Notas sobre el juvenicidio. Aniquilar a los jóvenes: la consigna de nuestra era

Este breve texto es producto de la rabia y la indignación que provocaron en la mayoría de la sociedad mexicana las masacres contra jóvenes realizadas tan impunemente y sin mayor sorpresa de las autoridades y sin la preocupación de los medios por ir más allá de la nota que vende.

Dejando de lado las intenciones académicas me vi obligado a detenerme para producir un texto dirigido a la sociedad colimense principalmente, breve, sencillo, pero esperando sea un disparador de la opinión pública que es necesario comience a tener información diferente y conformar sus propias interpretaciones, aún es momento de detener el exterminio, del que todos somos cómplices.

“Hemos tirado a la basura el famoso bono demográfico por torpezas de nuestros gobiernos. Peor aún, hemos criminalizado, menospreciado y empujado a nuestros jóvenes a la exclusión, la ignorancia, la violencia, la muerte o la cárcel.”

Ricardo Rocha

«Si duda cabe ´ser joven´ no es un accidente biológico y algo se cocina en los hornos de la historia cuando estos cuerpos se han convertido en objeto de disputa: los chivos expiatorios»

Rossana Reguillo

Estamos reproduciendo un sistema de exterminio de sectores sociales, a través de la violencia, de las drogas, del hambre, de la exclusión, de la invisibilización. El que me ocupa es el del sector juvenil, en estos tiempos que en el mundo está sucediendo una gran implosión de problemas y están emergiendo formas de lucha, los jóvenes son un sector vulnerable, ya que por años se les ha negado la voz, y ahora se les arrebata hasta la vida.

Desde la explosión de los años 60 y 70, se desarrolló una política de control juvenil en todo el mundo, principalmente en América Latina a través de las dictaduras militares, la guerra de baja intensidad y la incorporación de disidentes políticos al sistema. Esto junto con un bono demográfico configuró al sector juvenil como un futuro inmediato de generación de riqueza y un capital político importante.

El gobierno mexicano hace por todos los medios, visible su “lucha contra el narco” pero poco se ve su esfuerzo para tratar las adicciones y las causas de fondo de este problema. Mientras el presupuesto para policía y ejército tanto en su rama operativa como administrativa  aumenta, disminuye el que tiene que ver con educación, salud, espacios públicos, deporte.

Ciudad Juárez ha dado cuenta de que la situación es alarmante, hay juvenicidio como bien han señalado ya algunos, hay más de 1200 jóvenes asesinados tan solo hasta septiembre de este año, y mientras el ejército invade las calles, los centros de rehabilitación se caen a pedazos, las universidades están pidiendo más presupuesto, y las ciudades fronterizas se están quedando vacías.

Muchas instituciones y ecos de comunicación durante años se ha dedicado a construir un discurso sistemático para encasillar a los jóvenes, siempre han sido rebeldes, soñadores, apáticos, carne de cañón,  ahora la preocupación es porque hay muchos Ninis, pero pocos señalan que no es porque quieran estar en esa situación de impasividad, sino porque simplemente no hay oportunidades, la educación y el trabajo son un derecho pero en nuestro país es un derecho que se gana con el esfuerzo individual, el esfuerzo de las transas, de la lambisconería, el de agachar la cabeza, de estirar la mano.

Son pocas oportunidades las que los jóvenes tienen, las reformas a la educación convierten a las escuelas públicas cada vez más en centros de formación de insumos productivos para el mercado, se educa para el trabajo asalariado, no para el trabajo dignificante, se educa para secar la creatividad, para arrebatar pulseras, colores y peinados raros y amoldar esas mentes y cuerpos diferentes a lo que el modelo productivo y político de la sociedad exige.

El bajo presupuesto a la educación, a la cultura y a los espacios públicos principalmente, provocan una migración juvenil que se da hacia diversos puntos dependiendo de las posibilidades materiales y de la mucha o poca fuerza de voluntad que el sistema cultural le impregna a sus acciones, unos se ven obligados a salir a la calle de la cual probablemente nunca regresen, otros tienen que construir fortalezas en sus barrios para recuperar un espacio que la sociedad les niega, unos más optan por las filas de grupos paralegales o crimen organizado, otros optan por pequeños actos de delincuencia para sobrevivir.

