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Huracán Patricia ¿Antesala de una Nueva Cultura de Prevención?

Juan González García*

Justo acababa de celebrarse, aunque en realidad no había nada que celebrar, el 30 aniversario del Sismo de 1985 que costó miles de vidas de mexicanos, cuando en este 2015, la población y sociedad mexicana se enfrentó a uno de los fenómenos recurrentes, derivados de El Niño y La Niña. En efecto, el Huracán Patricia, se presentó como el mayor en toda la historia del planeta, según palabras del titular de la Comisión Nacional del Agua, Roberto Ramírez de la Parra.

Patricia, huracán de categoría 5 en la escala Saffir-Simpson, generó una expectativa en el mundo que jamás se había visto. Obviamente, lo que estimuló dicha expectativa, fue la foto que diera a conocer días previos la NASA, comparando al Huracán Katrina con Patricia, que mínimo la doblaba en tamaño en la imagen Televisa y de redes sociales. Ante el súbito paso de categoría uno a cuatro y cinco, se generó en la sociedad y gobierno, una gran sinergia como nunca antes vista.

El gobierno, desde el presidente Peña Nieto hasta los gobernadores y presidentes municipales de los estados, que inicialmente recibirían el embate del fenómeno, se coordinaron con las dependencias encargadas de monitorear el fenómeno así como de designar responsables de enlace, para atender las necesidades más urgentes.

Los medios de comunicación, también por primera vez, se coordinaron para brindar todo tipo de información hacia la población en todos los medios posibles: prensa, radio, televisión y redes sociales. Aunque con un poco de alarmismo, se puede decir que los medios de comunicación cumplieron a cuenta cabal con su cometido de informar y brindar todo tipo de tips, protocolos, comunicados, espacios de prioridad para resguardarse en lo personal y patrimonial.

Obviamente, el rol que la sociedad jugó a favor de si misma, fue un factor que hay que destacar: quizá por temor, por precaución, por expectativa o por simple instinto de conservación, esta vez sí atendió las recomendaciones de gobierno y medios de comunicación, teniendo un comportamiento ejemplar. Pues según los diversos reportes de los titulares de las dependencias comisionadas por órdenes presidenciales y protección civil federal y estatales, no se observó gente o persona alguna, sobre las calles de las ciudades de los estados y municipios que inicialmente serían afectados durante las horas críticas del fenómeno. Este hecho es sin duda alguna de destacar.

Las continuas llamadas de alerta, de los gobiernos federal y estatales para que la población acatara las indicaciones que se le daban para salvaguardar su integridad física y la de su familia y patrimonio, tuvieron un eco sin precedentes. Gracias a ello, en lo general, se informo de saldo blanco en vidas humanas y en afectaciones al patrimonio de la población. Obviamente, que hubo daños y los seguirá habiendo, ya que en estos primeros días de esta última semana, se espera tener un inventario de las afectaciones para proceder a su reparación, con recursos del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) siempre y cuando se cumpla con sus protocolos.

De este acontecimiento natural, aunque es muy pronto para hacer una evaluación final, ya que se ha iniciado prácticamente el recuento de los daños materiales, habría que resaltar el hecho de que, luego de treinta años entre el sismo de 1985 y el Huracán Patricia, sin desconocer que ha habido otros fenómenos naturales como los sismos de 1995, 2003 que fueron de magnitud entre 6 y 7 grados en la escala de Richter; o los otros huracanes como Gilberto, Jova, Wilma o Katrina, etc., o algunos eventos esporádicos como fuertes trombas o tornados más los incendios forestales, todos ellos, deben formar parte de una cultura nacional de la prevención y aunque se han dejado escuchar y escribir en algunos medios, sobre todo en redes sociales, que fueron exageradas las alertas y todas las informaciones que pronosticaban lo peor, es mejor estar preparados, así sea para constatar que en efecto, hubo una sobre estimación del impacto y los efectos posteriores, a estar lamentando pérdidas humanas, patrimoniales y de los sectores productivos.

Esperemos que esta lección que ha dejado el Huracán Patricia, sea bien canalizada por las diversas autoridades nacionales, estatales y municipales, y a partir de ahora, se avance en la cultura de la prevención, que conjuntamente con las de mitigación y adapatación al cambio climático, generarían esperanzas en torno a los costos y daños que genera el cambio climático y sus fenómenos paralelos.

El quid del asunto será cómo hacerle para que en verdad surja esta cultura de la prevención, ya que si bien se dejó clara evidencia con este fenómeno de que es posible pensar en ella, lo importante ahora será que no se pierda la experiencia ni se subestimen otros posibles fenómenos naturales que, no por ser menos dañinos o destructivos, cuando menos en teoría, se juzguen poco atractivos para desplegar (por el costo económico que significa) toda la fuerza de la sociedad y el gobierno, para atenuar, disminuir o eliminar las afectaciones que ellos generan. La pregunta final de esta reflexión, es: ¿Podremos canalizar positivamente la experiencia del Huracán Patricia, para hacer realidad la cultura de la prevención ante los fenómenos de la naturaleza?

*Dirección General de Investigación Científica de la Universidad de Colima

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