SALTIMBANQUI

¿QUÉ VIENE?

SEAN OSMIN HAMUD RUIZ 

Sin dudarlo, una difícil actividad esta de andar maromeando.

Más de una ocasión me ha tocado en algún crucero, mientras cambia el color del semáforo, atestiguar el espectáculo amateur de estas personas, que, movidas por la necesidad, aprenden trucos de entretenimiento, algunos con más ganas que habilidad, otros francamente buenos, buscando agraciar y obtener a cambio algunos pesos. Esa propina que les permita sacar el día adelante.

Hay que decirlo, la mayoría de las veces son ignorados, pues cada uno de nosotros vivimos el cotidiano abrumados por las preocupaciones y ocupaciones de los roles que nos toca vivir. El trabajo, la familia, el círculo social y todas las responsabilidades que ello conlleva. Cada uno traemos nuestro propio acto de malabarismo integrado en la cabeza.

Cuando nos damos cuenta de esta similitud, nos volvemos empáticos y entonces sonreímos, damos las gracias y cooperamos. Rebuscamos en el bolsillo propio o la guantera del auto, movidos por un dejo de caridad y mayormente por lástima.

Ponemos atención y nos damos cuenta de la dificultad implícita en el movimiento propuesto, practicado y armado sin un entrenamiento especializado, sin los accesorios adecuados, en una calle bajo el inclemente rayo del sol, teniendo solo unos muy pocos minutos para convencer a quien observa y seguramente sin convicción, sin estar seguros de la vocación. Si le preguntáramos a estos improvisados artistas de la acrobacia de a pie su gusto por esta actividad, pocos o ninguno nos contestarían con contento.

Pero casi siempre nos gana la apatía y todo lo anterior nos es transparente.

Y cuando algo similar sucede en contextos menos expuestos, pues menos lo notamos o nos importa. Entonces enfrentamos situaciones que vistas con atención, caen en lo fantástico, en lo bizarro y se convierten en una tragicomedia que mueve las percepciones de la sorpresa a la decepción, causando finalmente profundo disgusto.

Ejemplo, es tener que haber sido testigos del circo de tres pistas que tuvieron que armar los congresistas y demás actores políticos afines al actual partido Morena y su actitud frente a la revocación de mandato en nuestro estado. Agobiante verlos juguetear con trillados y obtusos conceptos, para convertirse en los nuevos bufones de palacio suplicantes por unas monedas. Los nuevos SALTINBANQUI.

MICROCUENTO

Pues nada, simple y sencillamente no hubo explicación para su desaparición. Discusión de horas, argumentos de todo tipo, entonaciones de voz retadoras, citas rebuscadas y profundas. Al final pasó que, aquello que todos decíamos tener, se esfumó ante nuestros ojos. Nadie supimos dónde quedó la verdad.