Por Edgar Cazares

*El pasado fin de semana pasará a la historia como una de las jornadas más dolorosas para la memoria colectiva del puerto, ya que en esas fechas fallecieron conocidos y reconocidos personajes de la ciudad.

Evidentemente entre los casos más tristes y sonados está la partida de 2 personalidades que desde la política y la vida sindical hicieron un gran aporte a la sociedad, a este Manzanillo moderno –sí, aun con sus bemoles es un municipio que ha progresado desde hace unos 30 años a la fecha-: Don Cecilio Lepe y el profesor José María Valencia.

La muerte de ambos, el mismo día aunque en diferente hora, significó –no exagero al decirlo- un duro golpe para el puerto porque ambos en diferentes momentos de su vida mantuvieron un estrecho contacto con la comunidad y andaban por las calles muchas veces como uno más.

Por hoy abundaré un poco en los múltiples recuerdos y memorias que guardo del por más de 30 años líder de los estibadores. Don Cecilio –Chilo, como cariñosamente se le llamaba- fue en algún momento un líder que amasó inmenso poder sindical y poder político.

Por años si algún nominado a la presidencia municipal o algún otro puesto de elección popular –evidentemente del PRI- quería tener un impulso importante o un envión anímico tenía que recurrir a la experiencia y apoyo del líder cromiano.

Incluso cuando algunos decían que sus mejores tiempos en la grilla ya habían pasado su respaldo también era algo que no se podía dejar de lado. También es válido decirlo, por más de una década lo fue todo en Manzanillo y con ello alcanzó a ser diputado local, presidente municipal, diputado federal, líder social y, por supuesto, figura dominante entre los trabajadores portuarios.

Ya en tiempos más recientes incluso su liderazgo al frente de los estibadores era indiscutible pues había encontrado la forma –legal y formal- de conservar tal distinción. Ya a principios de siglo, por mi trabajo pude convivir con él, por mera cuestión laboral insisto, en múltiples ocasiones mostrándose invariablemente como una figura pública accesible y como una garantía de nota importante.

Coincidí con él en mis comienzos en el periodismo y con su “ocaso” –que me parece fue una cualidad suya saber darle lectura a los nuevos tiempos – como político. Pero a pesar de ello nunca se negó a una entrevista.

Un aspecto a destacar del distinguido manzanillense es que siempre le fue leal a su partido y en las buenas, en las malas, también en las peores, se mantuvo ahí, mostrando esa cualidad que solían tener los priístas de la antigua escuela: disciplina, lealtad y discreción.

En lo personal puedo distinguir 2 obras muy importantes suyas y cada vez que las visitó o me les acercó me llevan a pensar en él: las obras deportivas en San Pedrito –que incluían los hoy desparecidos pero muy añorados trampolines- y el imponente edificio de la CROM –todo un un símbolo del esplendor que alcanzó el sindicato-.

Evidentemente hizo más pero estas mencionadas son las que más ligo a su legado. Ya a principios de la semana anterior había enviado una misiva pública que sonaba a despedida. Lamentablemente así sucedió, perdiendo la vida la noche del pasado sábado. Con él se va parte de la historia del Manzanillo que conocí en mis años mozos. Descanse en Paz. Mis más sinceras condolencias a quienes le sobreviven.

APUNTES DESDE LA COSTA

*Conocí a Don Cecilio Lepe Bautista, en vivo y a todo color, siendo yo apenas un niño, estudiante de primaria, que tras un concurso escolar tuve la oportunidad de representar a mi plantel y más aún de recibir de sus manos un presente por mi participación destacada, en un evento que tuvo lugar en el recinto de la CROM –un sitio que también se convirtió en habitual para eventos solemnes y también para fiestas durante los ochenta e incluso durante gran parte de los noventa-.

La fecha seguramente fue el 18 de marzo de 1988 puesto que hubo una convocatoria para que alumnos de nivel primaria del puerto dedicaran algunas palabras alusivas a la expropiación petrolera. Por azares del destino me tocó pues ir a esa cita.

Evidentemente me resultó impresionante ver de cerca al entonces presidente municipal a quien todo mundo conocía y respetaba.

Pero admito que más me emocionaron las palabras de aliento que me dedicó, brevemente, al pasar a recibir el obsequio “no abandones la escuela, hijo. Prepárate con mucho ánimo”. No supe qué responder. Ese momento fue el que guardé durante muchos años de él.

Sus comentarios a edgar.cazares.afmedios@gmail.com