Por Balvanero Balderrama García balvanero@gmail.com / @Balvanero.B

Lucho por una educación que nos enseñe a pensar
y no por una educación que nos enseñe a obedecer
(Paulo Freire)

Desde temprana edad me gustó la escuela, su entorno, aprendizajes, posibilidades.

Una anécdota, recuerdo que fue muy sorprendente para mí que estando en primaria -tercero o cuarto-, la maestra de un grado superior le pidió a quién me daba clases que me permitiera ir a a su grupo a mostrarles algo sobre las tablas de multiplicar. No me lo podía creer, aun hoy.

En mi estancia en el Seminario de Colima durante muchos años estuve frente a grupos -jóvenes, personas adultas e infantes-, como parte de las actividades de cada fin de semana cuando acudíamos a diversas comunidades parroquiales a apoyar; así también en veranos. Había que preparar el tema, se decía -en realidad eran muchos y tenían secuencia-.

Después, en el año 2000, la Madre Clara Alcántara me invitó a compartir el aula en el Vasco de Quiroga, nivel preparatoria. De entonces a la fecha sigo ahí, con alguna breve interrupción.

En el INEGI he formado parte del grupo de instructores internos desde hace varios años. También vinieron otras oportunidades docentes en la Universidad de Colima y UNIVA Colima.

La responsabilidad de estar frente a un grupo es enorme, cada uno tiene su propia personalidad y dinámica, no los hay iguales, aunque las materias coincidan.

La práctica docente es fundamental para un país. Las escuelas, espacios indispensables de socialización, forman y también lo contrario.

Hay estudios y estudiosos que analizan el ser y quehacer de los centros educativos; desde la crítica informada, sugieren, orientan, alzan la voz, ya sea por el olvido físico de los inmuebles, los programas de estudios y/o la poca atención a la escuela y sus actores.

La ENOE, en su cuarto trimestre del 2022, indica que había 2.9 millones de personas de 15 años y más trabajando en servicios educativos en el país, el 63.8% mujeres y el 36.2 por ciento varones. Por entidad federativa, el Estado de México es el que tiene el mayor porcentaje, con 15.3, y el menor, 0.6%, Baja California Sur; las personas que laboran en servicios educativos en Colima representan el 0.8 por ciento del total nacional.

He seguido, durante años, a personas que admiro por su ejercicio docente, por ellos y ellas conozco algo del gran educador Paulo Freire, de quien comparto unas frases:

* Enseñar exige saber escuchar
* Enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su propia producción o construcción
* Aceptar y respetar la diferencia es una de esas virtudes sin las cuales la escucha no se puede dar
* La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor

Ser docente es una vocación, una responsabilidad, un compromiso. No es fácil, como no lo es todo aquello que vale la pena, por lo mismo, además de FELICITAR y RECONOCER a quienes viven con entusiasmo y convicción ética su ser docente, una invitación a mirar la propia práctica con el propósito de valorarse como agentes de cambio y seguir aprendiendo.

Hay que volver las miradas de manera intencionada-interesada a las escuelas, todas y todos; mucho del presente y del futuro de nuestro país ahí está y en ellas se forja.