SINTONÍA

¿QUÉ VIENE?
Por: SEAN OSMIN HAMUD RUIZ
A mi madre, esposa, hermana, amigas…

El próximo miércoles se conmemora el día internacional de la mujer. Claro está que hay mucho que se ha escrito y mucho por escribir al respecto. Uno de los elementos que más suenan, que más incomodidad causan y que incluso se llegan a criticar, sin duda son las marchas estridentes, esas que a su paso destruyen y que mucha de su finalidad es llamar la atención a la problemática que, sin importar lo que se haya avanzado, todavía viven las mujeres hoy.

Es muy importante comprender que, a nivel de letra escrita, a nivel de andamiaje jurídico, el problema no es de leyes. Los derechos que están proclamados en nuestra constitución, así como los demás que se supone forman parte de nuestro bagaje de ley, es decir, los acuerdos internacionales, en todas esas líneas, no hay distingo entre mujer u hombre al momento de dotar al individuo de protección o cobertura de derechos universales.

Lo que falta y mucho, es educación, formación.

Cuando creemos que cambiar las leyes o bien, subrayar artículos, incluso reformular las descripciones de esos derechos, mencionando específicamente a la mujer es avanzar en el reconocimiento de los mismos, estamos fallando estructuralmente como sociedad.

La Constitución Mexicana literalmente dice “En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales”.

Si este dictado perteneciera a la serie de valores sociales que pretendidamente representa ¿dónde está la duda de que no se requiere de una mención, ley o reglamento especial para que, además de saberlo, lo sintamos y respetemos como algo absolutamente natural el hecho de que la mujer tiene todos los derechos?

Tenemos mucho trabajo, pues desde el solo momento en que hacemos un alto para pensar o mencionar que se tienen que reconocer las prebendas jurídicas a las féminas, ya estamos errando.

El objetivo sin duda debe ser que, en lo individual y en los social, el pensamiento en general y colectivo no se decante en estas matrices de distinción. La obligación es reeducarnos, en todos los grupos. El reto debe ser que no haya pausa intelectual ni obstáculo conductual para conducirnos en la base de una igualdad sin cortapisa. Y todos en SINTONÍA.

MICROCUENTO

Y el príncipe, lleno de soberbia, embriagado en sus pasiones más básicas, intentó conservar el trono a toda costa. Nunca entendió que solamente era un inmerecido encargado. La gente habló y coronó a su reina, una de ellos. Sencilla, industriosa, afable y con todas las ganas de regresar la gloria al reino.

P.D. Muchísimas felicidades a Esperanza Ortega Azar, nueva presidenta nacional de Canacintra.