La ebriedad poética de los días, en Los contradioses

DOSIS LIBRESCA
Por: Ihovan Pineda

Leí Los contradioses (Premio Nacional de Poesía Tijuana 2014) de Carlos Ramírez Vuelvas allá por marzo de 2015, cuando el mismo poeta me obsequió su libro, y como dicen que sucede con los buenos libros, hoy, octubre de 2022 que lo vuelvo a leer para hacer este comentario, con motivo de su segunda edición publicada por la UAM, descubro, otra vez, como la primera vez, una poesía pulcra, trabajada en cada uno de sus versos, en cada una de sus estrofas; una poesía de hondo canto, cromática, auditiva, sensorial; es decir, aunque la lectura es otra, y otro es el mensaje, y otras son las enseñanzas bajo estas ahora circunstancias, la calidad poética es la misma.

Los contradioses se edifica por la memoria que hace posible la reunión de la familia. La memoria que evoca un pasado presente a la manera de Ricour y Paz, pero también a la manera de Sabines. La memoria como instrumento para traer al verso los momentos familiares, los amigos, los personajes del barrio, los juegos, la música, el dolor y a los que ya no están; la ausencia de los que estarán para siempre, porque dejando de estar se es, porque se fue siendo. Por ello los contradioses es también un homenaje al hermano que murió.

Como bien lo señala la reseña publicada por la UAM, “a la manera borgiana, estos poemas aspiran a impedir que el incesante y vasto universo imponga las reglas del olvido o de la atroz vuelta de página. Como dijo Ausonio, según la cita de Alfonso Reyes, -el deber más santo de los que sobreviven es honrar a los que ya se fueron-«.

Carlos Ramírez Vuelva es, como lo señala Anahí González, un poeta modernista, no sólo por el color azul frecuente en sus versos, sino por los cromático de toda su obra, por el contraste de los colores de la vida. Así, la simbología y metáfora del azul está en la imagen soplo, en la imagen del dolor, en las imágenes plásticas de la ausencia; en el deseo y la memoria de un sujeto en crisis que combate el pasar de los días. Porque, como bien lo resalta Alí Calderón, “el poema es donde se supera el abismo”.

Por último, debemos decir que en Los contradioses también está el tema de las migraciones, el tema de la vida y la muerte, y el tema infinito del amor. Esta es pues una poesía confesional, autobiográfica, pero que se supera a sí misma, que se eleva por encima de su propio sujeto poético, de su propio autor; poesía que de lo individual se vuelve universal, que de lo subjetivo va a lo objetivo, que es el logro poético.  Por tal razón, en los Contradioses nada es gratis, todo tiene un orden y un sentido, toda imagen lograda en el verso pega, piensa y reflexiona y nos hace pensar, sentir y reflexionar. Es la ebriedad poética de Sabines con que escribe siempre Carlos Ramírez Vuelvas, y se agradece tanta poesía, tanto dolor del bueno.

 

Todo lo que miro

es el deseo. Todo

lo que siento es la memoria.

(El deseo y la memoria)

Te dedico el caos

a ti que nunca lo tendrás.

Y las cosas sencillas que aún aguardan

la risa de los niños, el cántaro de miel

mortal de los poemas.

(El hermano)

Éramos dos

pensaba

cuando supe la muerte de mi hermano

Éramos dos

me repetía

cuando la soledad se hizo

lugar común

señal de las heridas

uno escondido afuera jugaba a seguir vivo

el otro muerto adentro nadie lo veía

(En dos multiplicado)

Hay un sol dulce derramándose

por todos los costados del mundo

(Sandra, madre bailarina)