Vivir con dolor: fibromialgia

Colima.- Esther, de 52 años, ha pasado por prácticamente todas las especialidades de la medicina alópata por las que una mujer puede pasar. La han tratado brujos, curanderos, homeópatas, sacerdotes, merolicos… dolores de ubicación imprecisa, omnipresentes y escurridizos le corroían la vitalidad. Fibromialgia, le dijeron. Fibromialgia primaria y cansancio crónico, agregaron después.

El nombre «fibromialgia» data de 1976, y fue considerada como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud apenas en 1992, más o menos la época en la que Esther comenzó a darse cuenta de que algo estaba muy mal con su salud.

«Me cansaba de todo. Yo lavaba y planchaba ajeno allá en Michoacán. Me levantaba temprano, les daba de desayunar a los chiquillos y los mandaba a la escuela. Y antes de empezar la lavada ya tenía yo las manos hinchadas y un dolorón de huesos. Todo el santo día con dolor. Hasta las piernas me temblaban, se lo juro».

La Guía Diagnóstico y tratamiento de fibromialgia en el adulto, elaborada por la Secretaría de Salud del gobierno federal en 2009, describe esta enfermedad como un síndrome doloroso no articular, crónico e idiopático, caracterizado por dolor muscoesquelético e hipersensibilidad en sitios anatómicos específicos.

«De la nada le duele a uno todo. Pero por ratitos, ¿me entiende? Me duelen los dedos, pero esos pinches huesos ya no sirven, por esos no me preocupo tanto. Por ratitos es la cabeza, la sien. Y luego son los dos brazos, o por ratitos nomás uno, y cuando a uno se le empieza a olvidar el dolor porque está ahí todo el rato, duelen las piernas. ¡Dolor a todas horas!”.

Esther sufre problemas de insomnio y de cansancio permanente; la irritabilidad por el dolor le ha causado sufrimientos emocionales y psicológicos profundos. Y esto ha repercurtido en su calidad de vida y en la de los que la rodean.

De acuerdo con la Guía Diagnóstico el dolor crónico puede ir acompañado de síntomas como fatiga, trastornos del sueño, cefalea, parestesias, síndrome del colon irritable, trastornos conductuales, neuroendocrinos y del sistema nervioso autónomo.

Si se presenta sola, aislada de otra enfermedad reumática, a esta forma se le conoce como fibromialgia primaria, el diagnóstico que por fin, tras un largo peregrinar a clínicas de todo tipo, un reumatólogo de Guadalajara le dio a Esther; pero también se le da el nombre de fibromialgia, en este caso secundaria, a la asociación o coexistencia con otra enfermedad  como artritis reumatoide, lupus, entre otras.

La Secretaría de Salud del gobierno federal estima que la fibromialgia afecta al 2 por ciento de la población; es decir, casi 2.5 millones de mexicanos, principalmente mujeres (alrededor de 90 por ciento de los casos se diagnostican en mujeres), sufren este síndrome doloroso. Sin embargo, explica la guía el documento de la Secretaría de Salud sobre este padecimiento, la prevalencia e incidencia real de fibromialgia es desconocida.

Los médicos le han recomendado a Esther, además de un tratamiento farmacológico, cambio de hábitos, menos estrés y una vida más saludable.

“¿Usted cree que se puede atender a cuatro hijos, con problemas de dinero (su esposo ha permanecido largos periodos desempleado), con tanto dolor a todas horas? Los médicos me dicen que salga, que vaya al cine, que haga ejercicio, que coma mejor. Pero yo digo: con lo que ganamos en casa, apenas nos da para medio ir comiendo; y para ir a pasear, con este dolor…”.

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