Olimpia Coral Melo es una joven activista mexicana de Huauchinango, Puebla, que, tras sufrir violencia digital por parte de una expareja, inició una lucha de siete años para crear y promover una ley que penaliza estas prácticas, la cual lleva su nombre: Ley Olimpia.

Durante su juventud, su entonces pareja divulgó un video privado con contenido sexual que rápidamente se viralizó en México. Este episodio tuvo repercusiones sociales y emocionales en Olimpia, quien cayó en depresión.

A partir de este episodio, formó en Puebla la organización Mujeres contra la violencia de género. Después se mudó a la Ciudad de México para fundar, junto con otras mujeres, el Frente Nacional para la Sororidad, con el fin de prevenir la violencia virtual y acompañar a mujeres que la padecen.

En marzo de 2014, cuando tenía 19 años, presentó una iniciativa de ley en el Congreso de Puebla. Después de insistir, la joven logró que se reconociera la violencia digital y se sancionara hasta con seis años de prisión a quienes comparten materiales íntimos sin consentimiento. Gracias a ello, los 31 estados de la República Mexicana reconocen esto como un delito.

Ley Olimpia

La Ley Olimpia está compuesta por un conjunto de reformas legislativas, en distintos estados de México, encaminadas a reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales, también conocida como ciberviolencia o violencia digital.

De acuerdo con la Ley, son conductas que atentan contra la intimidad sexual:

Videograbar, audiograbar, fotografiar o elaborar vídeos reales o simulados, de contenido sexual íntimo, de una persona sin su consentimiento o mediante engaño
Exponer, distribuir, difundir, exhibir, reproducir, transmitir, comercializar, ofertar, intercambiar y compartir imágenes, audios o videos de contenido sexual íntimo de una persona, a sabiendas de que no existe consentimiento, mediante materiales impresos, correo electrónico, mensajes telefónicos, redes sociales o cualquier medio tecnológico

Se entiende como violencia digital aquellas acciones en las que, por su naturaleza, atenten contra la integridad, la dignidad y la vida privada de las mujeres y hombres causando daño psicológico, económico o sexual, tanto en el ámbito privado como en el público, además de daño moral, tanto a dichas personas como a sus familias.

Para Olimpia, la Ley no es solo un conjunto de reformas legislativas, es un movimiento político que está integrado desde hace 10 años por diversas compañeras que se unieron para enfrentar desde el amor, la resiliencia y la sororidad, el acoso y la violencia digital que, en la mayoría de los casos, viven las mujeres en México y el mundo.

“Nos unimos desde hace una década para entender nuestros propios contextos y poder hacer estrtegias para que otras mujeres no vivan la violencia sexual y virtual que nosotras vivimos. Ahí fundamos Defensoras Digitales y el Frente Social para la Sororidad. Hoy, después de la aprobación de la Ley Olimpia, en México seguimos vigilozas”, cuenta Olimpia a Noticias ONU.

“Cuando digo que sí ha servido, lo digo porque hace 10 años la forma en que se conocía esta violencia era pornovenganza, era una manera sexista de nombrar esta violencia reduciéndose completamente a la revictimización; nosotras nos opusimos a esa narrativa: ni porno, ni venganza: violencia digital.”

Olimpia asegura que, si bien la ley con su nombre aporta de forma importante en la legislación mexicana en pro de los derechos de las mujeres, no es lo único que se necesita para otorgar la justicia que requiere dicho segmento de la población.

“Cuando digo que la Ley Olimpia no es la panacea, es porque yo no sé si alcance para dar la justicia que todas merecemos, no sé si sea suficiente para generar realmente la reparación del daño que una víctima requiere. Pero que no nos digan que luchar no sirve de nada, y que no nos digan que articularnos entre nosotras no sirve de nada.”

Después de 10 años de trabajo y activismo, además de la Ley Olimpia, la activista y sus compañeras han creado un Informe de violencia digital en México, el cual consta de tres ejes principales:

atención a las víctimas
desarrollo de investigaciones, teorías, estudio y reflexiones
llamado a la acción

Ejemplo para otros países

La Ley Olimpia no solo se quedó en la legislación de México, sino que está sujeta a ser replicada en Latinoamérica y en Estados Unidos. Actualmente, se encuentra en discusión en los Congresos de Argentina, Honduras, Ecuador y en Los Ángeles, California. Y se espera que pronto inicie el proceso en Washington D.C.

“En Honduras, Ecuador y Argentina ya se presentó la reforma en el Congreso de la Nación, el proceso va en la creación del dictamen y la votación del pleno; el más avanzado ha sido Argentina, esperamos que este mismo periodo que inició el 1 de marzo, sea un parteaguas para que ya sea parte de la agenda. Y estaré en Washington en donde daré una ponencia con diferentes legisladoras y legisladores para presentarles la Ley en México”, dijo Olimpia.

Sin minimizar el texto mexicano, Olimpia destaca que el esfuerzo que ha hecho junto a sus compañeras del Frente Nacional para la Sororidad: “¿Por qué tomar como mínimo el esfuerzo que se ha hecho sin ser legisladoras, sin tener financiamiento de nada? Lo hemos logrado solo con el arma más fuerte que hemos tenido, que es el amor entre nosotras.”

Olimpia reflexiona sobre el hecho del por qué en Europa o en Estados Unidos, no se reconoce que en México hay un gran avance en el tema de violencia de género en la legislación.

“Decir: ‘En México hicimos una reforma como en Italia, en México hicimos una reforma como en Europa’; pero ni en Europa, ni en Estados Unidos han reconocido que ya hay un avance grande en México en este tema, como la Ley Olimpia. Entonces, me parece importantísimo el espacio que tú nos das y que la ONU nos da, para entender que no todo se decide allá. Y que, además, no es lo mismo vivir en países del Sur y de América Central, que vivir en países con un alto Producto Interno Bruto y con altos poderes de mercado”, explica.

“Además, nuestro contexto es diferente al ser el país número uno en turismo sexual en la pedofilia, al tener altos índices de feminicidios. Hay una falta de participación de las voces hispanohablantes, de las voces latinas, del reconocimiento de que es un trabajo que ya hemos hecho en México. Me parece que es necesario que se hable de esta reflexión, de cómo se interpreta desde adentro”, asegura.