Catorce errores financieros… que cuestan dinero

Olvido, desidia o falta de planeación e incluso falta de información pueden ser algunas de las causas por las que puedas pagar de más al contratar y usar servicios financieros.

Cada vez más personas reciben su sueldo vía tarjeta electrónica, y pueden realizar transacciones bancarias en el supermercado e incluso en oficinas de correos.

Sin embargo, para que aproveches los beneficios que este proceso trae consigo, es necesario que te informes, aprendas y corrijas los errores que puedas estar cometiendo de manera consciente o involuntaria.

A continuación enlistaremos sólo algunos de los hábitos nocivos que día a día afectan nuestra eficiencia financiera:

1.- Invertir privilegiando el plazo sobre la tasa de rendimiento. Tal vez te guste tener el dinero disponible en todo momento por lo que prefieres «guardarlo» en una cuenta de ahorro o cheques que paga una tasa real negativa (inferior a la inflación), lo que implica que tu dinero puede perder valor en el tiempo (poder adquisitivo o de compra).

Así lo señala la maestra Laura Zúñiga, Coordinadora de la Licenciatura en Finanzas y Contaduría Pública de la Universidad Anáhuac: «Estamos más preocupados por pensar en el plazo que en la tasa y no nos damos cuenta de que a plazos más cortos la tasa es más baja, y que muchos bancos manejan una tasa muy por debajo de la inflación. Ese es un grave problema».

Hay que buscar la combinación de plazo y tasa idónea. Si no tienes la necesidad urgente de la disposición de ese dinero quizá convendría invertir a mayor plazo y obtener una tasa real positiva, con lo que efectivamente lograrías adicionar valor al dinero.

2.- Olvidar fechas de pago. Hay ocasiones en las que aun cuando disponemos del dinero necesario para pagar nuestras obligaciones financieras no lo hacemos porque nos olvidamos de la fecha límite de pago. Esto implica asumir un costo por pago tardío (pago mínimo vencido).

Usar una agenda o un calendario, alarmas en el celular y domiciliar los pagos a través del servicio de banca en línea puede ser una solución. Si no cuentas con este servicio, puedes hacer tus pagos a través del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) del Banco de México que tiene un costo más bajo e incluso, en algunos casos, es gratuito.

3.- Utilizar la tarjeta de crédito como extensión del ingreso.

La maestra Zúñiga señala que «muchos usuarios confunden una tarjeta de crédito con una de débito, y entonces piensan que pueden disponer de ese dinero», pero en realidad están echando mano del crédito más caro del sistema financiero (40% anual en promedio). La tarjeta se debe utilizar como medio de pago y pagar toda la línea de crédito utilizada antes de la fecha límite de pago (comúnmente se llama a eso ser «totalero»). Cuando se es totalero, la tasa de interés es más baja que para quienes sólo pagan el mínimo solicitado por el banco.

4.- Pagar sólo el mínimo en la tarjeta de crédito.

La maestra Zúñiga afirma que si sólo realizas el pago mínimo los intereses moratorios hacen crecer el monto de tu deuda y alargan el plazo en que podrás liquidarlo. No hay que comprar a crédito con la tarjeta lo que no se pueda pagar totalmente en la fecha de corte.

5.- Manejar muchas tarjetas de crédito.

Hay personas que manejan entre tres y seis tarjetas de crédito, y no evalúan el costo que esto representa. Considera que por cada tarjeta bancaria que manejes deberás pagar una anualidad que puede ir de $0 a $460 pesos en el caso de las clásicas, y súmale otra cantidad si manejas adicionales en algunas de ellas. Además, esta estrategia dificulta la planeación de los gastos realizados.

6.- Invertir el ahorro para imprevistos (emergencias) en instrumentos de alto riesgo.

Las decisiones de inversión deben empatar con el plazo en el que se van a necesitar los recursos. El ahorro para emergencias debe estar en un instrumento altamente líquido (es decir, que puedas disponer fácilmente de tu dinero). Por ejemplo una sociedad de inversión de deuda de muy corto plazo (con instrumentos de uno a 28 días), de otra manera se corre el riesgo de perder, incluso, parte del capital ahorrado. A mayor plazo, mayor rendimiento pero también mayor riesgo.

