¿Discutir o violentar? Más allá de “polémicas baratas”

EL ARCÓN DE HIPATIA
Por: Sarí AGUILAR ARRIOZOLA 

¿Se puede criticar a una mujer sin ser tildado de misoginia? ¿Se puede tener un enfrentamiento con una mujer sin agredirla de forma machista? Ambas son dos preguntas que saltan a la vista después de la discusión entre Marion Reimers y Omar Zerón, ambos comentaristas deportivos, durante su participación en un programa de la cadena TNT Sports.

En un principio, Reimers se envolvió en un intercambio de palabras con Omar Zerón por la tercera anotación del Manchester City contra el Sevilla. La narradora se enojó cuando su compañero le respondió que no hiciera “polémica barata” por ironizar con darle el premio Puskás a un futbolista.

El incidente no paró ahí, pues Reimers contestó de forma personal a su compañero y aseguró que era una falta de respeto en contra suya y del propio programa. “¿Qué me estás diciendo? No me faltes al respeto. Si no te gusta no vengas. Querías beca desde el inicio del programa ¿no? ¿por qué no te vas? No me faltes al respeto”, respondió Reimers.

A partir de ahí se dio una polémica en redes donde muchos usuarios lanzaron insultos a Reimers, e incluso un creador de contenido señaló que “Reimers despierta mis instintos más misóginos”.

No obstante, hay que separar ambos episodios. El caso de las agresiones sufridas por la comentarista en redes y el que se festeje que otros acepten y externen sus pulsiones misóginas da mucho para reflexionar como sociedad.

Una mujer puede ser cuestionada como sus pares en cualquier situación. El género no nos exime del escrutinio público ni de tener el nivel de respeto por los otros. El usar la bandera del género en una discusión o diferencia donde se interactúa en un ambiente de igualdad le resta a la lucha, pues la bandera feminista se torna en un escudo que se desgasta para aquellas que sí enfrentan violencias.

Solo se considera violencia de género aquella que se ejerce contra la mujer por el simple hecho de serlo. La situación de violencia de género más común es la de un hombre que comete una serie de abusos continuados y sistemáticos contra una mujer por considerarla un ser inferior al cual pretende dominar. De acuerdo con ONU Mujeres, “el término se utiliza principalmente para subrayar el hecho de que las diferencias estructurales de poder basadas en el género colocan a las mujeres y niñas en situación de riesgo frente a múltiples formas de violencia”.

En este caso, lo que experimenta Reimers no posee ninguno de estos rasgos. Ella se embarca en una discusión, la cual genera un ambiente violento por igual para ella que para sus compañeros. Es tema de reflexión aparte si la agresividad que suele caracterizar a los programas de comentarios deportivos en televisión son parte o no de un montaje para atraer audiencia. De cualquier forma, no por fingida o simbólica la violencia deja de ser violencia.

Se aproxima el Mundial y lo más seguro es que los espectáculos de la pantalla chica compitan por la audiencia con los de las canchas. Por lo pronto, volviendo al caso de Reimers, como en el de otras personas con presencia mediática que han sido agredidas en redes, por supuesto que se debe dar la batalla para acabar con esa violencia.

Pero, por otro lado, también es necesario pedirle que no demerite la batalla diaria de las que sí enfrentan a diario violencias que van más allá de polémicas deportivas. El feminismo es una agenda, no un pase libre para pelear sin responsabilidad.