Los «indignados» de Israel

Una villa con tiendas de protesta se extiende por la angosta franja de tierra que corre entre las dos líneas de tráfico en esta calle transitada.

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Hay pancartas de enojo denunciando al gobierno y quejándose del precio de la vivienda, de la vida de estudiante y de los alimentos más básicos.

La atmósfera es un cruce entre la icónica plaza egipcia Tahrir, Woodstock y las vacaciones de campamento del último año en el Sur de Francia.

Un joven mira hacia arriba desde un grupo que entona un canto dirigido por un manifestante con el pecho descubierto. El hombre toca una canción popular lírica con la balalaica.

«Bienvenido a la revolución», grita.

Acusaciones de corrupción

Aquí y allá se ven sofás de cuero o mesitas de café perfectamente organizadas entre las hileras de tiendas. Los «intelectuales» han tomado las calles.

Queso cottage

Y, al ir caminando y conversando con los manifestantes, una joven ofrece helado de una caja donada por una corporación multinacional de alimentos. Tal parece que la revolución ya encontró también sus patrocinadores.

Pero no nos equivoquemos respecto de la profundidad del enojo que impulsa a los manifestantes. Esta la clase de protesta que los gobiernos odian.

Es espontánea. No es el trabajo de líderes sindicales o políticos de oposición. Y no está movida por demandas concretas o concesiones específicas, sino por un sentido de descontento más profundo y generalizado.

No se trata de la absoluta fortaleza de la economía tampoco. El crecimiento y los números de desempleo de Israel son bastante buenos.

Las protestas tienen que ver realmente con cuán dura se ha vuelto la vida para los israelíes ordinarios, la «sal de la Tierra», la espina dorsal de las familias trabajadores y de clase media que trabajan duro, pagan sus impuestos y, sin quejas, cumplen su servicio nacional en el ejército.

Quieren saber cómo es que han terminado en una situación en la que tienen precios suizos y salarios griegos.

Y sospechan que los políticos corruptos y los oligarcas avariciosos tienen parte de culpa.

La crisis del queso cottage

El detonante de este verano de descontento fue una protesta que empezó en Facebook sobre el precio del queso cottage.

Yisrael Aharoni, chef israelí

No es tan excéntrico como suena. Para los israelíes, el queso cottage no es sólo ese viscoso y suave producto lácteo que se encuentra en los departamentos más fríos de las tiendas de todo el mundo.

Para los israelíes este queso es la piedra angular del desayuno tradicional, algo con lo que crecieron, es la comida que extrañan cuando se van de viaje.

Así, un movimiento de protesta, en su mayor parte en Internet, comenzó cuando los israelíes se dieron cuenta de cuánto más caro es su queso cottage que el equivalente estadounidense, francés o británico.

Los productores y tiendas se vieron obligados a reducir los precios, al menos de forma temporal, e Israel celebró una pequeña victoria para el hombre de la calle.

El famoso chef israelí Yisrael Aharoni, quien vive en un departamento de un quinto piso de lujo desde el que se ve la ciudad de las tiendas de campaña, dice que el queso cottage tiene una importancia para los israelíes que es muy difícil de apreciar por los extranjeros.

«Es el sabor del hogar», señala, «no creo que haya una casa en Israel que no tenga queso cottage para el desayuno».

Y no le sorprende que el tema haya despertado un sentimiento más profundo de descontento entre los israelíes ordinarios.

«Estoy emocionado con esto. Realmente espero y creo que va a traer un cambio. Lo hemos hecho por tanto tiempo y la excusa siempre fue que la situación política ya era bastante dura, pero ya no podemos tragarnos más esta excusa».

Ciudades de tiendas de campaña

El foco entonces comenzó a pasar a los problemas arraigados en el mercado de viviendas en Israel y, especialmente, a la carencia crónica de casas accesibles.

Protesta en tiendas de campaña

Cientos de tiendas de campaña se tendieron en las calles de Tel Aviv.

Los problemas son estructurales y profundos. Como ninguna otra nación desarrollada, la mayoría de las tierras en Israel son activos nacionalizados, bajo control y propiedad de agencias estatales burocráticas, un legado de los fundadores de Israel, con sus instintos colectivistas y de izquierda.

Quizá haya sonado estratégico en 1948, pero esto no ayuda a la gente que quiere que se construyan más casas ahora.

Y los procesos de planeación y aprobación también son materia de pesadillas.

Así, es duro para las parejas jóvenes y muchas familias israelíes gastar una debilitante alta proporción de sus salarios en rentas e hipotecas.

Los manifestantes del queso cottage habían mostrado el camino y así nacieron las ciudades de tiendas de campaña. La más grande por mucho es la instalada en Tel Aviv.

Gideon Levy, columnista del influyente periódico liberal Ha’aretz, argumenta que súbito surgimiento de la protesta israelí está conectada con la primavera árabe.

Está consciente de que algunos observadores de fuera desestiman el movimiento de protesta de Israel sobre la base de que los revolucionarios árabes estaban combatiendo por la libertad de expresión y el derecho al voto. En Israel están combatiendo por productos lácteos más baratos.

Levy prefiere hablar de un efecto mariposa que transmite la energía de la protesta desde Túnez hasta Egipto e Israel.

«Las metas son diferentes y el sistema es diferente», afirma. «Pero la convicción es que las multitudes pueden contar y que la gente tiene una opción. Realmente creo que Egipto nos ha dado una lección».

Creciente malestar

El gobierno israelí se ha visto un poco nervioso por este súbito sentido de malestar. El primer ministro, Benjamin Nethanyahu, pospuso un viaje a Europa. Y un apresurado paquete de reformas fue ensamblado, con la promesa incluida de construir más viviendas para estudiantes.

Protesta en Israel

En la ciudad de las tiendas se percibe que cada quien está teniendo su propia revolución. Una mujer aseguró que se trataba de las crecientes dificultades de ganarse la vida como artista callejera.

En cierto nivel eso debilita la protesta.

No tienen objetivos claramente definidos, y por eso será difícil para ellos decir que ganaron y que se lograron sus objetivos en algún momento.

Pero eso crea un dolor de cabeza aún más grande para el gabinete. Ahora enfrenta un verano incómodo on una dificultad que horroriza a todos los gobiernos: un vago, pero peligroso y extendido sentimiento de que no todo está bien.

Con información de CNN

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