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¿Qué explica la caída de Inversión Extranjera Directa en México?

Por: Juan González García*

El año pasado, la Inversión Extranjera Directa (IED) registró una caída de -35.8%, pasando de $35,188 miles de millones de dólares en el 2013 a $22, 568 en el 2014, según la Secretaría de Economía en un reporte sobre la IED en México del año anterior.

Esa drástica caída, se da paradójicamente, cuando, México nuevamente es seleccionado por las grandes corporaciones transnacionales, para decidir en dónde ubicar sus nuevas inversiones en el mundo. Corporaciones transnacionales como Ford, Chevrolet, Nissan, Toyota, KIA Motors, Volkswagen, Huawei, General Electric, Samsung, entre otras, han virado hacia México como destino de sus nuevos planes de inversión productiva.

Aunque las cifras no son malas para los dos primeros años del gobierno federal actual, ya que en conjunto, suman $57, 756 si es de destacar que dicha reducción es una de las más drásticas de los últimos años, comparada solamente con la de la década de los noventa, precisamente después de la crisis de 1994-1995. Ante esta situación, es natural y necesario formular algunas preguntas que nos ayuden a comprender la caída.

Desde nuestro punto de vista, dicha caída puede ser explicada tanto por factores internos como por externos y no sólo estos últimos. Indudablemente, los factores internos, tienen mucho que ver en la caída: la reforma fiscal, generó un efecto contrario, al menos en el corto plazo, a lo que buscaba, que era dar mayor certidumbre a los contribuyentes, particularmente los externos, para incrementar los ingresos públicos y no depender del petróleo; otro es la inseguridad, la cual, aunque ya no es estrategia publicitaria de gobierno, sigue siendo una asignatura pendiente y un gran reto el devolver la tranquilidad a la población.

Una muy importante es el deprimido mercado interno, que sigue sin generar una demanda vigorosa y sostenida, por parte de los consumidores nacionales; derivado de ello, la IED viene principalmente a México, para aprovechar los bajos costos de la mano de obra y tomar al país como una plataforma de exportación hacia los Estados Unidos y, obviamente, cumpliendo la cláusula del contenido nacional a los demás países con los que México tiene firmado un acuerdo de libre comercio.

Finalmente, se encuentra el hecho fugaz del así llamado momento mexicano (MEMO, por sus siglas en inglés) el cual, sólo fue una invención publicitaria que generaron algunos medios de comunicación externos, que pretendían presentar al país como el nuevo foco de atracción de la economía mundial, y por lo tanto, de canalización de recursos, debido a la salud de su economía y a las fortalezas de las variables clave o fundamentales.

Por parte de los factores externos, tenemos que México y la nueva competitividad, estimulada por el bajo costo de la mano de obra, de alrededor de entre $0.6 centavos y hasta $2 dólares la hora, según sea el referente el salario mínimo o el industrial, no termina de convencer a la comunidad económica internacional de que México es una opción real de canalización de los nuevos proyectos productivos. Quizá habría que preguntarse, qué es lo que realmente observan los agentes económicos externos de lo que sucede en México. Al menos por las cifras, hay algo que no los convence plenamente, que les impide redireccionar sus planes de ampliación, expansión, modernización y (o simple mantenimiento estratégico).

Si bien los eventos externos han puesto en jaque a México, en el país debe haber preocupación por la drástica reducción, ya que, contrariamente a lo obtenido en 2014, se esperaba volver más atractivo al país, con la ola reformadora y con la baratura del costo de la mano de obra; además de las ventajas que derivaron de la depreciación del peso frente al dólar de los últimos meses. Está claro que son insuficientes, cuando menos de momento y que nuestro país, deberá pensar en qué acciones y estrategias a implementar para recuperar su otrora lugar privilegiado en América Latina, como destino de las inversiones tanto nuevas como ya realizadas.

Quizá sería necesario que las autoridades mexicanas realicen un análisis de lo que se hace y su impacto en este importante rubro, ya que, en un escenario económico internacional tan competitivo, uno de los mejores indicadores para evaluar el éxito o fracaso de las acciones y medidas emprendidas por los gobiernos, pues son indicadores de este tipo, como la IED, la cual valora qué tan efectivas son las medidas, o en su defecto, qué tan inadecuadas, insuficientes e ineficientes.

*Dirección General de Divulgación Científica de la Universidad de Colima

 

 

 

 

 

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