APUESTA A LA VIOLENCIA

EN MI HUMILDE OPINIÓN
Por: Noé GUERRA PIMENTEL

A José Alfredo Chávez González (qepd).

Brutales han sido los saldos que en seguridad hemos enfrentado durante los últimos años a ciencia y paciencia de quienes tienen todo para contenerla, hasta el uso legal para aplicarla contra los criminales que la ejerzan.

La violencia ha escalado a todos los niveles, a estas alturas no hay sector que se sustraiga a esa ponzoña que como cáncer se ha extendido hasta postrar a las instituciones y poderes constitutivos del Estado, que en mucho solo aparentan hacer sin resultados efectivos. Los perpetradores cada vez nos arrinconan más como sociedad, nos aterran más como familias, nos hacen sentir cada vez más vulnerables como individuos y más expuestos a su mortal zarpazo.

 

Eso es lo que quieren y eso es lo que vemos con instituciones que cada vez más, por omisión o acción, solapan la impunidad con pueblos mágicos, antes sitios de recreación familiar, ahora convertidos en plazas libres del crimen organizado; carreteras libres y de cuota, en rutas del plagio o la muerte; empresas y antes prósperos negocios, en asientos de cobro por derecho de piso y nosotros mismos, los ciudadanos de cualquier condición, como víctimas cotidianas de la extorsión, el chantaje o la vil amenaza, frente a la ineptitud de los gobiernos que solo ven.

 

Realidad que conforme avanzan los tiempos se hace evidente con los datos oficiales a través del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y del INEGI, tal y como entre otras, lo publica la agencia informativa mvsnoticias al revelar que en el periodo comprendido entre el 4 de junio del año pasado y el 7 de febrero de este 2024 se habían registrado 50 casos de violencia electoral. En su mismo reporte denominado “Violencia electoral 2023-2024” del think tank Laboratorio electoral, también indica que se han registrado 11 atentados, 2 amenazas y 4 secuestros o desapariciones forzadas. Marco que, según los especialistas, hacen prever un escenario cada vez más violento.

 

En un comparativo de la misma agencia, se detalla que al término de las precampañas del proceso electoral del 2021 se registraron 32 asesinatos, mientras que en lo que va de este proceso ya suman 26 y contando. Ahora bien, en otro paralelismo publicado el jueves 8 de febrero por la Research International, nos encontramos con que en lo que va del sexenio, es decir: 63 meses del actual gobierno, suman ya 178 mil 764 homicidios dolosos, lo que convierte en el más sangriento de la historia de México, más de 50 mil de los que hubo con Peña Nieto (122,472) en sus seis años; más de 82 mil de los registrados en el sexenio de Calderón (96,495) y más de 120 mil que bajo esta condición inscribió Fox en sus seis años (50,677).

 

Datos duros que nos pegan en el rostro obligándonos a ver el fracaso de la política de seguridad con una presunta estrategia de la que mejor ni hablamos, al no haber evidencia de que exista y menos cuando este gobierno, también con sus propios datos, contabiliza un promedio de 95 asesinatos dolosos por día, es decir, un homicidio cada 15 minutos a lo largo y ancho del país y donde el pequeño Estado de Colima, este antes paraíso terrenal, tiene el nada honroso primer lugar promediado por su número de habitantes con la muy preocupante cantidad de 4 mil 041 asesinatos dolosos sumados del 2018  al 8 de febrero de este 2024, de los que más de 2 mil han ocurrido en lo que va de esta administración estatal, ratificándolo como el más peligroso para vivir y al municipio capitalino como el más inseguro a nivel mundial.

 

Así pues, todas las señales indican que México como nunca, esta vez enfrentará una elección de Estado. En enero pasado ya lo adelantó The Rice University en el informe de The Baker Institute for Public Policy, denominado: Perspectiva de México 2024, en el que puntualiza que las organizaciones criminales podrían convertirse en fiel de la balanza como activos aliados. Esto a partir de la investigación de dicha agencia estadounidense, que reconoce en esas entidades su alta capacidad intimidatoria, de coerción y de aniquilamiento, no solo de los candidatos de oposición sino también de los representantes electorales.