La falta de financiación frena el desarrollo de la investigación sobre el medio marino, cuyas aplicaciones son sin embargo considerables, advierte el segundo Informe Mundial sobre las Ciencias Oceánicas, publicado por la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) de la UNESCO en puertas del Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030).

En promedio, los Estados sólo dedican 1.7% de sus presupuestos de investigación a las ciencias del océano (con porcentajes que van del 0.03% al 11.8% según los países), es decir, mucho menos que a los otros grandes ámbitos científicos. Esta falta de inversión es tanto más difícil de justificar cuanto que los océanos desempeñan un papel fundamental en la cuestión del clima y la biodiversidad.

Los descubrimientos en oceanografía alimentan, por otra parte, casi todos los sectores de la economía y la sociedad, con aplicaciones en los ámbitos de la producción de medicamentos, de la preservación de la biodiversidad o del desarrollo de nuevos procesos industriales. Las aplicaciones para la atenuación o la adaptación a los cambios climáticos son las tecnologías oceanográficas más frecuentemente patentadas.

El conocimiento de los océanos es un elemento clave para el porvenir de la humanidad. El informe mundial sobre las ciencias oceánicas 2020 subraya el papel fundamental de la investigación y de la cooperación internacional para todas las cuestiones clave del siglo XXI, refiere Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO

El número de publicaciones oceanográficas está en aumento en Asia y, en menor medida, en América del Norte y Europa. Los países más avanzados en este ámbito son China, Japón y República de Corea.

Los presupuestos dedicados a las ciencias oceánicas varían considerablemente de un país a otro y de un momento a otro. Así, entre 2013 y 2017, 14 países aumentaron su presupuesto medio, siendo la Federación de Rusia el país que registró la tasa de crecimiento anual más elevada (más de 10%) por delante del Reino Unido y Bulgaria, en tanto que otros nueve países redujeron su presupuesto de manera bastante marcada en ciertos casos, entre ellos Japón, Ecuador, Turquía, Brasil e Italia.

Más allá de estas decisiones presupestarias, la comunidad internacional se comprometió a lograr de aquí a 2030 una explotación razonable de los océanos cuando suscribió el Objetivo de desarrollo sostenible número 14 del programa 2030. Sin embargo, solo una minoría de los países han definido una estrategia específica para lograrlo, subraya el informe.

El documento destaca también el aumento de la cooperación internacional entre oceanógrafos y llama al refuerzo de las alianzas Sur-Sur y Norte-Sur. La innovación, completada con transferencias de tecnología, debe desempeñar un papel fundamental para ayudar a los Estados en desarrollo a explotar de manera sostenible sus recursos marinos y haliéuticos.

En materia de recursos humanos, el informe revela también la necesidad crucial de formación en los diversos ámbitos de la gestión de los océanos. Así, constata que las mujeres, que constituyen un 39% de los oceanógrafos, están subrepresentadas, aunque el porcentaje ha aumentado respecto al precedente informe y es 6 puntos superior a la presencia femenina promedio en las ciencias naturales. Esta media oculta sin embargo fuertes disparidades según los países: hay un 63% de mujeres en la investigación oceanográfica en Croacia, por ejemplo, frente a solo un 12% en Japón.

La oceanografía mundial también necesita rejuvenecerse, aunque también aquí hay grandes disparidades, dependiendo del país.

Por último, en el informe se indica que los Estados no están suficientemente equipados para gestionar su información, lo que dificulta el libre acceso a ella.

El intercambio de estos datos, como bien común de la humanidad, debería ser una de las prioridades del Decenio de las Naciones Unidas para las Ciencias Oceánicas, vinculado a la labor de la UNESCO en pro de un instrumento jurídico internacional sobre la ciencia abierta.

La Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO considera que el próximo informe, previsto para 2025, debería permitir evaluar las consecuencias del coronavirus y las pandemias en la capacidad humana y técnica en el ámbito de las ciencias oceanográficas.

También proporcionará un examen de mitad de período del Decenio de las Ciencias Oceánicas.

Las ciencias oceánicas incluyen todas las disciplinas de investigación relacionadas con el estudio del océano: desde la física y la química hasta las ciencias sociales y humanas, la biología, la salud, la geología, la hidrografía y, de manera más amplia, la investigación multidisciplinaria sobre los vínculos entre los seres humanos y el océano. El primer Informe Mundial sobre las Ciencias Oceánicas se publicó en 2017.