OTRA MIRADA

TIEMPO DE ELECCIONES…Y DE REFLEXIONES TAMBIÉN

Por: Karla María Silva Sánchez*

Ante el proceso político-electoral que se aproxima este 5 de julio, los ciudadanos hemos sido espectadores de campañas políticas que sin duda alguna, nos dejan un amargo sabor de boca ya que, cargadas de promesas y a su vez vaciadas de contenido social, los ciudadanos -votantes o no votantes-, somos partícipes cada vez más, de un fenómeno de despolitización caracterizado por la frustración y la apatía.

Este fenómeno sin embargo no es producto del azar o de la casualidad sino que por el contrario, es el resultado de procesos tales como la implementación de políticas de corte neoliberal que han venido afectando a la sociedad a través de dos ejes fundamentales: el aspecto económico y el aspecto político-ideológico.

Respecto a la cuestión económica, es menester señalar que las políticas neoliberales se han basado –entre otras medidas- en la apertura unilateral de la economía, en la privatización de empresas estatales, así como en la implementación de políticas económicas, laborales y fiscales en beneficio de las empresas privadas tanto nacionales como extranjeras, a costa de la pérdida de soberanía nacional y del deterioro de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de los mexicanos. Este fenómeno, ─producto, en parte, de las políticas de los  organismos financieros internacionales-  no puede ser ajeno a los procesos políticos y como consecuencia de ello, ha condicionado el accionar gubernamental de las élites encargadas de tomar las decisiones económicas, políticas y sociales de nuestro país.  Como resultado de ello, hemos visto cómo los políticos se han ido convirtiendo en forma creciente y acelerada, en meros agentes que responden a las exigencias e intereses de un capitalismo salvaje que antepone la ganancia al bienestar social de la población.

Por si estos datos fueran insuficientes, cabe resaltar que este modelo económico insostenible y nada viable para las mayorías, ha hecho de las suyas a tal grado de producir pocos millonarios –y por eso mayormente beneficiados- que atesoran la riqueza de millones de personas que viven sumidos en la pobreza, sin olvidar que la clase media se encuentra en caída libre hacia la escasez.

Aunado a ello, la ideología basada en la acumulación de riqueza, ha generado un fenómeno cada vez más visible: la competencia entre los seres humanos, la cual se nos impone frente a los valores de solidaridad, de ayuda mutua y de reconocimiento con  los demás.

Entonces nos preguntamos:¿en dónde está el desarrollo?,   ¿por qué hablar de igualdad, de justicia, de democracia, cuando estos valores son inexistentes frente a nuestros ojos y cuando se nos escapan de las manos y es imposible vivirlos en la realidad?

Suena familiar, definitivamente. Y prueba de ello es el desencanto que se vive en nuestros hogares, como pan de cada día.

De esta manera vemos cómo la política tradicional ha perdido  sentido social, y es así como hoy asumir un cargo público ha devenido en un rentable negocio en la ─cada vez más─ difícil y compleja tarea del ascenso social, por lo cual ser político en la actualidad significa únicamente asegurar un ingreso económico mensual de interés individual, completamente ajeno al compromiso de carácter social con la población.

Frente a esta desoladora realidad todavía se preguntan los políticos: ¿a qué obedece el abstencionismo, la poca participación política de la ciudadanía o  a la anulación del voto frente a las urnas?

Votar, no votar o anular el voto es sin duda un derecho y un ejercicio político de carácter libre, ya que constituye en primera instancia, una forma de participación, expresión, protesta o repudio a lo que sucede en nuestro entorno, el cual nos condiciona y a la par, condicionamos con nuestras decisiones.

En ese sentido, y a contracorriente del desencanto político y social, hablar de organización hoy en día es sin duda una tarea imprescindible. Cansados de los políticos corruptos, de la demagogia, de la falta de democracia y, sobre todo, de la falta de alternativas para un futuro mejor, la organización es el elemento clave en la tarea de la transformación social, ya que nuestra labor ciudadana no termina en las urnas sino que por el contrario, comienza en la calle, en la escuela, en los barrios, en la prensa, en la familia y en el trabajo. Es decir, en la concientización ciudadana por un cambio efectivo y real a nivel municipal, estatal y nacional, el cual jamás vendrá de arriba hacia abajo como si se tratase de una redención. Lejos de ello, la historia nos ha demostrado que  los cambios comienzan desde la organización de las bases, del pueblo mismo, no olvidemos los procesos sociales que desencadenó la Revolución Mexicana de 1910-1917 y que costó el sacrificio de un millón de vidas.

Ante ello es necesario hacer conciencia de que la política no se reduce a las instituciones y al quehacer gubernamental, sino que es y debe ser ante todo, un ejercicio inherente al ser humano y al ser social, porque  somos todos, el pueblo y los ciudadanos, los constructores de nuestro destino. Debido a ello, debatir, exponer, proponer y organizarnos social y políticamente es un derecho legítimo que se debe ejercer para alcanzar otro derecho: el de decidir libremente sobre nuestro futuro. Por ello, la organización ciudadana es hoy en día ─y será siempre─ el remedio infalible a nuestros males.

 

* Lic. Ciencia Política           

            

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