LOS SISMOS EN COLIMA

Los sismos en Colima: Siglo XVI

Raymundo Padilla Lozoya* Primera de dos partes.

Existen pocas referencias acerca de los sismos ocurridos en la historia de Colima durante el siglo XVI. Creo que las principales razones son porque aún quedan muchísimos documentos del siglo XVI por ordenar y paleografiar, y porque existen poquísimos historiadores con apoyo para dedicarse a la revisión de decenas de cajas con diversos expedientes de distintas cantidades de delicadas fojas amarillentas escritas en castellano antiguo.

Por consecuencia, para algunos historiadores ha sido más práctico copiar lo poco que sus antecesores han publicado. Pero aún este trabajo de recopilación y transcripción es valioso para identificar ¿qué se ha publicado en la bibliografía histórica acerca de los sismos registrados en Colima durante el siglo XVI?

Cuando se revisa la bibliografía histórica colimense y se localiza la descripción de un sismo y sus impactos, lo primero que debe hacer un historiador de desastres es cuestionar la fuente histórica del dato referido. Y desafortunadamente en muy pocas ocasiones es notable la fuente histórica, es decir, casi nunca está referida o citada alguna fuente histórica, como lo puede ser un documento de archivo, diario, crónica de viajero, correspondencia o bando. Debido a esta condición, realmente pocos datos acerca de sismos los considero confiables. He encontrado escasos registros históricos de sismos que provienen de fuentes históricas fidedignas, rastreables en archivos y tangibles, en otras palabras, he notado que la mayoría de referencias a los sismos percibidos en Colima durante el siglo XVI y registrados en bibliografía histórica son de procedencia cuestionable.

En su mayoría, los historiadores empíricos que han identificado sismos en Colima durante el siglo XVI omitieron mencionar la fuente de donde obtuvieron el dato o descripción. De esta manera el historiador empírico se ha convertido en “la fuente” única de varios datos. Por lo cual, al historiar el tema de los sismos en el siglo XVI, uno se enfrenta con la disyuntiva entre confiar en la honestidad del historiador empírico y registrar el dato como verídico; registrar el dato mientras se confirma con alguna fuente histórica documental (lo cual puede ocurrir nunca); y eliminarlo. Yo he optado por registrar todo lo que encuentro y sigo buscando. Confío en que al paso de los años surgirá una fuente histórica que confirmará o desmentirá el dato publicado actualmente. Me anima pensar que la historia se escribe al paso de los años y nunca se debe escribir a prisa. Incluso a veces uno no alcanza a escribir todo lo que recopila.

Entre los libros de historiadores formales, me refiero a quienes tienen alguna instrucción académica en las formas de historiar, también son escasos los datos y descripciones de sismos en Colima en el siglo XVI. Sin embargo en estas obras son más evidentes las fuentes históricas. Pero sólo combinando las historias empíricas y las académicas, podemos tener una recopilación más amplia acerca de los sismos percibidos y registrados por españoles avecindados en este territorio.

El libro Colima en Panorama, publicado en 1967 por el historiador Juan Oseguera Velázquez, reporta que el «Primer temblor de que se tiene noticias” (305) ocurrió el 27 de mayo de 1563. Este dato también lo confirma el historiador José Levy en el capítulo “Los terremotos en Colima” publicado por Francisco Blanco (2004) en el libro Renacimiento y grandeza, el primer terremoto del siglo XXI. Literalmente Levy dice: «Según los documentos que se han encontrado, se menciona como primer terremoto registrado el del 27 de mayo de 1563, al cual Jorge Piza Espinosa lo cataloga como de magnitud 7 en la escala de Richter” (25). Cabe precisar que no se citan “los documentos que se han encontrado” ni las razones por las cuales “Jorge Piza Espinosa lo cataloga como de magnitud 7 en la escala de Richter”, a pesar de la nula descripción de los impactos.

Pero parece que el primer sismo en Colima no fue registrado el 27 de mayo de 1563, como lo publicaron Oseguera, Levy y Piza, porque según dice el cronista fray Antonio Tello, el visitador español Lebrón de Quiñonez partió de Colima en 1554 “y las cosas volvieron a tomar su curso. Los temblores derribaron [en 1559] la iglesia parroquial de la villa; y derribada quedó por veinticinco años, durante los cuales el vicario dijo misa a los despreocupados parroquianos en una ramada. (Tello, vol. III, 179, en Reyes, Juan Carlos, 1995, 224) En pocas palabras, los primeros temblores percibidos en esta villa ocurrieron en 1559, según Antonio Tello, citado en la obra La antigua provincia de Colima, siglos XVI al XVIII del historiador Juan Carlos Reyes.

En 1568 probablemente ocurrió un sismo, pero el dato es impreciso. Según cita en la obra El convento de Almoloyan, presencia franciscana en Colima de la Nueva España (2004) el historiador José Miguel Romero de Solís, «En cuanto a la fábrica [sic] material del convento [de Almoloyan], pueden registrarse tres fases distintas a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI. La primera, iniciada a partir de 1554, era de mampostería `de cal y canto`, al decir de Ciudad Real, pero fue derribada por un terremoto quizás en 1568” (50) Evidentemente la palabra “quizás” siembra duda en el año y en la fecha específica, por lo cual habrá que esperar a que otras fuentes históricas amplíen la información.

En 1576 parece que ocurrieron otros movimientos telúricos, pues según el historiador Francisco Hernández Espinosa dice: «Funcionaba el convento franciscano felizmente en medio de la satisfacción del propio pueblo de San Francisco, cuando apareció la calamidad de los sacudimientos terrestres. El volcán de Tzapotlán, como se llamaba por entonces al hoy Volcán de Colima, inició sus erupciones por 1576, haciendo temblar la tierra con más o menos frecuencia, en medio del temor de los naturales que en más de una vez intentaron abandonar la región» (El Colima de ayer, 2009, 167).

Tomando como base el fragmento descrito por Hernández Espinosa, parece que hubo coincidencia de sismos con actividad eruptiva. Desafortunadamente el autor omitió la fuente donde están descritos los reiterados intentos de los naturales por abandonar la región. La fuente histórica con la descripción ayudaría a identificar cómo mostraban su temor los naturales, o si temían a los sismos o a la actividad eruptiva. Estas reflexiones serían interesantes, pues deduzco que los naturales conocedores de su suelo vivían en casas de materiales livianos y mantenían una relación ritual con los volcanes y su actividad eruptiva. Tal vez les representaban como deidades, como es común en otras culturas. Creo que los naturales temían y huían ante el colapso de las construcciones realizadas por los españoles. Y además creo que se contagiaron del temor de los españoles a la actividad eruptiva. Pero poco es posible precisar sin la fuente histórica tangible.

Por fortuna el fragmento descrito por Hernández Espinosa es más rico en información que la referencia de Carlos Elio Brust Victorino, quien solamente reportó “Temblor” (Manzanillo, su historia, toponimia, política, sociedad y cultura, 1993, 99). Por su parte, el historiador Juan Oseguera Velázquez señala que en 1576 ocurrió un «Terremoto y primera erupción del Volcán en la época Hispánica» (Colima en panorama, 1967, 305).

En la siguiente entrega describiré el sismo más documentado por fuentes históricas y del cual se conocen mayores impactos y reacciones sociales durante el siglo XVI.

 

* Licenciado en Letras y Periodismo, maestro en Historia y doctorante en Antropología en el CIESAS DF. Integrante de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos.

Urgencias: raypadillalozoya@hotmail.com y raypadillalozoya@gmail.com

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