Brasil: los nuevos desafíos de las favelas

En Río de Janeiro, la política de la policía es ocupar los barrios pobres, o favelas, para expulsar de ellas a grupos de traficantes armados que antes las controlaban y así cambiar la cara de la ciudad.

Las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP) empezaron en 2008, ya están presentes en 17 favelas, y la idea es aumentar su presencia a un total de 23 en 2014.

Las UPPs se han convertido en un modelo que podría ser introducido en otras partes del mundo, incluyendo algunos países de América Central, dominadas por la violencia vinculada al tráfico de drogas.

Aunque una campaña publicitaria en la ciudad exalta la liberación de los residentes de la tiranía de las bandas de droga y el resurgir económico de sus comunidades, todavía hay obstáculos que superar.

Muchas comunidades dependían de las bandas dedicadas al tráfico de drogas para obtener suministro de agua o internet. Los críticos señalan que el estado está siendo lento en proveer estos servicios.

«La seguridad sóla no es suficiente», dice el secretario de seguridad de Río de Janeiro, Jose Mariano Beltrame.

«Tener a un policía con un rifle a la entrada de la favela no va a hacerla más segura si las cosas no funcionan en la comunidad. Hay que invertir en proyectos sociales».

Respuesta de las comunidades

Los habitantes de la favela Ciudad de Dios, pacificada en 2009, se quejaron recientemente de la creciente presencia de traficantes de drogas a pesar de la presencia de los UPP.

A pesar de estos problemas, hay esperanza. Tanto los residentes de las favelas inicialmente desconfiados de la policía, los mismos policías y los seis millones de habitantes de Río en su mayoría son optimistas sobre el futuro.

Capitán Bruno Amaral

Un residente de la favela de Cantagalo dijo: «No quería a la policía por aquí pero al menos ahora los niños no ven a hombres caminando por ahí con pistolas, cubiertos en oro y aprendiendo que traficar con drogas es el único modo de tener una moto o un coche».

La comunidad de Borel, en la zona norte de Río y parte de una favela con 30.000 habitantes ha tenido a los UPP durante un año.

El capitán Bruno Amaral confirmó que al principio encontraron mucha resistencia por parte de la comunidad.

«Antes de la UPP lo que había eran traficantes de droga contra la policía y la comunidad estaba en el medio. Su única experiencia con la policía fue la de ellos viniendo a la comunidad a pegar tiros y yéndose después», dijo.

«Algunos toleraban a los traficantes porque les proporcionaban servicios como agua y televisión por cable».

«Hemos trabajado para acercarnos especialmente a la gente joven, organizando fiestas, partidos de fútbol, hasta clases de jiu jitsu».

Desafíos

Favela en Rio de Janeiro

Según explicó, la policía todavía no ha erradicado la venta de drogas por completo en la favela, pero ha garantizado que estas bandas no sean las que gobiernen a la comunidad.

La clave del éxito es para este policía, involucrarse con la comunidad.

«La policía llegó y normalizó a la comunidad reconciliándola con la policía, ahora tienen que llegar los servicios. Estamos construyendo un nuevo tipo de sociedad».

Se han dado críticas en algunas comunidades sobre el comportamiento de las autoridades, sobre todo cuando tropas invadieron la favela Complexo do Alemao el pasado mes de noviembre.

Algunos residentes se quejaron formalmente al sufrir violencia o robos por parte de la policía.

Un portavoz policial dijo que aquellos que no cumplieron la ley serían castigados.

«El mal comportamiento es una realidad en cualquier tipo de organización compleja», dijo el oficial. «El hecho importante es que las UPPs están sujetas a la oficina de asuntos internos de la policía y a la Policía Civil cuando es necesario, lo que significa que la transparencia prima en todo momento».

Iniciativas en marcha

Actualmente, se está discutiendo una ley en el congreso para asegurar que las UPPs permanezcan un mínimo de 25 años en las favelas.

La cuestión es si la seguridad lograda podrá ser mantenida.

Los oficiales de policía dicen que van a quedarse el tiempo que sea necesario y en algunas áreas eso podría ser un periodo mayor de 25 años.

«Muchos de los proyectos no son suficientemente sustentables para funcionar. Muchos de los proyectos sociales prometidos por el gobierno todavía no llegaron»

Angelo Campos, residente del Complexo do Alemao

Inversores privados, parte de la federación industrial de Río Firjan, están estableciendo proyectos que incluyen aprovisionamiento médico, educación y creación de puestos de trabajo para activar la economía.

Angelo Campos, un residente del Complexo do Alemao, actualmente patrullado por soldados armados, destacó la necesidad de hacer más que desplegar policías e inyectar dinero.

«No somos animales y no se trata sólo de dar dinero», dijo.

«Muchos de los proyectos no son suficientemente sustentables para funcionar. Muchos de los proyectos sociales prometidos por el gobierno todavía no llegaron».

«Ahora tenemos metro cables para acceder a nuestras comunidades, pero algunas personas perdieron sus casas y tuvieron que ser reubicadas para que pudieran construirse».

Habiendo ejercido varios empleos de salario mínimo, como portero de hospital, Angelo es ahora un artista del graffiti.

Sin embargo, dice que todavía es muy difícil para la gente de su comunidad conseguir sus objetivos.

«La gente en las favelas no cree en ellos mismos. Lo que se necesita a largo plazo es más educación».

Con información de la BCC

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