Luis David Adame sale en hombros de La Petatera, se llevó tres orejas

Colima.- El más joven de los toreros que se presentaron la tarde de este 14 de febrero en la plaza de toros La Petatera, en el arranque de las corridas formales de las Fiestas Charrotaurinas de Villa de Álvarez 2017, Luis David Adame, salió en hombros del ruedo al llevarse tres orejas y ser el más aplaudido por el público.

Con su primer toro, “El Totito” de 505 kilogramos, ya se había ganado una oreja al haber hecho una estocada completa.

En el segundo y último de la jornada, realizó una serie de remolinillas para lucir la faena, enfrentamientos al toro “Señorón” de 505 kilogramos, soltó la muleta y quedó de frente al toro en varias ocasiones, hasta que finalmente le quitó la vida en la primera estocada hundiendo el “rejón de muerte” hasta el fondo del lomo del toro.

Por estas acciones el juez de plaza le otorgó las dos orejas; y aunque la gente pidió otorgarle el rabo, no lo concedió. Llevándose tres en total.

A manera de reconocimiento al fallecido bovino, el juez también ordenó el arrastre lento del toro remolcándolo por la circunferencia de la Plaza al tiempo en que la gente gritaba “¡Toro, toro!

El que también se llevó una oreja tras matar a su segundo toro fue Miguel Ángel Perera, quien para gran parte del público obtuvo un reconocimiento inmerecido, pues pese a encajar a la mitad la “espada de muerte”, el toro cayó.

La actuación de Octavio García “El Payo”, dejaron inconformes a los asistentes. En el segundo toro, incluso, intentó cuatro veces encajar el “rejón de muerte”, hasta que finalmente el toro pereció.

“Por esto te dejó Marisol”, gritaba la gente.

La despedida del rejoneador Rodrigo Santos, tras 30 años de trayectoria, también dejó insatisfecho al público, pues recibió tanto aplausos como abucheos.

El rejoneador avanzaba lo suficientemente lento para tentar al toro a seguirlo, le hundió el primer rejón. Regresó al burladero de matadores para pedir un rejón del mismo tamaño, volvió a intentar encajarlo, pero falló.

El toro ya no lo perseguía, pero se enfrentaba al caballo cuando esté corría hacia él. Nuevamente le encajó un rejón de castigo, después logró encajar parte de las banderillas.

Cuando se veía muy dañado, comenzó el trabajo de los Forcados de Mazatlán, de los que su trabajo es establecerse en línea recta para detener al toro de frente con su cuerpo.

Al enfrentarlo, el toro avanzó por encima de uno de los forcados hasta hacerlo dar marometas por debajo de sus patas, pero rápidamente todos se fueron encima del toro, uno de ellos, incluso, lo jaló de la cola cargando en ella su peso.

Continuó la labor del rejoneador. Rodrigo Santos encajó solamente la mitad del rejón de muerte, y aunque la cuadrilla de toreros movía sus capotes con la intención de cansar al toro, este seguía sobre sus patas.

El rejoneador pidió la espada de descabelle y en el primer intento el toro cayó pero no murió. La banda tocó un aviso, el toro cayó al piso y el puntillero hundió si cuchillo en la nunca, provocando la muerte del animal.

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