¿Sabes qué tienes que hacer para lograr una alimentación sana?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) una dieta saludable ayuda a protegernos de la malnutrición en todas sus formas, así como de las enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer.

Las dietas insalubres y la falta de actividad física están entre los principales factores de riesgo para la salud en todo el mundo.

Los hábitos alimentarios sanos comienzan en los primeros años de vida. La lactancia materna favorece el crecimiento sano y mejora el desarrollo cognitivo; además, puede proporcionar beneficios a largo plazo, como la reducción del riesgo de presentar sobrepeso y obesidad y de sufrir enfermedades no transmisibles en etapas posteriores de la vida.

La ingesta calórica debe estar en consonancia con el gasto calórico. Los datos científicos de que se dispone indican que las grasas no deberían superar el 30% de la ingesta calórica total para evitar un aumento de peso, lo que implica dejar de consumir grasas saturadas para consumir grasas no saturadas  y eliminar gradualmente las grasas industriales de tipo trans.

Limitar el consumo de azúcar libre a menos del 10% de la ingesta calórica total (2, 5) forma parte de una dieta saludable. Para obtener mayores beneficios, se recomienda reducir su consumo a menos del 5% de la ingesta calórica total.

Mantener el consumo de sal por debajo de 5 gramos diarios ayuda a prevenir la hipertensión y reduce el riesgo de enfermedad cardíaca y de accidente cerebrovascular en la población adulta.

Los Estados Miembros de la OMS han acordado reducir el consumo de sal entre la población mundial en un 30% y detener el aumento de la obesidad y la diabetes en adultos y adolescentes, así como en sobrepeso infantil de aquí a 2025.

Consejos prácticos de la OMS para mantener una alimentación saludable

Frutas, verduras y hortalizas. Con el fin de mejorar el consumo de frutas y verduras se puede: incluir verduras en todas las comidas; comer frutas frescas y verduras crudas como aperitivos; comer frutas y verduras frescas de temporada; comer una selección variada de frutas y verduras.

Grasas. La ingesta de grasas puede reducirse del modo siguiente: modificando la forma de cocinar: separando la parte grasa de la carne; utilizando aceites vegetales (de origen no animal); cociendo los alimentos o cocinándolos al vapor o al horno, en lugar de freírlos; evitando el consumo de alimentos procesados que contengan grasas de tipo trans; reduciendo el consumo de alimentos con un contenido alto en grasas saturadas (por ejemplo, queso, helados, carnes grasas).

La sal, el sodio y el potasio. El consumo de sal puede reducirse del modo siguiente: no añadiendo sal, salsa de soja o salsa de pescado al preparar los alimentos; no poniendo sal en la mesa; reduciendo el consumo de aperitivos salados; eligiendo productos con menos contenido en sodio.

Azúcar. La ingesta de azúcar puede reducirse del modo siguiente: limitando el consumo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcar (por ejemplo, bebidas azucaradas, aperitivos azucarados y golosinas); y comiendo frutas y verduras crudas en lugar de aperitivos azucarados.

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