7.- Firmar sin leer los contratos de adhesión.

El contrato es un documento en el que se describen nuestros derechos y obligaciones financieras en caso de incumplir con el mismo. Los costos pueden ser muy altos en algunos casos. Si quieres conocer un contrato antes de firmarlo, es posible consultarlo en el Registro de Contratos de Adhesión (RECA).

8.- No revisar periódicamente el historial crediticio.

Alguien puede robar tu identidad para solicitar un crédito y no pagarlo, y sin saberlo ese registro negativo queda registrado en tu historial crediticio y puede ser la causa de que nos nieguen en futuro crédito. Ejerce tu derecho de solicitar tu historial gratuito (una vez al año) y verifica que no haya movimientos extraños, si existen, realiza la aclaración para «borrarlo».

9.- No evaluar con un presupuesto nuestra capacidad de endeudamiento.

Asumir deudas sin antes constatar con nuestro presupuesto que efectivamente podemos pagarlas es una de las problemáticas que más afectan nuestra capacidad de ahorro e inversión, y por tanto, para mejorar nuestra calidad de vida.

Es importante que antes de empezar a comprar conozcas cuál es la cantidad máxima por la que te puedes endeudar y lo relevante que es pagar más del mínimo que te solicita tu banco o tienda departamental para ir liquidando tu deuda.

Aunque no existen formulas únicas, debido a que las necesidades y deseos de las personas son muy diferentes, te recomendamos cuidar que la cantidad que tengas que pagar mensualmente para cubrir tus deudas, no sea mayor al 30 por ciento de tu ingreso mensual neto, es decir, del dinero que efectivamente recibes y tienes disponible, a esto se le conoce como capacidad máxima de endeudamiento.

10.- Adquirir productos por estatus.

Hay productos que cuestan más por el estatus que dan a los usuarios. Ese puede ser el caso de las tarjetas de crédito de pertenencia (universidades, equipos de fútbol) o las Gold y Premier, por sólo mencionar algunas, cuyas anualidades suelen ser muy elevadas. Antes de adquirir un producto o contratar un servicio, evalúa si realmente responde a tus necesidades.

11.- No evaluar el impacto de las comisiones bancarias en las transacciones que realizamos en el día a día.

En México los bancos pueden aplicar a los usuarios más de 40 comisiones, lo que encarece la utilización de los productos y servicios bancarios. Estos gastos «hormiga» pueden generar importantes minusvalías en nuestro bolsillo. Uno de ellos es sin duda el utilizar cajeros distintos al del emisor de la tarjeta.

12.- No comparamos el CAT en los créditos contratados.

Antes de contratar un crédito hay que comparar distintas opciones. Un indicador que resume y facilita esta tarea es el Costo Anual Total (CAT) porque ya incluye la tasa y las comisiones, es decir, es representativo de cuánto nos cuesta un crédito.

Es importante -dice la maestra Zúñiga- que los CATs estén actualizados y calculados a la misma fecha, de otra manera se distorsiona el comparativo. En su opinión el CAT de los créditos hipotecarios no resulta tan válido para comparar y elegir porque no incluye todos los costos inherentes al financiamiento. Aquí recomienda leer los contratos para saber los costos ocultos.

13.- No cancelar tarjetas de crédito no solicitadas.

A veces por descuido o negligencia no cancelamos las de tarjetas de crédito no solicitadas que llegan a nuestro domicilio, pensamos que es suficiente con no utilizarlas, esto no es así. La uses o no, algunos bancos te pueden cobrar la anualidad, y si no la pagas, esa pequeña deuda puede crecer y causarte serios estragos financieros.

14.- No invertir en previsión.

Muchas personas aun consideran la compra de seguros como un gasto. Al adquirirlos aminoramos el gasto futuro que se pudiera tener en caso de un accidente o contingencia. Vemos tan lejana la posibilidad de que nos ocurra un evento catastrófico que preferimos quedarnos con ese dinero (la prima o precio delseguro) y preocuparnos en el momento del evento. El problema es cuando el siniestro ocurre, pues pudiera suceder que no tengamos el suficiente dinero para solventar ese gasto adicional.

Con información de Condusef

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