Los más afortunados se encierran en su casa, encontrando en el mundo virtual la capacidad de elegir la realidad que quieren ver, toman la opción de la fiesta, del desenfreno por un momento que se debe alargar lo más posible, el sacrificio por el cuerpo bien parecido. También hay quienes replican el sistema, siguen a los partidos y entran a cámaras congeladoras donde los forman y moldean en las artes de la política, en la corrupción, en la lucha de intereses, en las identidades cerradas.

Es importante pensar en limpieza social, teniendo 3 masacres en menos de una semana en México, con un saldo total de 42 muertos, dirigidas contra jóvenes en centros de rehabilitación, centros que están olvidados por el gobierno por lo que aparte de no haber espacios, tienen una atención deficiente. El mensaje en esas masacres es claro, limpiar la ciudad, así como el mensaje del gobierno es de limpiar el país.

La cifra de los jóvenes en situación de exclusión supera a los casi 7 millones que dio a conocer el rector de la UNAM,  hay 19.2 millones de jóvenes entre 15 y 29 años que no están escolarizados, se quedaron en el rezago educativo y tampoco continúan con sus estudios superiores. Esta es la cifra más alta de todos los países de la OCDE.[1]

No es casual que el rector de la máxima casa de estudios del país, donde se rechaza a más del 80% de los aspirantes, haya salido a presentar este problema gravísimo al Estado, él, como muchos otros rectores viven de frente la situación en la que el gobierno de nuestro país tiene a la educación pública, donde tenemos 10 universidades públicas en situación financiera insostenible y 11 más en situación crítica según un documento de la SEP, que en este mismo estudio, la secretaría señala como factor fundamental de la crisis a las jubilaciones, por lo que la recomendación fue clara: aumentar el tiempo de trabajo para la jubilación.[2]

En aras de cuidar las “finanzas” el gobierno mexicano está acelerando la pobreza y el desempleo así como la falta de oportunidades, es muy simple ordenar las ideas y darse cuenta de que al alargar la edad de las jubilaciones, hace que por más tiempo sigan ocupados puestos de trabajo a los que los jóvenes podrían acceder, algunos investigadores señalaban hace algunos años que este tipo de políticas podrían generar en un tiempo, actos de violencia contra adultos mayores ya que se les vería como enemigos ocupando un lugar, sin embargo por el momento, las cosas han sido al revés, el exterminio es contra los jóvenes.

Los asesinatos de jóvenes no son una novedad de la semana pasada, ya desde 2008 y 2009 ha habido masacres y muertos en “fuego cruzado”, de las casi 30mil muertes registradas por la “guerra contra el narco” el 70% son menores de 29 años; pero siempre se ha tomado la vía rápida para decir que son ajustes entre pandillas, problemas de mafias, mientras los soldados disparan a quienes no se detienen en los retenes, y les siembran armas a los cadáveres. Y las cárceles están llenas de los chivos expiatorios, los que roban para comer, para acceder a un nivel de vida que constantemente ven pasar ante sus ojos y no entienden porque ellos no pueden, es escalofriante ver por ejemplo, que 51 de cada 100 presos en México son menores de edad[3].

Gustavo de la Rosa Hickerson, visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Chihuahua escribió en un diario de circulación nacional que personas civilizadas y honorables, incluso algunos funcionarios de gobierno, le dijeron que a la basura social hay que tirarla al caño. Claramente el Estado se quita la responsabilidad de impartir justicia y dar seguimiento a delitos al atribuirlo todo al narcotráfico y las mafias, aquí el número no miente, la PGR sólo investiga el 8% de los asesinatos ocurridos en el país, bajo el argumento de que son asuntos estatales. ¿Entonces como sabe que son daños colaterales?

Así el gobierno se puede lavar las manos, y atribuyéndole todo a los criminales, abona en la construcción del miedo en la sociedad, y cuando esta se decide a romperlo el Estado se hace presente para impedirlo, un puñado de juarenses que lograron romper el terror realizaron la caminata contra la muerte como la primera actividad del Foro Internacional contra la Militarización y la Violencia, por una Cultura Diferente. Cuando la marcha llegó a las Instalaciones de la Universidad, la avenida se llenó de camionetas de la Policía Federal y los uniformados de la dispararon contra los participantes hiriendo de gravedad al estudiante de sociología José Darío Álvarez.

