedades cardiovasculares, trastornos del sueño, trastornos digestivos, ansiedad, depresión y agotamiento.

Por lo tanto, aunque el estrés tiene beneficios en ciertas circunstancias, es fundamental aprender a manejarlo de manera efectiva y a buscar el equilibrio entre los momentos en que requerimos activarnos para afrontar las demandas y exigencias del entorno y los períodos de descanso y recuperación. La clave para hacer del estrés nuestro amigo y no nuestro enemigo, es aprender a manejarlo de manera efectiva para aprovechar sus aspectos positivos mientras se mitigan sus efectos negativos, para lo cual un psicólogo o psicóloga especialista te puede ayudar.

 

Doctor en Psicología César Augusto García Avitia
Profesor e investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima
Contacto: garciaavitia@ucol.mx