El Pan de Muerto es una tradición típica de esta temporada: tiene sus inicios en la época de La Conquista y también ser remonta a la época de los sacrificios humanos, cuando se ofrendaba el corazón de una doncella para después ser mordido por quien guiaba el rito.
Los españoles rechazaron este sacrificio y elaboraron un pan de trigo simulando el corazón de la doncella, bañado en azúcar pintada de rojo, aparentando la sangre del corazón de la princesa.
Otros historiadores lo atribuyen a la muerte de los primeros pobladores de Mesoamérica, así como a otra cantidad de ritos en nuestros antecesores.
El Pan de Muerto que conocemos ahora simula un cráneo con 4 a 6 huesos en la parte superior; está hecho con harina de trigo, y algunas variantes en algunos estados de la República le agregan ajonjolí, azúcar, vainilla, naranja, cubierta de chocolate o figuras alusivas al Día de Muertos, que los hace muy atractivos a los comensales.
“Comer pan no está mal”
El pan es un cereal al igual que la tortilla o las galletas. Su aporte principal son los hidratos de carbono y su consumo está dentro del aporte indispensable diario. Disfrutar de nuestras tradiciones no es dejar de comer: es medir lo que comes.
Si quieres degustar un delicioso Pan de Muerto procura que sea una rebanada similar a un pan de caja y busca los panes que no llevan rellenos de crema pastelera o chocolate; si padeces diabetes elimina aquellos que tienen azúcar y busca Pan de Muerto sencillo, sin ingredientes añadidos, con un toque de vainilla o naranja.
Actualmente también hay Pan de Muertos hecho de harina integral. Esto sería una excelente elección: acompañalo de café o te y seguro vivirás nuestras ricas tradiciones.
Una pieza pequeña de Pan de Muerto nos aporta en promedio 200 Kcal, 7 gr. de proteínas, 40 gramos de carbohidratos, 11 gramos de grasa y 15 mg de sodio.
Recuerda: si por alguna razón comiste una porción más grande o un poco más de lo que tu cuerpo necesita, muevete más; conservar la estabilidad en el peso depende del equilibrio entre lo que comes y cuánto te mueves.
Disfruta las tradiciones sin culpa y aprende a comer.
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