Patricia Cerda, investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo León arroja un dato escalofriante: casi 30 mil jóvenes están integrados en algún tipo de pandilla tan sólo en el norte del país. No hablamos de pandillas de jóvenes que se reúnen para defender territorio o para realizar actos vandálicos “aislados”, son grupos criminales de limpieza social, escuadrones de la muerte, organizaciones paralegales que son contratadas tanto por el narcotráfico, como por empresarios y por actores políticos, frente a un gobierno que no mete las manos, que ni siquiera se preocupa por investigar los delitos.

En México no ha desaparecido el Estado, ha sido tomado por los partidos políticos, por los grandes medios de comunicación, por los intereses económicos que tienen votos en contra de la regulación del tabaco, a favor de la comida chatarra en las escuelas, a favor del olvido de la historia en los planes de educación, a favor de negarles espacios públicos a los jóvenes para que su única alternativa sea el mercado.

LA SITUACIÓN EN COLIMA

Sin fines proféticos me gustaría señalar que hace aproximadamente 6 meses escribí que atender con certeza el sector juvenil en las ciudades era necesario ya que hay un bono demográfico que podría permitir un detonante del desarrollo y de la productividad en la ciudad que se vea reflejado en el mejoramiento de los niveles de vida así como de los servicios ofrecidos por el Estado y que está en riesgo latente de convertirse en un impulsor de la violencia, el miedo, y una serie de fenómenos que obligan a los gobiernos a retraerse o bien a desarrollar políticas restrictivas y represivas, cualquier escenario en detrimento de la construcción de una ciudad desarrollada y armónica.

Para 2006 en Colima el porcentaje de adolescentes que han fumado 100 o más cigarros en su vida rebasa en un 2.2% a la media nacional, el consumo de alcohol en la población de adolescentes de 10 a 19 años en colima, se estima en un 40.4%, mientras que la media nacional es de 17.7% (Colima se presenta como el máximo nacional de consumo de alcohol entre adolescentes).

La proporción de adolescentes con daños a la salud por accidentes fue de 9.8%, mientras que el  promedio nacional es de 8.8%, los principales tipos de agresiones reportadas son  golpes patadas y puñetazos con el 56.3%, le sigue otro tipo de agresiones o maltrato con 23.3%. El 43.7% de las agresiones ocurrieron en el hogar, el 23.2% en la escuela, el 22.0% en la vía pública. Acerca del intento de suicidio, la prevalencia entre los adolescentes de Colima es de 1.6%, la cual es ligeramente mayor a la reportada en el ámbito nacional.

“Cabe destacar que si bien los índices de violencia se presentan por debajo del nivel nacional, estos muestran una tendencia a la alza debido al crecimiento de la ciudad y a un desarrollo desigual de sectores sociales, aunado a tendencias y modas que la globalización obligatoriamente marca en los jóvenes debido al uso de las nuevas tecnologías de la información y la alta exposición a mensajes mediáticos así como la condición de incertidumbre que la modernidad presenta a la constitución del sujeto juvenil, como es el uso de alcohol y estupefacientes, la violencia, la deserción escolar y otros.”[4]

Lamento terriblemente estar comprobando la tendencia que las estadísticas nos daban cuando las cruzamos con las dinámicas mundiales, nacionales y locales, lo urgente es que esta tendencia puede continuar a la alza, accidentes, violencia, suicidios, son malestares de un modelo social en todas sus dimensiones, no responden a un gobierno ni únicamente a la televisión o las drogas, no estamos ofreciendo a los jóvenes trabajo ni educación pertinente para ellos, no se atiende a su salud emocional la cual no se trata en consultorios.

Pero más lamentablemente que la otra tendencia esté cobrando forma, los gobiernos se están retrayendo y aplicando políticas restrictivas y represivas, de contención y aislamiento, como si los problemas fueran anomalías de un orden perfecto, las instituciones y la mayoría de los portavoces arman un discurso para proteger al joven del mal, para cerrar los antros, para hacer más duras las leyes contra el alcohol y el desenfreno lanzándolos cada vez más hacia los límites físicos y no físicos del espacio social.

