Ciencia para todos

Globalización y especulación cambiaria a propósito del Brexit.

Juan González García*

Sin pretender revivir el debate en torno a los beneficios y perjuicios de la globalización, la tendencia del voto en torno al Brexit en Inglaterra, se presenta como un hito, que puede revivir dicho debate en la escala global y nacional. Con la globalización y la apertura de los mercados de bienes y servicios, las ondas especulativas, se vuelven pan de cada día en los hechos y eventos económicos que se suscitan en el mundo.

Esto, debido a que la información no vuela, como se decía anteriormente, sino que viaja más allá que la velocidad de la luz; es decir, lo que sucede en cualquier parte del mundo, y sobre todo si es un evento de la magnitud de lo que fue y es el Brexit, se sabe inmediatamente, también en todo el mundo.

Algo adicional, derivado de la velocidad con la que viaja la información digital, al instante se saben las tendencias y proyecciones sobre no solo el futuro de alguna variable o mercado clave, sino del presente mismo. Esto, inmediatamente se convierte en caldo de cultivo para los especuladores, particularmente de los mercados cambiarios, aunque no únicamente de este mercado, sino en otros, donde priven los mercados a futuro. Como efecto de la casi confirmación del sí a la salida de Inglaterra de la Unión Europea (UE) inmediatamente algunas divisas y monedas nacionales resienten los efectos que los grandes poseedores del dinero y solo una, se mantiene aún como reserva de valor: el dólar.

Si bien es cierto que el dólar, es el refugio o inversión preferida de los especuladores, en el corto plazo, lo cierto es que en el mediano y largo plazo, puede convertirse en un perjuicio para dicha moneda. Esto debido a que, si bien al ser demandado por los especuladores e inversionistas institucionales en los momentos de incertidumbre, se encarece su precio y por ende, se aprecia, es decir, sube de valor medido en términos de las monedas nacionales, como por ejemplo la libra esterlina o el peso mexicano, fortaleciéndose. Sin embargo, con este fortalecimiento, a su vez, esto significa en automático, un abaratamiento de las monedas nacionales ante el dólar.

El fortalecimiento del dólar, lleva que las demás monedas pierdan valor intrínseco y ello haga más competitivas a sus economías, así sea una mayor competitividad conseguida de manera espuria y como efecto del mercado cambiario especulativo. Con las depreciaciones cambiarias, se presenta de manera implícita una transferencia de valor, por la mayor cantidad de moneda nacional que se tiene que dar a cambio del mismo dólar. Esta transferencia de valor, vía especulación cambiaria de los mercados, hace más ricos a los países cuya moneda o es el dólar americano o cuentan con un régimen cambiario pegado al valor del dólar, como por ejemplo, el Yuan Renmimbi (RMB) chino.

Ante la liberalización de los mercados cambiarios en el mundo, no hay prácticamente nada que se pudiera hacer, sino solo esperar a que la incertidumbre y los apetitos pecuniarios de los especuladores, se estabilicen. Hasta que estén satisfechos con la predación que hacen de las monedas nacionales y por ende del patrimonio de inmensas masas de población. Mal harían los gobiernos, si como una medida remedial, inyectaran dólares de sus reservas al mercado nacional. Medidas como la intervención, así fuera con pretensiones de estabilización, solo avivaría la ola especulativa. Con la liberalización financiera y cambiaria del mundo capitalista, que deja a los gobiernos y población sin margen de acción o maniobra, el “Dejar hacer, dejar pasar, que el mundo ruede” del liberalismo clásico del siglo XVIII hoy se entiende en toda su magnificiencia y dañez.

Ante olas especulativas tan recurrentes que se presentan en el mundo, quizá sea tiempo nuevamente de cuestionar los alcances y beneficios de la globalización, ya que si bien tiene impactos positivos, con las olas especulativas cambiarias, se pierden en un santiamén los contados beneficios que socialmente se logran después de años de luchas. Y la razón de este cuestionamiento es que, la globalización y sus impactos positivos o negativos, no solo existe en términos académicos o intelectuales sino que esos tienen su contraparte en las personas.

En efecto, la mayoría de la población que ni la debe ni la teme, cotidianamente es la destinataria en última instancia de las decisiones de los grandes especuladores e inversionistas globales, que no dejan pasar, es más, propician o están a la caza de eventos o hechos relevantes para sacar tajada. Estos especuladores institucionales, no desaprovechan la oportunidad de predar a los sistemas económicos, ante la impasividad de los tomadores de decisiones, que si bien se ha dicho que poco o nulo margen de maniobra tienen si quisieran apagar el fuego con fuego, deben innovar en la búsqueda de respuestas para someter a las fuerzas voraces y predatorias de la globalización de este primer quinto del siglo XXI.

*Dirección General de Divulgación Científica de la Universidad de Colima