COLIMA: TIERRA DE PESARES

TAREA PUBLICA
Por: Carlos OROZCO GALEANA

El martes por la noche Grupo Televisa difundió imágenes sobre el comportamiento de muchos mexicanos que organizan fiestas en cualquier sitio y sin ningún cuidado. Incluso, entre esas imágenes mostradas apareció un grupillo musical alentando a despreciar el coronavirus no sin antes descalificar su peligrosidad e invitar a brindar a los concurrentes. Muchos televidentes seguro que observaron pasmados la conducta errada de esas personas que no alcanzan a discernir sobre los daños de la enfermedad. . . hasta que les toca.

Entre las bajas por padecer el coronavirus, se informó del deceso de un conocido senador morenista y del contagio de otros compañeros suyos, que acudieron a sesionar varias horas a un recinto que no brindaba condiciones de protección. Hasta el momento, no se sabe qué suerte ha corrido los infectados.

En Colima, el virus nos ha arrebatado a personas muy valiosas. Colima se ha convertido en tierra de pésames por su inesperada ausencia. Amigos, conocidos y familiares que han tenido el infortunio de padecer tan ingrata experiencia de perder a seres queridos, no salen de su absorto por los efectos letales del virus.

En efecto, la pérdida de vidas no para aquí, va para largo. Muchos afirman que aquí estamos realmente en semáforo rojo y no naranja, por lo que corresponde a los colimenses extremar precauciones, cuidarse y atender recomendaciones de las autoridades, y a éstas, diseñar estrategias más convenientes y enérgicas. Los fallecidos hasta hoy son 730, pero esta cifra puede elevarse hasta los 900 o mil para diciembre.

En Colima parece que no hay pandemia. Las actividades en los diferentes sectores se antojan normales en general y no se advierte el brazo fuerte de la ley. ¿Hay ley? La apertura de gimnasios, negocios, restaurantes, templos al treinta por ciento, bares y las consabidas fiestas o reuniones familiares, están alimentando las estadísticas de muerte sin que, reitero, se apliquen medidas prohibitivas o correctivas sobre los distintos protocolos.

El gobierno tiene como deber velar por la salud de todos. Es nuestro máximo garante, independientemente de que la carencia de educación y de una cultura de protección ciudadana esté influyendo negativamente y alimentado los contagios.   Hace unos días, personas de Manzanillo alertaron sobre el riesgo que implica la dinámica de cobro en el pasaje urbano y suburbano. Seguro que muchos contagios se contraen en esa interacción.

Y si toco este tema, debo comentar también las tristes experiencias que viven enfermos de covid en hospitales públicos y sus familiares, quienes viven momentos difíciles en su exterior por carecer de información exacta sobre su estado de salud. Pacientes de covid mueren en un plazo que va de los tres a los diez días sin habérseles aplicado una prueba   que ofrezca certidumbre en el diagnóstico y en el tratamiento posterior. Hay, en suma, gran confusión en esos trámites, que solo acaba cuando con la entrega de los restos mortales de los pacientes a sus familiares sin que estos hayan podido despedirse de ellos.

Tenemos que reaccionar, el coronavirus llegó para quedarse largo tiempo. Debe entenderse que la vida ya no será igual aún cuando la gente se vacune. No sé cuántas veces ha mutado el virus desde que apareció, pero su peligrosidad se mantiene inalterable, como también se ignora si habiéndolo contraído la persona es inmune para siempre o por un tiempo corto.

La parte agradable es que el gobierno mexicano no ha perdido el tiempo y ha negociado con varias empresas que elaboran la vacuna para que se aplique gratuitamente entre la población, previo estudio para definir cuáles personas o grupos habrán de ser protegidos primeramente por su condición vulnerable.

A nivel federal, la Cofepris ha establecido criterios de vulnerabilidad para dar certidumbre a la participación de trabajadores del Estado y prevenir riesgos de contagio y muerte en ellos. Y a nivel local Coespris, bajo la dirección del doctor Antonio Ochoa Meillón, quien permanece en sus deberes a pesar de riesgos, sigue vigilando y sancionando en su caso a establecimientos que incumplen sus disposiciones en el cuidado de la higiene en la elaboración de alimentos, y en que permanezcan condiciones apropiadas de los negocios en general.

Pero ojo, amigos lectores: El gobierno está imposibilitado de cuidar o sancionar nuestra conducta ante la pandemia. Emite recomendaciones que han de seguirse, pero cuidar la vida es responsabilidad también muy nuestra.

Si no lo entendemos así, continuarán los pésames por la pérdida de vidas. Comprendamos el riesgo existente si hacemos caso omiso a los cuidados necesarios que tenemos que incorporar a nuestra vida cotidiana. Es mejor esto que lamentarnos luego. . .