Tarea Pública

LOS INFELICES NO AMAN
Carlos Orozco Galeana

En audiencia del 14 de junio pasado, el Papa Francisco advirtió que la reticencia a amar de forma gratuita es fuente de violencia, y recordó que las personas violentas no son malas por naturaleza, sino que son personas infelices por no haber sido amadas.
Esa falta de amor, que termina degenerando en violencia, tiene su origen en la misma infancia. “Cuando un adolescente no es amado, o no se siente amado, puede nacer en él la violencia. Detrás de tantas formas de odio social y de vandalismo hay, con frecuencia, un corazón que no ha sido reconocido”.

El Santo Padre recordó que “no existen niños malvados, al igual que no existen adolescentes del todo malvados, pero existen personas infelices. ¿Y qué cosa puede hacernos felices si no es la experiencia del amor dado y recibido? ”

¿ Tienen algo que decir al respecto, estimados lectores ? Si ustedes no, yo sí; fíjense que detrás de un joven mal orientado hay normalmente un hogar desintegrado o casi, donde falta el padre o la madre o donde, aun habiendo su presencia, no hay relaciones de amor, respeto y confianza. Muchos jóvenes, por su incomprensión, buscan identificarse en la pandilla del barrio, se apartan del hogar por horas o días y se juntan con amigos desordenados a los que incorporan luego a su grupo de personas favoritas.

Usted y yo seguro conocemos ejemplos de personas disociadas del amor y que viven sin fe, carentes de valores y de proyectos de vida, sin capacidades básicas para mantener un vínculo con los demás en forma civilizada. Si hurgásemos en lo que fue la vida pasada de algunas de ellas, seguro que, como dice EL Papa Francisco, encontraríamos experiencias muy desagradables: hogares donde imperó la violencia, los insultos, el odio y la división entre la propia familia. Mucha gente reproduce en los demás la violencia de que fue objeto en la infancia, como deseando que alguien pague los platos rotos aunque esos otros no hayan quebrado ni uno solo.

En su catequesis, el Pontífice comparó el amor de Dios con el amor de los padres, que quieren a sus hijos incluso cuando se equivocan. “¿Quién de nosotros ama de esta manera si no es un padre o una madre?”, se preguntó. “Una madre quiere igualmente a su hijo incluso cuando ese hijo está en la cárcel. Una madre no para de sufrir por su hijo. Lo ama incluso cuando es pecador.

Yo no olvido que la madre de un famoso delincuente en México fue la única persona que no lo condenó en un programa de televisión, cuando la mayoría quería que pagara sus crímenes con una larga condena o con la vida. Las madres jamás abandonan a sus hijos porque replican en ellos, ciertamente, el amor divino.

La gratuidad del amor de Dios el Pontífice la explicó de este modo: “El primer paso que Dios da hacia nosotros consiste en un amor previo e incondicional. Dios no nos ama porque nosotros tengamos ninguna razón que suscite amor. Dios nos ama porque Él mismo es amor, y el amor tiende, por su naturaleza, a difundirse, a entregarse. Dios tampoco vincula su benevolencia a nuestra conversión, más bien es una consecuencia del amor de Dios”.

Bien dice el Papa que para cambiar el corazón de una persona infeliz, es necesario abrazarla. Hacerla sentir que es deseada, que es importante, y dejará de estar triste. Esto lo podemos comprobar fácilmente. Observe usted simplemente cómo las personas se emocionan cuando un conocido les da un abrazo por las mañanas. Hay quienes se extrañan, sin embargo, de quienes toman una iniciativa semejante de manifestar su aprecio de esa manera.

En mi juventud, así como en la adultez, conocí personas mal tratadas por sus padres, los cuales a la vuelta de los años hicieron con sus hijos lo mismo que padecieron, repitiendo la misma historia. Y son infelices. Digo finalmente que el Papa Francisco tiene razón: quien no ama, es infeliz por naturaleza y lo será hasta el último de sus días. Amemos, amemos siempre, amemos porque si !