¿Y LA FERIA? BIEN, GRACIAS…

LECTURAS

Por: Noé GUERRA PIMENTEL

Cuatro años y nada ha ocurrido, ningún cambio o mejora que valga la pena, nada. “Más de lo mismo”, “Igual que el año pasado”, son expresiones comunes entre la gente.

Perdidos en la vocación del máximo festejo de los colimenses y dando prioridad a sus personales intereses, sin escuchar ni oír, los administradores de la feria no han sido capaces de hacer nada por enriquecerla, por adaptarla a los nuevos tiempos y circunstancias sociales solo manteniéndola ahí sin novedad, sin propuesta, sin alternativas con carteles ordinarios reflejo de una mediocridad que se suponía sería superada por el cambio de administración y, obligadamente, por las muestras de los recientes festejos alternativos creados y mantenidos por el ayuntamiento de Colima desde el 2016, como lo han sido el Festival internacional del volcán y el de Sábor a fest y, en un descuido, desde este año también con el Rodeo fest, que de manera muy promisoria acaba de ser lanzado.

Hasta esta edición 2019 la feria sigue siendo la misma y en algunos casos más limitada que hace 20 años, que fue cuando se le hicieron las últimas mejoras físicas, adecuaciones y equipamientos visibles a la infraestructura existente además de la implementación de otras opciones de movilidad e inclusión para el más organizado, seguro y efectivo entretenimiento y esparcimiento social.

Nada desde entonces salvo la malograda e increíble incorporación al festejo de ¡corridas de toros en el Lienzo Charro! ¡Qué bueno que no se continuó con eso! Y las fementidas cabalgatas en las que con una visión anticuada y campestre que en la realidad nunca antes fue, de un tiempo acá, por moda del sexenio anterior, se insiste para solamente estrangular el tránsito de vialidades de alto flujo como la Sevilla del Río y sucedáneas, contaminando la ciudad que al paso de las bestias solo queda con la pestilencia del estercolero bajo el beneplácito de los que quién sabe de dónde sacan a pasear tanto animal.

De ahí para acá nada. Empezando por la misma pésima movilidad y servicio de transporte que cada año es la misma tortura sin que se acierte a trabajar privilegiando a los usuarios; la falta de estacionamiento, comodidad y seguridad en estos; las mismas cancinas y cada vez más precarias exposiciones institucionales, algunas repetidas, solo con el reacomodo de algunos elementos; el idéntico programa artístico pueblerino que poco o nada fomenta o estimula el verdadero talento de la región; la presentación de pobres carteles artísticos del palenque y del casino que hacen añorar otros tiempos, ahora con cantantes desconocidos, malos o en retirada y los infaltables gruperos que solo vienen a apologizar el delito con sus disfrazadas narcocanciones; la fayuca por todos lados mezclada con una muy poca representación de productos locales; las cenadurías de “antojitos” entre las fritangas y tacos callejeros cuyo control y manejo sanitario estaría en veremos; sin meternos a hablar de los atractivos que por sí pueden ofrecer los juegos mecánicos; en fin, pobres resultados para el trabajo que se supone de un año.

¿Qué, qué ha faltado? Alguien dirá que muchas cosas y que por eso no se ha podido y que por eso mismo no se puede. Yo lo resumo en seis razones que bien pueden quedar en una: falta de sensibilidad traducida como carencia de visión, iniciativa, creatividad, talento, humildad y trabajo, para muestra, un botón de ejemplo como incuestionable referente, el Festival internacional del volcán, del que como se ve, alta, muy alta les ha puesto la vara a los de la feria tras las cuatro exitosas consecutivas ediciones del mismo realizadas por el ayuntamiento de Colima, incluso, trascendiendo a dos administraciones municipales, la de Héctor Insúa (2015-2018) que lo creó en 2016, apenas a seis meses de haber iniciado su gestión y consolidó hasta el año pasado y la actual, que encabeza Locho Morán (2018-2021), que lo mantuvo y que como vimos enriqueció, obra logística y legado cultural del talentoso ausente Davide Arena (1964-2019).

Evento, el del Festival internacional del volcán que, surgido en 2016, sin antecedentes y prácticamente sin presupuesto, con sello propio y distintivo regional indiscutiblemente vino a revolucionar la forma de concebir y gestionar el espacio público a favor de las masas para el espectáculo aprovechando lo existente, acondicionando lo indispensable y activando verdaderamente no solo la zona, sino a la propia economía en varios y diversos rubros. Un evento que por su calidad y alto nivel no solo ha sido ponderado por los colimenses y fuera del estado, sino que ya es exigido y que desde el primer año fue tomado como modelo para otras partes del país. ¿Verdad que sí se puede?