TAREA PUBLICA
Por: CARLOS OROZCO GALEANA

Uno de los grandes males de la humanidad es la violencia inusitada que el hombre emplea contra el mismo hombre, lobo de sí mismo. En todas las regiones del mundo, con diferencia entre unas y otras según el continente que sea, y según el tipo de gobiernos que prevalezcan, las mujeres viven y actúan en un segundo plano. No pocas viven en un infierno, como en Afganistán, donde apenas se les permite hablar.

Sin duda se ha avanzado en la concepción de que el mundo está habitado por seres iguales, capaces de tener un destino común, y en tal circunstancia y gracias a las luchas de las mujeres es como se ha abierto paso su participación a pesar de la obstinación de los machos en dificultarles su tránsito. Su ascenso ha sido tortuoso, si,   en relación a la dinámica de los varones, pero muy significativo. Hacen falta más féminas  en sitios donde las decisiones trascendentes que ellas toman hagan progresar a las sociedades.  Y , muy especialmente, fomentar entre ellas la  unidad, que no se combatan unas a otras con actitudes egoístas.

La violencia y la muerte siguen persiguiéndolas, no obstante, en su ruta de superación.  Pese a que desde el 31 de julio de 2015 se decretó la primera alerta de violencia de género contra las mujeres, la estadística de terror solo aumentó. Y a seis años de esa fecha, habiéndose planteado como solución ese decreto, que se ha accionado en 23 entidades por violencia feminicida, más de 20 mil mujeres y niñas han sido asesinadas en ese período.

Es en este contexto de crisis  cuando ha alzado la voz la gobernadora Indira Vizcaíno, quien planteó  como propósito fundamental para nuestro país construir gobiernos igualitarios, libres de acoso y de violencia de género. El reto lo planteó  ante gobernadoras, diputadas federales y  alcaldesas electas en un evento organizado por el Instituto Nacional de las Mujeres en el que mujeres destacadas como Rosa Icela Rodríguez (es urgente entender que la misoginia no es norma, dijo ésta ), convocaron hacer valer el principio constitucional de que nunca más un órgano será democrático sin mujeres.

En el camino que lleva recorrido, Indira dice haber conocido casos de acoso a las mujeres en gobiernos. “ Y si  acosan a las que tenemos un cargo público o representativo, imagínense que no hacen con las mujeres que laboran alrededor de un jefe acosador”. Esta afirmación  quiere decir que ella misma ha resentido ese comportamiento de hombres irrespetuosos e insensatos  y por ello es importante que esté decidida a terminar con esa lacra.

Tras valorar que las mujeres avanzan en medio de luchas difíciles y complejas, Indira dijo que es momento en que “nos vayamos acostumbrando a la igualdad, a que las mujeres participen, opinen y decidan lo que es indispensable en la toma de decisiones”. “

Pienso que es necesario el impulso de una cultura de respeto a las mujeres desde el interior de las familias y posteriormente reafirmar esos valores de cuidado en la escuela. En los hogares, debe haber el  interés de que se forme un criterio  en los niños, que sepan  que a las mujeres, como seres iguales que ellos, se les debe respetar, acompañar  y querer.   Los profesores de primaria y secundaria también  pueden hacer mucho para generar condiciones que faciliten la convivencia civilizada entre hombres y mujeres, haciendo ver a todos que cada uno (a) tiene una misión,  un derecho que satisfacer que es el de desarrollarse como personas y cumplir un destino que lleve a una vida plena, libre de violencia y absolutamente feliz. Esta ingente tarea no es obligación unilateral de los gobiernos, pero sí es un tema que estos deben impulsar desde sus políticas públicas.

A Indira Vizcaíno tocará la oportunidad de poner la muestra y darle en su gobierno el lugar que merecen las mujeres. Ojalá opte por las más capaces y no por las que considere más cercanas en sus afectos. A veces, las propias mujeres ven truncadas sus posibilidades de ascenso porque no tienen las características profesionales apropiadas para ejercer funciones públicas. Y se dan casos en que se hace a un lado a mujeres  capaces y profesionales en su ramo,  por convocar  los gobiernos a caras bonitas y amistosas, pero quizá infructuosas.

Los colimenses queremos presenciar  a partir del uno de noviembre próximo un gobierno equilibrado, integrado por los mejores. Entre  los “campañeros”, hay gente muy voluntariosa que espera oportunidades, pero esos afanes no bastan para seleccionar correctamente  a los perfiles que exige el servicio público, por lo que no debe considerarse  extraño que integren los gobiernos a personas calificadas que no estuvieron en las campañas.

Estoy seguro que  la gobernadora predicará con el ejemplo y evitará que la violencia de género contra mujeres  no aparezca en su administración. Este tema lo tiene muy a la mano para impulsar una cultura nueva, de cuidado, de respeto, de integración entre hombres y mujeres, como sociedad armonizada que somos. Funcionario que abuse de su posición y ande de conquistador de malas maneras y sirviéndose del cargo para calmar sus debilidades por el sexo opuesto, tendrá que ir a la calle. No me queda duda que así será.

Los gobiernos tienen que acompañar la conquista de espacios que la  mujer va logrando poco a poco en los cuales participa y ejerce su libertad. Es un logro superior, en tiempos de crisis económica, que siga  beneficiándose de la instrucción pública a nivel técnico y profesional, porque eso le permite ir ocupando cargos cada vez más importantes.

A México le beneficiará avanzar en la democratización del poder. Es deseable que las reglas de acceso a él  sean respetadas e incluso alentadas, a fin de evitar el vasallaje contra las mujeres, cuya contribución es más que necesaria cuando  las sociedades se atoran en el funcionamiento de sus instituciones.