TAREA PUBLICA

COMBATIR ADICCIONES

Por: CARLOS OROZCO GALEANA

Nuestro tiempo se caracteriza porque ha traído, con el desarrollo, hábitos variopintos de los seres humanos, procederes  que  tienen   un gran poder destructor a la larga no solo de quienes son sus autores sino de los que  rodean a éstos en la familia, en las organizaciones, en el trabajo, en todo lugar.

Son una verdadera calamidad social las adicciones  los productos estimulantes,   que han atrapado en forma  fatal a millones de personas en el mundo por la debilidad de conciencia, por el entorno social  cargado de estereotipos, por desequilibrios o rupturas familiares, por carencias económicas, por influencia de quienes manejan el infierno de las drogas. Y el saldo no puede ser más lastimero:   cientos de miles de personas o más padeciendo olvido, pobreza, carencia de satisfactores mínimos de supervivencia, gente que a veces no encuentra algo de alimento o donde vivir  o dormir siquiera y que es socorrida a cuenta gotas por una sociedad que  olvida a los más necesitados inmersa como está en la esfera de un individualismo trágico y  más cruel del que se tenga memoria.

En contraparte a ese problema, hay auxilios o atenciones mínimas que parten de presupuestos públicos exiguos o de organizaciones no lucrativas que algo aportan pero cuya  participación es insuficiente frente a las necesidades imperantes.

Fue Kike Puga, quien en páginas de El Noticiero (28 de febrero pasado) puso el dedo en la llaga al recordarnos que los ayuntamientos de la entidad dejaron de proporcionar becas para el tratamiento de personas con adicciones y con ello, se olvidaron de pacientes y familias a las que dejaron sin atención médica y psicológica.

Kike fungía en ese tiempo  como director de los centros de recuperación contra adicciones,  quien convocó a alcaldes a que en sus presupuestos no se olvidaran de este problema social, sobre todo porque al interior de los cabildos los regidores ganan millonadas por hacer casi nada; ellos si auto adjudican lo que pueden: salarios exorbitantes, prestaciones, apoyos para gasolina, celular, secretarias adjuntas etc, lo que constituye una aberración en estos tiempos de crisis.

Hago un paréntesis sobre ese asunto para referirme a un despropósito más: los altos sueldos que se pagan en el IEE, que alega falta de presupuesto mientras sus consejeros se llevan a la bolsa varias decenas de miles de pesos mensuales ( la consejera presidenta Adriana Ruiz Visfocri nomás se embolsa, según el abogado Nelson Ocón Gutiérrez, 155 mil 583 pesos   y el resto de consejeros 95 mil pesos. Qué caros estos servicios a la patria).  Esas condiciones económicas del IEE son una barbaridad que alguien tiene que corregir. Es casi como un saqueo a ojos del público.  Ni Obama ganaba eso. La 4T debe llevar hasta lo último una rectificación prioritaria en el pago de sueldos a funcionarios.  Que nadie, por ejemplo, gane más que Indira la gobernadora. Que se limite el gasto en actividades no prioritarias.

Pero volviendo al tema de las adicciones,  Kike se pronunció, y  yo junto con él, por una política de Estado orientada a combatir las causas de nuestros rezagos, no los efectos, pues ya se ve en todo México que aunque llenen las calles de patrullas o soldados la violencia sigue igual. México es muy violento porque no tenemos una cultura y una educación verdaderamente formativa. No hay decisiones de Estado que culminen con la aplicación de las leyes en forma correcta, oportuna. Somos la república  del mundo donde más abrazos se reparten, pero donde hay más balazos y más muertos como si estuviéramos en guerra permanente con algún país más poderoso que el nuestro..

A ver si no corren a Kike, dije cuando escribí estas líneas,  por decir, además, que faltan psiquiatras, medicamentos   para atender a los adictos y a quienes padecen enfermedades mentales, motivo por los cuales  urgió al Congreso local a no darle la espalda a estos problemas y legislar lo conducente para ampliar la colaboración entre instituciones y  la sociedad en general.

En cuanto a las adicciones por consumo de psicotrópicos que tanto daña a las familias y a la sociedad, ha de haber un esmero especial. No importa que durante un tiempo no se hagan obras públicas pero que, en cambio, se atienda a sectores de población que han sido olvidados en parte porque  los presupuestos cada vez ajustan para menos y se necesita de una amplia visión social para ver dónde se requiere el auxilio gubernamental.

Tiene que haber un plan que contemple la prevención inmediata respecto al consumo de enervantes, constituirse en política de Estado y con la evaluación incluida, pues ya se sabe a dónde se va todo ( a la goma)  cuando las cosas se dejan a la deriva.

Es deseable que tenga eco la propuesta que hizo Kike Puga aunque algún día se separe del cargo; que se genere también una conciencia plena del daño que ocasionan las drogas a quien las consume y a las personas que   los rodean.  No hay recursos mejor empleados que aquellos orientados a generar bienestar a quien lo necesita verdaderamente. Lo demás, las otras cosas, pueden esperar.