La peste y el cambio

Crónica sedentaria

Por: Avelino GÓMEZ

La pandemia y su inevitable cuarentena ha hecho reconversiones en la sociedad que, en otras circunstancias, no hubiéramos imaginado.

Las prácticas sociales y familiares se han modificado de tal modo que ir de visita a casa de la abuela a pedirle que nos cocine su famoso tatemado constituye, en estos momentos, un verdadero acto de terrorismo sanitario.

Y si antes el mundo parecía tan caótico y ruidoso, ahora encontramos el orden hasta en las filas del supermercado. Incluso —y de esto han dado cuenta los noticieros— el cielo es más azul y el agua de mar menos turbia.

Hace unos días, acá en Manzanillo, el periodista Edgar Cázares tuvo la iniciativa de reportar un atardecer desde la playa de Salagua. Una puesta de sol, en una playa desierta. Tal fue su reporte de ese día para las redes sociales de AFmedios. Una puesta de sol. Y es indudable que el reporte fue uno de los más reconfortantes para quienes mantienen el estricto confinamiento.

En otros tiempos, transmitir un atardecer podría haber pasado como una mera curiosidad. Pero hoy, saber que allá afuera los atardeceres se siguen sucediendo con toda su magnificencia es necesario para la buena salud mental de todos.

Años atrás me preguntaba por qué los periódicos contaban con una nutrida sección de noticias de sociales y, en cambio, jamás aparecía la crónica de la primer lluvia de la temporada.

La respuesta era evidente. Había muchos lectores interesados en saber cómo iban vestidos los novios en una boda, y muy pocos en saber cuántos niños brincoteaban en los charcos de la calle. Este año llegarán otra vez las lluvias y, de seguir en confinamiento forzoso, la primer tormenta habrá de constituir —esperemos—un buen suceso.

Los que no cambian, a pesar de la pandemia, es el comportamiento de los cretinos. Sobre todos de los que están metidos en política y gobierno. Vaya, conozco pesimistas que, ante la situación extraordinaria que vivimos, dejaron de ver todo oscuro; y conozco a optimista que moderaron su desbordante alegría.

Pero hasta ahora, los cretinos siguen igual o más cretinos que nunca. Llegará el día en que se descubra la vacuna contra esta peste, y ellos serán los primeros en exigir ser vacunados. Habrá que resignarnos. Las pestes pasan, los cretinos siguen.