Un joven falleció la madrugada de este viernes en la capital chilena tras violentas protestas que marcaron dos días de una huelga por reclamos laborales que, sumada a meses de manifestaciones estudiantiles, aumentó la presión sobre el Gobierno.
En medio de marchas pacíficas y cacerolazos el jueves en varias ciudades del país en las que participaron miles de personas, se registraron violentos saqueos, escaramuzas y enfrentamientos entre pequeños grupos de manifestantes y policías.
En un balance, el Gobierno del presidente Sebastián Piñera informó que las movilizaciones dejaron además de un muerto, 153 policías y 53 civiles lesionados, junto a casi 1,400 detenidos vinculados a actos de violencia.
«Cuando hay un fallecido no tiene mucho sentido hablar de la destrucción de la propiedad y de los lesionados», dijo el subsecretario del Ministerio del Interior, Rodrigo Ubilla.
«Chile tiene que estar triste porque no hemos sido capaces todos de poder avanzar en forma pacífica y ordenada para resolver los grandes problemas», agregó el funcionario desde el palacio presidencial.
La policía identificó a la víctima como Manuel Gutiérrez Reinoso, de 16 años, quien murió por un impacto de bala que testigos atribuyeron a fuerzas policiales en las cercanías de una barricada en una zona periférica de Santiago.
Sin embargo, la policía descartó su participación en la muerte del adolescente, mientras maneja indicios de una posible riña en el sector donde ocurrió el incidente.
«Sé que hay versiones de que pasó un vehículo por el sector, pero no entiendo por qué lo atribuyen a Carabineros (la policía). Los funcionarios portan su arma de servicio, pero por un principio de gradualidad y de norma, no se utiliza», dijo Sergio Gajardo, segundo jefe policial de la capital.
El cadáver del joven fue ingresado al mediodía del viernes al servicio forense para establecer la causa de su muerte.
Bajo fuerte presión
Si las investigaciones comprueban la participación de la policía, se trataría de la primera persona fallecida desde el inicio de una ola de movilizaciones, que comenzó hace unos tres meses por estudiantes y cobró fuerza en los últimos dos días con el paro y marchas convocadas por el mayor grupo sindical del país.
«Esto es el escenario que nadie quería, la muerte de un joven, lo cual seguramente va a motivar mayores manifestaciones y demostraciones», dijo el analista político Ricardo Israel.
«Ahora para el Gobierno viene un momento complicado porque va a tener que manejar con mucho cuidado las próximas manifestaciones y protestas», agregó.
Opositores y estudiantes piden la renuncia del ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, quien está a cargo de las fuerzas policiales.
Septiembre ha sido tradicionalmente un mes complejo para todos los gobiernos desde el retorno a la democracia en 1990, debido a la conmemoración del golpe militar liderado por el fallecido dictador Augusto Pinochet.
Para el 4 y el 11 de septiembre asociaciones de derechos humanos han convocado a actos para recordar al derrocado presidente socialista Salvador Allende.
Además del joven fallecido, durante la noche se registraron violentos choques entre encapuchados y la policía, que utilizó carros lanza agua y gas lacrimógeno para disolver las protestas en la capital y otras ciudades del país exportador de cobre.
También hubo saqueos a supermercados y tiendas, además de vehículos quemados por manifestantes en las zonas periféricas de Santiago.
Los disturbios siguieron a masivas marchas pacíficas convocadas por un amplio grupo sindical y respaldadas por estudiantes -que reclaman reformas en el sistema educativo-, lo que ha redoblado la presión sobre Piñera tras un fuerte desplome en su popularidad.
Según los convocantes, el jueves se realizó la mayor movilización desde el retorno a la democracia, con más de 600,000 personas en las distintas manifestaciones.
Con información de CNN