Hace algunos años se propuso la creación de un espacio en la ciudad para que los jóvenes pudieran asistir a tomar, inmediatamente medios de comunicación e instituciones satanizaron la propuesta defendiendo la moral y el orden (que por cierto muchos ni siquiera conocen) y rechazaron el apodado chelódromo, recuerdo también la realización de foros que hubo en el Estado donde los jóvenes propusieron por mayoría la extensión del horario de cierre de discotecas y bares, tampoco se les hizo caso. El problema no radica en la permisividad o no permisividad, si no en ver que tan lacerante es la realidad que empuja a la vida nocturna, a la violencia, a la despreocupación por el cuerpo y el desprecio por la vida.

Colima también tuvo su explosión juvenil en los años que el país se convulsionaba, solo que aquí el proceso adquirió tintes diferentes, después de un movimiento estudiantil bastante fuerte, siguió un proceso de cooptación al igual que en el resto del país, pero por las características demográficas y territoriales de nuestro Estado, esto facilitó la consolidación de un grupo de poder que gozó de la hegemonía política alrededor de 30 años.

Los espacios clave para ejercer y conservar el poder en Colima se distribuyeron principalmente en 4 frentes: el Gobierno del Estado, la Universidad de Colima, el PRI y la Federación de Estudiantes Colimenses. En el Estado se captó también la importancia de la juventud como botín político, como un sector social que contener, por lo que se fueron diseñando una serie de mecanismos de participación y de inclusión todo alrededor de la vida política que giraba en torno a este grupo.

Producto de estas dinámicas hoy en día se cuenta con una infraestructura política y administrativa dedicada especialmente a los jóvenes en Colima, una Federación de Estudiantes, una Secretaría de Estado, tres institutos municipales. A pesar de esto se registra discriminación por parte de los cuerpos de seguridad, un sistema deficiente de becas, pocos espacios para la recreación, la cultura y el deporte, aunado a escasas alternativas de participación política.

Tener una amplia infraestructura institucional con una situación tan paupérrima para los jóvenes encuentra su respuesta en cómo se les mira, lejos de ser sujetos pleno de derecho se les considera ciudadanos en formación, situación donde no son capaces aún de pensar por sí mismos ni de valorar situaciones y tomar decisiones, aquí cobra sentido entonces su manipulación.

Colima tiene los índices más altos a nivel nacional de consumo de alcohol entre adolescentes, y si bien los índices de violencia[5] se presentan por debajo del nivel nacional, estos muestran una tendencia a la alza debido al crecimiento de la ciudad y a un desarrollo desigual de sectores sociales,  si el crecimiento que Colima experimentó a partir de los años 80 con Miguel de la Madrid en la presidencia disparó un cambio drástico en la dinámica de las ciudades, el ambicioso plan que se ha propuesto esta administración estatal prende un foco de alerta que es imprescindible atender.

En general el discurso en Colima sobre los jóvenes es criminalizador, acciones gubernamentales como el operativo mochila,  la negación de la utilización de espacios públicos para la realización de actividades como tocadas, el escaso destino de recursos para el apoyo a la creación juvenil, van reduciendo cada vez más el campo para la generación de indentidades y el reconocimiento con sus pares. En estas esferas es donde se vuelve preocupante el crimen como opción para los jóvenes, no es sólo una cuestión de empleo, muchos en las organizaciones criminales encuentran una comunidad que les da la oportunidad de crecer, de demostrar sus capacidades, “Pos si a mi un narco me invita a trabajar primero le pregunto a la banda pero yo creo que si vamos, aca ya ves que esta cabron, si queremos tocar en un jardín es raro que te dejen y si pides un equipo de sonido menos así que pues mínimo de ensayo podría servir[6]

Aproximadamente en los años 90 la moda del liderazgo comenzó a entrar en Colima, seminarios, cursos, conferencias y una serie de espacios dedicados a promover esta actividad posmoderna entre las y los jóvenes fue impulsada desde la iniciativa privada, los gobiernos y diversos entes de educación como una estrategia formativa.

Plantar el tema del liderazgo es de entrada una cuestión de exclusión, no todos pueden ser líderes, por lo que se tiene que competir por ese puesto. Los valores que promueve el mencionado liderazgo son por excelencia valores basados en la competencia, en las jerarquías, en la lógica líder-seguidores, esa lógica en la que nuestro país ha estado atrapado por muchos años. Un líder no puede existir sin una masa que dirigir, y para que esta exista debe carecer de capacidad propia para pensar, sentir y trazar su camino.

