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Democratizar el posible recorte al gasto en 2016

Dr. Juan González García*

En el trimestre pasado, las autoridades de política económica del país, impusieron un recorte al gasto público de alrededor de 126 mil millones de dólares, equivalente a alrededor del 0.7% del Producto Interno Bruto (PIB). Dicha medida, fue impuesta al más puro estilo de autoritarismo, desde la federación y sin previo consenso en torno a las áreas donde se iba a aplicar el ajuste.

Si bien, la medida era concebida desde el gobierno como una medida necesaria para no enfrentar un escenario de mayor déficit del gobierno ante la caída de los ingresos petroleros, ésta no pasó por el filtro de la priorización de las acciones y principales planes y programas no sólo de los gobiernos estatales y municipales sino inclusive del propio nivel federal.

A un trimestre de la implementación de estas medidas, los efectos aún no se ven y lo que es peor, no se sabe si las áreas y programas, fueron los adecuados, pues la economía no reacciona ante las medidas.  Ante ello y por el anuncio del secretario de Hacienda de que  el presupuesto de 2016 tendrá un nuevo recorte, habría que considerar lo siguiente. En primer lugar, no es un recorte, ya que ni siquiera se está en las fechas establecidas por la Constitución y demás legislación, para generar el presupuesto 2016. Tendrá que hacerse el presupuesto y después, proceder a hacer el recorte anunciado. Esta declaración, lejos de dar certeza a la economía, le infringe un grado de incertidumbre, pues, aún no se saben los efectos del actual recorte y ya se anuncia el del siguiente año.

En segundo lugar, más que pensar en un recorte, se debe hacer un ejercicio real de planeación de la economía, para, desde antes de imponer cualquier recorte, contar con un posible programa de recorte al gasto, pero con la cualidad de que este sería consensado y votado, junto con el nuevo presupuesto, para no enfrentar situaciones de sorpresa ante las decisiones tomadas, a todas luces no sólo impopulares sino inapropiadas.

Los escenarios de incertidumbre internacional y aún nacional, imponen la necesidad de que se haga una verdadera profesionalización de la conformación de los presupuestos, no sólo por su relevancia intrínseca sino incluso porque próximamente se trabajará bajo el lineamiento de presupuesto cero, lo que debe obligar a ser más prudente, escrupuloso y claro con la conformación de las partidas y la autorización de su ejercicio. Con ello, se tendría la certeza de que, con antelación, se sabría de posibles áreas y sectores a impactar en caso de situaciones de emergencia como la que se registró a finales de 2014 y el primer mes de 2015.

Las nuevas realidades, imponen que se cumplan a cabalidad la política de reglas con la que se elaboran los presupuestos y cada vez dejar menos a la discrecionalidad de las autoridades de política económica. Con ello, se ganaría en mayor claridad, conformismo y previsión para realizar acciones en las áreas, sectores, entidades y que les permitan afrontar con antelación los posibles recortes y no sufrir abruptamente por las decisiones dictatoriales impuesta desde el centro.

Es necesario democratizar estas decisiones, ya que, la sensación que se genera en las dependencias y entidades afectadas, es que discrecionalmente se decide, sin tomar en cuenta a todos los sectores, actores y agentes involucrados sino sólo con aquellos que se cree deberían ser afectados o el de aquellos, que no se debe afectar. En realidad, esas decisiones, necesitan consensarse, ya que, en última instancia, no sólo se afectan a los entes antes mencionados sino que a los planes, proyectos y programas que hasta antes del recorte, parecían estratégicos y por los recortes efectuados, en realidad no lo eran.

La democratización de las medidas de recortes, deberá convertirse en un sano ejercicio de democracia económica, pues se debe tratar a todos por igual mínimamente o cuando menos, ser avisados y sostener reuniones con los responsables de las dependencias centrales y de las entidades del interior así como con los gobernantes de estas entidades, para generar consenso en torno a las medidas de ajuste al gasto y no tener más situaciones de desaprobación obligada, pero callada de los afectados. Sólo procediendo de esta manera, es posible esperar que las medidas implementadas, obtengan si no un reconocimiento, ya que a nadie le agrada los recortes, sí una certeza de que no se procedió impunemente.

 

Dirección General de Divulgación Científica.

 

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