#CrónicasMaternas: del tiempo o ‘nada te cuesta lavar un plato’

Hace unos días el Inegi publicó la Encuesta Nacional sobre Uso del tiempo (ENUT) 2019, donde se dio a conocer que las mujeres dedican el 66.6 por ciento de su tiempo al trabajo no remunerado en hogares: o sea a las tareas del hogar por las que nadie te paga un peso.

Eso quiere decir que las mujeres dedicamos el 66.6 por ciento de nuestra semana a tareas no remuneradas: barrer, trapear, lavar trastes, ropa, baños, limpiar o sacudir, ayudar con las tareas, maternar, etcétera, sin incluir cuidados pasivos (echar un ojo a alguien).

El Inegi destacó que los hombres dedican solo 28 por ciento del tiempo semanal a las mismas tareas y pasan 69 por ciento de su tiempo en el trabajo.

Las mujeres, además de pasar este tiempo tareas no remuneradas, pasan el 31 por ciento de su tiempo en sus trabajos normales por los que sí les pagan (a veces menos que a los chicos, pero ese es otro debate aparte).

Bueno, Inegi se suelta detallando cómo es que las y los mexicanos dividimos nuestro tiempo y destaca que se los hombres dedican más tiempo a ejercitarse que las mujeres, aunque nosotras tenemos mayor participación en actividades de convivencia familiar o social que los hombres.

Retomando el carril: no es novedad compartirles que en enero comencé a ir a terapia porque sentía que mi mente y mi cuerpo no podían más. En la primer sesión descubrí/admití estar saturada de actividades intentando maniobrar la vida materna con las tareas del hogar, las maternas, “mi vida de antes” y abanderando el “quítate, tú no sabes”.

Ahora, meses después, entiendo que aquella saturación tuvo que ver con esa normalización de las madres como administradoras del hogar. Esa figura que pareciera intrínseca al hecho de ser mujer y no siempre es algo que se te pida hacer explícitamente pero sigue siendo una p*tiza.

Todo el tiempo hay que estar pendiente de que no falte papel en el baño, enseres de limpieza, comida, agua. Además se debe tener la ropa limpia y no solo la propia, sino la de todos los miembros del hogar.

En mi caso ejerzo una segunda profesión que también demanda tiempos de trabajo administrativo, memorización, acondicionamiento físico, ensayos y reuniones. Además, claro, de la maternidad y sus bellezas (como el vómito inesperado de la semana pasada), y el trabajo en la redacción.

Después de leer el informe del Inegi solo podía pensar en eso: ¡Claro! Y además hay que encontrar tiempo para tener un espacio propio, desarrollarte como mujer individual, ir a terapia, bañarse, arreglarse, ser pareja, cultivarse, leer, convivir y seguir con el plan para derrocar el patriarcado y el adultocentrismo. ¡Joder!

Por eso mismo terminé en terapia. Así no se pinches puede.

En el terreno personal sigo peleando por unificar los horarios destinados a las tareas del hogar sin terminar en un harakiri sepultada por un cerro de ropa sucia o limpia sin doblar.

Ahora, si hombres y mujeres destináramos igualdad de horas a las tareas no remuneradas, nos quedarían otras tantas para convivir como familia, para leer, hacer ejercicio, cenar románticamente, conversar y para coger. No sé, piénsenlo.

Podríamos rolar días: hoy cambiamos los platos por la barrida, hoy te quedas con les hijes y mamá sale con sus compas. Pero, ojo, no por que estés siendo “buena onda”, sino porque es parte de las tareas cotidianas ejercer la paternidad.

Rompamos estos roles asignados, asumidos y replicados culturalmente por décadas… quiero que mi hija pueda desarrollarse en un entorno compartido donde sea normal que los papás se involucren en la crianza, donde ellos están tan presentes como las mamás y donde sea mal vista la no intervención masculina en las tareas del hogar.

Por otro lado, no quiero ni pensar cómo le hacen todos los papás y mamás que están solos en su crianza. Eso de las dobles o triples jornadas es un rodillazo en el hígado.
Levanta tus calcetines, pon los zapatos en su lugar, lava tu plato. Contribuye a la paz mental de madres y padres.

¡Namasté!

#CrónicasMaternas: de las malas madres