Desafían miles de tailandeses el toque de queda impuesto por el gobierno

Unos 5,000 manifestantes permanecieron en las calles en el centro de Bangkok, en desafío a la fecha límite del gobierno para evacuar la zona en otro día de disturbios violentos en la capital tailandesa.

Al menos 35 personas han muerto desde el jueves, incluyendo un líder clave en contra del gobierno, que resultó gravemente herido por la bala de un francotirador la semana pasada.

El general Khattiya Sawasdipol -un militar renegado mejor conocido como Seh Daeng, que significa Comandante Rojo- murió este lunes a las 9:20 am del lunes (09:20 pm tiempo de México), informaron funcionarios del hospital Vachira.

Un aeroplano sobrevoló el área donde ocurrieron las manifestaciones y una advertencia se difundió en varias ocasiones en la televisión para ordenar a los protestantes a desocupar las calles inmediatamente.

La advertencia señalaba que aquellas personas que no abandonar las calles para las 3 pm (3 am tiempo de México) enfrentarían a una pena máxima 2 años de prisión por violar la orden. Sin embargo autoridades del gobierno no han dicho qué harán después de que el plazo ha expirado.

Miles de manifestantes que están en contra el gobierno, mejor conocidos como «camisas rojas», han ocupado las áreas del centro de Bangkok esta semana, exigiendo al primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva, para que convoque a nuevas elecciones. Los camisas rojas apoyan al ex primer ministro Thaksin Shinawatra, quien fue derrocado en un golpe militar en 2006.

Pero el enfrentamiento estalló la semana pasada cuando el gobierno desplegó a las fuerzas de seguridad para dispersar a los manifestantes.

Once personas murieron en los esporádicos enfrentamientos esporádicos durante el domingo, mientras que al menos 240 personas han resultado heridas desde el jueves. Al menos una de las víctimas mortales del domingo fue un soldado, informó el Centro de Emergencias de Erawan este lunes.

Los miembros de una facción radical a la que pertencía Khattiya, dijeron que guardaron tres minutos de silencio, cuando su muerte de su líder fue anunciada el lunes. Algunos lloraban, ya que lo describió. Aún no estaba claro si su muerte desataría más violencia o dejarían las protestas.

Phil Robertson, director adjunto de Human Rights Watch en la división sur de Asia, pidió a los grupos militantes, entre ellos a los manifestantes anti-gobierno, a que abandonen el uso de la violencia, y pidió al gobierno tailandés a seguir los principios de las Naciones Unidas sobre el uso de la fuerza y las armas de fuego. Agregó dijo que la violencia en los barrios densamente poblados está poniendo en peligro a civiles inocentes.

«Estamos muy preocupados por la escalada rápida de las bajas «, dijo Robertson. «Estamos muy preocupados de que las dos partes, tanto el ejército y los camisas rojas, estén en la negación y el ataque, creemos que esto es muy peligroso».

Sin embargo ninguna de las partes dio muestras de retirarse este, mientras algunas columnas de humo negro llenaban el aire de la ciudad y el sonido de disparos siguieron resonando en las calles de la capital.

El gobierno ordenó a las escuelas y a las oficinas cerrar el lunes y el martes «con el fin de garantizar la seguridad de la gente » después de las protestas que paralizaron el centro de la ciudad.

La televisión gubernamental anunció que el área se había convertido en una zona peligrosa «porque los terroristas están tratando de causar lesiones y muertes en la zona».

La amenaza de la violencia silenció las calles, normalmente bulliciosas, provocando a que la ciudadanía quedara atrapada en sus casas y cerrando oficinas, escuelas y centros comerciales.

Un portavoz de la Policía Real de Tailandia dijo que un grupo de médicos se dirigía a un templo budista este lunes para prestar atención médica a mujeres y niños que allí se refugiaron.

Una mujer, Supatra Jenstitvong-Assavasukee dijo que la violencia obligó a que su negocio se instalara a las afueras de la ciudad, donde ha sostenido reuniones con los clientes.

«Todo el mundo espera que esto termine muy pronto. Está destruyendo un montón de cosas», dijo.

Beth Saengow, un administrador escolar que vive en Bangkok, señaló que la violencia va en aumento.

«Por lo general, Tailandia es un país pacífico… Estoy seguro de que afectará el turismo. Estoy preocupado por la economía», agregó.

Al menos nueve embajadas internacionales en Bangkok –las estadounidense, británica, belga, canadiense, alemana, japonesa, neozelandesa, sueca y australiana-, informaron que permanecerán cerradas hasta el martes o hasta que los enfrentamientos cesen.

El grupo antigobierno Frente Unido por la Democracia contra la Dictadura (UDD, por sus siglas en inglés), también conocido como los camisas rojas, ha dicho que está dispuesto a negociar un fin a los disturbios con mediadores de las Naciones Unidas si las tropas tailandesas se mueven fuera de la zona donde miles de manifestantes se han acumulado durante la semana.

Sin embargo, el portavoz del Gobierno Panitan Wattanayagorn dijo a los periodistas que el gobierno tailandés tiene una política de no permitir a las organizaciones a intervenir en sus asuntos internos y que puedan resolver sus propios problemas.

El gobierno ha declarado un estado de emergencia en 22 provincias, junto con el área metropolitana de Bangkok, dijo Panitan. También prohibió las transacciones financieras con 106 empresas y personas que participan en las protestas.

«El gobierno ha estado bajo presión para ser más determinante en su actuación», agregó un alto funcionario del gobierno tailandés. «Hemos hecho un acopio de paciencia y moderación». Eso, dijo, ha molestado a los que quieren que el gobierno tome medidas contra los manifestantes.

Con información de Agencias

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