QUINTANA ROO.- Sahara Ornelas ha sufrido desde hace casi un mes la agonía de llegar a un hospital donde pareciera que la empatía por el que sufre, -ya sean los pacientes o sus familiares-, no está presente.

La dilación en la atención, descuido, omisión de algunos médicos, falta de información, medicamentos, estudios y permanecer en una área donde también se atiende a pacientes de COVID19, sin que su hermana -Betsy- que está internada lo tenga, son algunas de las dificultades que Sahara enfrenta desde el 6 de diciembre del 2021.

Lejos de su hogar y familia, viajó de Colima a Cancún, donde su hermana Betsabe, Betsy, como ella le dice, ingresó al Hospital General Regional 17 del IMSS, ubicado en la avenida Politécnico Nacional Región 509, Sin Nombre, 77533 Cancún, Q.R.

Betsy, ingresó intubada por un episodio de epilepsia muy fuerte, la primera atención se la dieron en un hospital privado, donde le indujeron el coma por su condición de salud, pero ante lo complejo de la situación y lo oneroso que podría convertirse el tratamiento, se decidió hacer uso del servicio del Instituto Mexicano del Seguro Social, al que tiene derecho como cualquier trabajador.

«Intentaron quitarle la sedación para ver si ya se había calmado, pero no, seguía convulsionando, y volvieron a sedarla; cuando vieron que no se controlaba, la mantuvieron sedada y la pasaron a piso, pero no a terapia intensiva, sino a terapia intermedia, en donde hay también otros pacientes con diferentes problemas médicos, entre ellos COVID, ella con la boca abierta intubada», comentó Sahara.

En los primeros días, Sahara refiere que no hubo contacto con ningún médico especialista, solo enfermeras que pasaban y hacían sus rondas, también en dos ocasiones un internista acudió, pero dejó de ir sin comentar alguna razón.

«Comenzamos a desesperarnos e hicimos una carta a la directora para pedir que pasara la neuróloga a revisarla y que nos dijera en qué estatus se encontraba mi hermana, gracias a eso vino la neuróloga, en los pies de su cama vio la información, comentó que su cuadro era muy severo, que estaban trabajando en él y que no necesitaba ir todos los días para ver como se encontraba».

Luego de una semana la neuróloga regresó, ante la insistencia diaria que Sahara hacía por recibir una mejor atención. Ante esta situación, decidieron hacer una publicación en un periódico local, y al día siguiente refiere que hubo un desfile de médicos y directivos, lo cual lamenta, porque considera que no debiera ser necesario nada de esto para que un paciente recibiera la atención que merece.

Durante este tiempo Betsy ha tenido episodios de convulsiones, altas temperaturas hasta de 39 grados, las cuales después de semanas lograron controlar, con la constante insistencia de su familiar para que le hicieran algunos estudios como una resonancia, tomografía o electroencefalograma.

Se insistió en que la desintubaran porque Betsy respiraba por sí sola, pero al intentarlo se presentaban nuevos ataques de epilepsia, que no le han logrado controlar con los anticonvulsivos.

Con los únicos estudios que le hicieron en los primeros días, fueron unas placas y electroencefalogramas cuando estaba sedada, detectaron brincos de epilepsia en su cerebro, neumonía y hepatitis medicamentosa.

Sahara ha pasado la peor Navidad y Año Nuevo de su vida cuidando a su hermana, con impotencia de tener que estar rogando una y otra vez porque atiendan a Betsy, por conseguir algunos medicamentos que requiere y que en el hospital no tienen.

Ha logrado que una internista comprometida con su profesión esté de manera constante al pendiente de su caso, y las enfermeras hacen lo que está en sus manos, todos los días le sacan sangre para analizarla, pero son muchas las carencias.

«Cuando ya no saben cómo enfrentar los reclamos, comienzan a dar argumentos médicos que uno no comprende para que nosotros no podamos refutar, comienzan a citar un lenguaje, términos y palabras que para los que no estamos familiarizados con la ciencia nos es imposible entender», comenta Sahara.

Casi al mes de estar internada le practicaron por fin nuevos estudios, le realizaron una traqueostomía y le colocaron una sonda para alimentarla.

Sahara entiende que ella no es la única que está enfrentando este tipo de atención, hay muchas personas que no se atreven a levantar la voz o no saben cómo hacer las denuncias, cómo exigir un mejor trato, a dónde ir para que a los pacientes se les dé un seguimiento constante, un buen diagnóstico, que a los familiares se les brinde información suficiente y en términos que puedan entender, que haya un acompañamiento.

En su caso se complica la situación por estar lejos de su hogar, ha dejado a su familia en Colima para estar al pendiente de su hermana, el cansancio poco a poco se incrementa y el dinero comienza a escasear, a pesar de que no tiene que pagar la atención médica, hay muchos gastos que se generan, los traslados, la comida, algunos aditamentos que ha comprado para que su hermana tenga mejor calidad de estancia en el hospital; un traslado a un hospital de Guadalajara o a Colima también podría palear esta complicada situación.

Poco a poco Betsy está recibiendo mejor atención pero no es suficiente, la respuesta que las autoridades han dado luego de que se ha hecho público el caso es que ha recibido la atención y el soporte médico necesarios para la estabilización y control de sus padecimientos.

«La paciente de 40 años de edad ingresó al área de urgencias del HGR No. 17 el día 6 de diciembre, proveniente del Hospital General de la Secretaría de Salud, requirió manejo avanzado por la vía aérea. Desde su ingreso al área de urgencias del HGR No. 17 fue atendida por un equipo multidisciplinario en el área de choque, con valoraciones indicadas de acuerdo a la patología de fondo presentada», refiere la dependencia en un comunicado.

«Por indicación médica fue ingresada a hospitalización donde ha continuado su manejo por el personal especializado y tratamiento farmacológico. El manejo ha sido a cargo del servicio de Neurología en coordinación con Medicina Interna, con ajustes dinámicos en el tratamiento basado en su evolución, utilizando auxiliares de diagnóstico y terapéuticos. Los familiares han sido informados puntualmente de la evolución del estado de salud de la paciente, por el equipo médico a cargo y por los directivos del nosocomio», agrega.

La historia de Sahara y Betsy desgraciadamente es una de tantas y no solo de esta Institución, en esta redacción de manera periódica se reciben quejas relacionados con la atención médica en todo México.

Para Sahara y su hermana por el momento no hay un pronóstico alentador, Betsy continuará hospitalizada, y el estira y afloja de pedir y recibir la atención médica parece que seguirá.

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