La cultura del emprendedor vino a sustituir paulatinamente la del liderazgo aunque no la sepultó por completo, el concepto aparece pertinente ya que promueve la creatividad, pero se centró mayormente en el campo de los negocios, por lo que la creatividad se supedita al mercado, aquí entonces el emprendedor tiene que enfrentarse a un problema principal: tener algo que vender.

El hecho de que existan 3 instancias municipales de juventud y una secretaría de Estado no es muestra de la preocupación de los gobiernos por las y los jóvenes, hay que superar esto y ejercer la interpretación, durante mucho tiempo tanto FEC como el ICJ fueron dos bastiones muy importantes para el PRI en cuanto a la movilización de simpatías, votos y mano de obra juvenil, un mercado que el PAN intentó disputar con la creación de los institutos municipales en Manzanillo, Villa de Álvarez y Tecomán.

Dejando de lado la cuestión política de la creación de la secretaria de la juventud que responde a una coyuntura muy específica, hay que dilucidar hasta qué punto la calidad de secretaría de estado beneficia el trabajo con un sector social, al dar el paso de instituto a secretaría podemos ver 2 problemas principales: aumento de la burocracia y caída de la legitimación entre los jóvenes mismos. La duplicación de funciones aparece también cuando diversas secretarías realizan actividades o programas enfocadas a jóvenes, aquí es donde cabe la pregunta de si los sectores sociales se gestionan mejor desde instituciones con mayor grado de autonomía y cercanía con la sociedad o con el ejecutivo.

El mensaje para los jóvenes es: mercado o partido. Hubo quien les ofrecía en los años 70 patria o muerte. ¿Alguien les pregunto si quieren otra cosa?

En una de mis experiencias con los movimientos juveniles en América Latina me sacudió que un joven activista social me planteaba que no es sencillo ir a dejarle la responsabilidad a las personas planteándoles problemas sin darles salida o solución, por lo que acompaño este breve trazo sobre la situación juvenil en México y nuestro Estado de la oportunidad que en Colima tenemos para recuperar la capacidad de regenerar la sociedad a través de los jóvenes, no traspasándoles con esto toda la responsabilidad como suele hacerse en los discursos oficiales.

Actualmente el rango poblacional que en colima se encuentra entre los 22 y 30 años aproximadamente son portadores de la sedimentación de experiencias en un entorno muy diferente que el que hoy prima en las ciudades, el incremento del tráfico vehicular, la inseguridad pública y el miedo, la dificultad de acceso a educación, la falta de espacios libres para esparcimiento y desarrollo de expresiones artísticas pueden comenzar a colapsar con una infancia y una adolescencia que se dio en un entorno diferente, es aquí cuando el costo del progreso comienza a ser cuestionado.

Propuestas como la promoción de la bicicleta, las iniciativas en promoción del medio ambiente, las bandas de rock que en su música convocan y expresan, incluso los anónimos grafiteros que pintan libertad o le ponen nombre a la ciudad que les niega su espacio son voces de una juventud que quiere recuperar la ciudad, que no la quiere para el PRI ni para el PAN pero tampoco para ellos. ONG´s, Asociaciones Civiles que tienen que constituirse legalmente para poder obtener recursos o reconocimiento oficial, nuestros premios de juventud, la mayoría no le hablan al gobierno ni al partido, le hablan a la sociedad, saben que ahí se construyen las opciones de desarrollo, entre todos y donde todos quepan. ¿Vamos a darles los espacios o a ofrecerles puestos, dinero y maneras de “hacer las cosas bien”?

Dejo unas preguntas para los legisladores, partidos políticos y demás, preguntas que solo encontrarán pistas adecuadas si se buscan resolver escuchando a los que por mucho tiempo se les ha negado la voz.

¿Cómo sacar la ley de juventud de la letra muerta?

¿Cómo quitarle el control de los organismos de juventud a los partidos y los intereses político-económicos?

¿Por qué no asegurar la educación pública y gratuita hasta el nivel superior?

Como dice Ricardo Rocha, estamos matando a nuestros jóvenes, y con ellos nos vamos muriendo todos lentamente, poco a poco.

 


[1] Estudio Mejorar las escuelas. Estrategias para la acción en México. OCDE. 2010.

[2] Nota del El Universal 25 de Octubre de 2010

[3] INEGI. Hombres y mujeres en México. 2005.

[4] Por el autor. Marzo de 2010.

[5] INEGI. Estadísicas vitales. 2003

[6] Diario de campo 29 de Octubre 2010.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí