Mi affaire con las ferias

En palabras Llanes
Por: Alberto LLANES

No se me juzgue. Yo, como la mayoría de los colimenses, he disfrutado de las mieles de la feria de Todos los Santos y, dijeran por ahí… ¿y qué tiene?

He titulado este espacio como mi affaire con las ferias porque, desde que iba al Bachillerato 16 he vivido ambas ferias de muy cerca «y hablo de la feria de la Villa y de Colima». Resulta que, en aquellos ayeres, la feria de Villa de Álvarez, con sus terrazas, su palenque, la petatera y todo su folclore se ponían justo enfrente de las instalaciones del bachillerato en mención. Estoy hablando de la década de los años noventa más o menos. Entonces, las fiestas me quedaban ahí, al pie. No es que haya sido «y particularmente en aquellos años lo era menos» afecto a la música banda. Tampoco se me juzgue por eso, pero la fiesta es la fiesta y a quién le dan pan y que ande llorando. En una ocasión no entré a ninguna clase y me la pasé en las famosas terrazas, cubeta tras cubeta tras cubeta…

Obviamente no concluí mis estudios ahí. Reprobé todas las materias y me metí en problemas con mis padres, pero lo bailado nadie me lo quita. Hice un año de servicio comunitario en el CONAFE «ahí conocí a Víctor Manuel Cárdenas Morales» y mi destino siguiente fue el Cedart Juan Rulfo. Cuando me dijeron dónde quedaba la escuela que, yo no conocía, la referencia que me dijeron fue: «Frente a la feria de Colima, en la estancia». Sí, otra vez la bendita feria. Mi padre tuvo miedo, mi madre también. Yo me sentí seguro y en mi hábitat natural. En el Cedart encontré mi verdadera vocación y, aunque luché «y en realidad lo sigo haciendo» contra muchos monstruos y contra el rechazo o el no, me dediqué a la literatura. Lamentablemente en aquellos ayeres en el Cedart Juan Rulfo no había específico de literatura, pero no me hizo falta, porque mi paso siguiente fue la Falcom.

En el Cedart, amén de que la feria quedaba, de nueva cuenta justo enfrente, me sentí parte de la comunidad y ayudaba, en los días de feria, a cuidar el estacionamiento, propusimos llevar a cabo año con año cafés literarios, donde además de ir a beber café, comer un par, un tamal o algo por el estilo ad hoc a las fechas, la gente pudiera ver un espectáculo artístico de cierto nivel y que nos sirviera como escenario para ir practicando nuestras presentaciones al momento de egresar.

Así pues, montamos espectáculos de guitarra, danza, teatro, pintura y todo esto lo engalanábamos con el majestuoso altar del día de muertos donde, guiados por los profesores/as del plantel, poníamos año con año para la gente que nos visitara en el Cedart, lo pudiera apreciar.

Con todo esto quiero decir que la feria pasó a segundo plano, ya no fue tan importante como para volarme todas las clases e irme a emborrachar; además, la otra cuestión es que, la actividad en el Bachillerato 16 era en la tarde, justo cuando la feria de la villa empezaba su actividad; en el Cedart yo iba por la mañana, así que la tarde la empleaba en sí, ir a la feria, cuidar el estacionamiento, trabajar en ciertos shows artísticos que presentábamos en la Concha Acústica o Teatro del Pueblo y a divertirme diariamente, porque en tres años de bachillerato la consigna era ir diario y a cada hora, a la bendita feria, nada más era cuestión de cruzar la calle y listo, ahí la teníamos, a disposición…

Estos días me gustan porque huele a feria, a gorditas de nata, a recuerdos de aquella adolescencia alocada y rockera que viví mientras me formaba en educación artística en una gran escuela como lo fue el Cedart. Estos días uno recorre los pasillos de la feria y encuentras personas que de pronto no te topas en el día a día y te emocionas de verlos, como cuando tenías dieciséis, dijera aquella vieja canción…

Así son estos días de feria, el ambiente es diferente, suena a música, suena y huele a comida, a vendedores de cobertores y trastes, a juegos mecánicos y niños/as corriendo, con sus risas, su emoción de ver un año más las atracciones que vienen junto a la feria. Yo estoy, por ejemplo, para ir a ver a mi esposa Alejandra Guzmán, jajaja…

Mis padres pudieron estar tranquilos y verme más o menos convertido en un hombre de bien después de tanta feria.