CONGELADORA LEGISLATIVA ( Cada diputado(a), en la medida de sus capacidades, puede aportar algo)

TAREA PÚBLICA
Por: Carlos OROZCO GALEANA

Otra vez  se ha manifestado la indiferencia  del congreso estatal, especializado los últimos años en ser el escenario de revanchas, ambiciones y genuflexiones ante el poder ejecutivo de turno, y por su escasa productividad.

Ahí, coinciden tribunos variopintos, desde los que conocen de leyes  ( los menos, uno o dos,)  hasta  los que apenas pueden leer un texto o escribir con dificultades  puesto que fueron reclutados a la pasada, como no queriendo la cosa, sin saber que se enfrentarían a un reto mayúsculo si conquistaban el poder popular. La mediocridad es ahí signo distintivo.

Varios partidos  se sorprendieron, entonces,  por los resultados de la votación pasada. No los esperaban tan positivos para sus aspirantes Ya me imagino cuando sus dirigentes observaron a los ganadores y sacaron cuentas, solo al verlos, que poco podían hacer en las tareas legislativas. Supieron, desde un primer momento, que con esos “bueyes no podían arar”, para hablar en términos campiranos.

El tiempo les ha dado la razón a las dirigencias partidistas pues ni con los asesores que suelen contratar  los diputados han podido ofrecer resultados que comprueben que los altos salarios que reciben sus jefes y ellos se corresponden con una gestión inteligente, comprometida y constante.

Diario El Noticiero,  en su edición  del 24 de marzo pasado, apunta que 500! iniciativas hay en la congeladora del congreso. El diputado panista Crispín Guerra es quien pone el dedo en la llaga: Morena recibió como herencia ese alto número de iniciativas, pero hasta hoy no las ha   atendido, “ni para bien ni para mal”. O sea, ¿ la apuesta es no hacer nada, diputado ?¿ Es cierta esa suma?

Como diputados, dice Crispín, “tenemos la obligación de  dictaminar  si son o no viables, se deben revisar para que no se acumule el rezago”, sobre todo en las comisiones, cuyo trabajo  “es medible en función de los asuntos resueltos”.

La verdad es que, como ciudadanos, estamos en situación de vergüenza y pena ajena, de  apremio ante la inoperancia del congreso, sentenciados socialmente a ver cómo cambia nuestra realidad y no se operan leyes que la interpreten o acompañen para tener una vida mejor.  Ignoro  cuáles son esas leyes, pero  supongo que tienen que ver con avances para darle forma a cambios sensibles, a proyectos de vida superiores para la colectividad. Las iniciativas de ley son expuestas para mejorar, para trascender, para establecer  y reforzar vínculos sociales,    no debe calificarse como una competencia entre partidos o representantes, como oportunidad de  lucimiento personal, sino como opción de mejoría.

Cuenta y mucho, diría que es definitivo,  la inteligencia, el interés  y la sensibilidad de los diputados.  Deben ponerse las pilas y desquitar los altos emolumentos que cobran. ¿ No les da un poco de pena el desprestigio que se cargan, el hecho de ser considerados al final de sus encargos como personas non gratas porque solo se dedicaron a cobrar, a engordar sus patrimonios?

Yo recuerdo que hace muchos años el ser diputado (a) era un timbre de orgullo, los veía uno con respeto aunque también representaran los intereses del gobierno  de turno. No obstante, había más de alguno  que sí honraba el cargo, ¿ pero hoy? Ahora ya no hay de esos, solo tribunos que defienden al patrón a costa de lo que sea.

Reitero: algunos no comprenden  lo que les dan a leer, mascullan, eso sí,  comentarios hirientes contra sus adversarios de partido, son buenos para los chascarrillos, para enfrascarse en dimes y diretes  inútiles  que los exhiben como son y   a escribir lo poco con faltas de ortografía. Al final, lo que piensen los ciudadanos les  importa nada con tal de satisfacer las órdenes que cada uno recibe de sus verdaderos jefes, que no son sus representados.

Al tocar ese punto gris, el diputado Crispín sí que está inscrito a trabajar para sacar adelante lo que está atorado. Agárrenle la palabra, súmensele, aprovéchenlo, no espanta, no muerde. Reconózcasele   su voluntad de desquitar su alta paga y cumplan su papel. No den más pena. No dejen que los apantalle.

Colima no merece ese abandono al que lo tiene sometido ese cuerpo representativo, que tan caro le resulta.  Cada uno de los diputados (as), en la medida de sus capacidades, tiene algo que aportar, solo falta que se decidan.

Colima tiene muchos problemas que impiden avanzar a una situación de armonía, felicidad  y productividad; necesita de todos. Piénsese en la metáfora de la barca: todos tenemos que remar en la misma dirección para alcanzar un lugar seguro, por lo que no valen distracciones ni que alguno de sus ocupantes, en vez de remar, vaya haciéndole hoyos a la embarcación sin importar su hundimiento.   Diputados(as): no le hagan hoyos a la barca, nos hundimos todos!!!