Se puede conocer el pasado de México a través de los libros de Ignacio Manuel Altamirano

Guerrero, el estado natal de Ignacio Manuel Altamirano, forma parte de las narraciones y novelas del escritor, a quien CONACULTA recuerda en ocasión de su 119 aniversario luctuoso.

En entrevista con el investigador Alberto Cué, quien se ha dedicado a estudiar y prologar algunos de los textos en los que se aborda la vida de Altamirano, destacó que, en un inicio, la vida cotidiana de su estado natal aparece en algunas de sus narraciones y novelas tempranas.

Incluso, dijo, aparecen algunos de los sectores sociales en los que se desarrolló, pero nunca con la intensión de crear un retrato de cómo era la vida de esa época.

“En cambio, su periodismo político sí contiene elementos en los que es posible reconstruir aspectos relacionados con la vida en la entidad, en los que aborda temas concernientes al estado, como la crisis política que se presentó al termino de la Guerra de Intervención francesa, en la que participó con el grado de coronel (de 1863 a 1867)».

“En ese enfrentamiento político, Altamirano tuvo un papel importante como mediador en el conflicto ante el poder central, entonces encabezado por Benito Juárez. Pero su relación con el estado de Guerrero se vuelve muy conflictiva a raíz de esa crisis política regional, lo cual provoca que renuncie a su activismo político como guerrerense, que se mude a la ciudad de México y desde ahí, que se proyecte hacia todos los rincones del país”.

Cué resaltó que una característica central de Altamirano, fue el tener amistades en todas las entidades, pues creía que la amistad era un elemento importante para el desarrollo de otros aspectos y, en ese sentido, su nacionalidad guerrerense quedó en segundo plano.

Siempre ha existido interés por estudiar la obra de Altamirano dijo y recordó que quien comenzó con el análisis de la producción de Altamirano fue su amigo Juan de Dios Peza (29 de junio de 1852 – 16 de marzo de 1910).

Mientras que los trabajos más recientes, de la década de 1990 a la fecha, han estado a cargo de Vicente Quirarte, Vicente López Díaz y de la maestra Nicole Jirón, quien se dedicó a recopilar sus años de juventud, entre otros.

“Obras de Ignacio Manuel Altamirano como Clemencia o El Zarco, son libros que siempre han estado presentes en el interés del público. Y algo que me parece interesante señalar es que Altamirano produjo una expresión realista de su época, de cómo era la vida en México en el cambio entre el siglo XIX y el XX, pues sus textos están llenos de costumbres cotidianas.

“Además dio cuenta del proceso de modernización de la ciudad, la aparición de la energía eléctrica de manera pública; también fue testigo de la vida civil y política del país. Por otro lado, hay quienes lo aprecian por sus virtudes, como orador, crítico literario o educador.

“Considero que lo más importante es saber reconocer en él a alguien que fue intérprete y creador de un nuevo código civil, uno de convivencia en el sentido de hacer una vida superior a la que pudo haber existido en el periodo colonial”.

Para Cué, Altamirano fue el intérprete clave para el desarrollo de los conceptos de civilidad moderna, pues fue una de las personas más conscientes de que este cambio estaba ocurriendo en su época en México.

“La importancia de esto se refleja en el hecho de que hasta finales del siglo XX y principios del XXI aún tenemos algunos problemas en cuanto a las claves de la convivencia civil en el terreno de las clases sociales. Esa es la importancia de Altamirano: fue un gran exponente de la vida civil en términos de una legalidad que abarca a toda la sociedad”.

Ignacio Manuel Altamirano Basilio nació en Tixtla, Guerrero, en 1834, y falleció en San Remo, Italia, el 13 de febrero de 1893. Es considerado como el iniciador de la literatura nacional y maestro de la segunda generación romántica.

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