Brasil-España: entre la reciprocidad y la revancha

Desde hace días, cunde cierta inquietud en España por el inminente reforzamiento de los requisitos para entrar como turista en Brasil que afectarán de forma concreta a los viajeros españoles.

Según aseguró la División de Inmigración del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, los españoles son los únicos del espacio europeo de fronteras Schengen a quienes se aplicará la nueva normativa.

Esto responde, según las autoridades brasileñas, al rigor con el que España está aplicando las normas de entrada en su territorio a los turistas brasileños.

Los españoles, aunque seguirán sin necesitar visa para visitar Brasil, sí tendrán que portar consigo una cantidad de dinero mínima, equivalente a unos US$100 por día de estancia en el país, un billete de ida y vuelta, y una reserva de hotel.

En caso de alojarse en casa de alguien conocido, se necesita una carta del anfitrión firmada ante notario en la que aparezca la dirección exacta de la vivienda así como la duración de la invitación. Además, es imprescindible explicar cuál es el motivo del viaje.

Las nuevas reglas, que entrarán en vigor el próximo 2 de abril, no difieren tanto de las ya existentes, pero seguramente serán más reforzadas por las autoridades aduaneras, en lo que el gobierno de Brasilia presenta bajo el diplomático concepto de la reciprocidad.

Normalidad y calma

La historia de Raquel, una española en el aeropuerto de Sao Paulo

Pasaporte español

«Los requisitos son claros y yo no llevaba las cosas preparadas, fue llegar allí, en la fila del control de pasaportes para entrar en el país, vinieron dos policías y a dos chicos y a mí nos pidieron los pasaportes.

«Te preguntan qué vas a hacer, con quién vas a estar, si llevas dinero… Se llevaron los pasaportes, a nosotros nos llevaron a una sala de espera, y volvieron con los documentos con un sello que decía que no podíamos entrar en el país.

«En mi caso me denegaron la entrada por no llevar efectivo suficiente. Esto estaba en la página del Ministerio de Relaciones Exteriores, que detalla todo lo que hay que llevar. Tenía dos tarjetas de crédito y propuse sacar dinero de un cajero pero me dijeron que tenía que llevarlo encima.

«El trato fue bueno. En el cuarto había dos vigilantes que no eran policías y que tienen que tenerte a la vista. Eran muy amables. Nos traían cosas de comer y beber, pasé en la sala casi 20 horas. No hay muebles, te sientas en el suelo o como puedas. Sí hay un baño dentro de la sala y puedes hasta ducharte.

«Mi amiga me esperaba fuera, habló con la policía, le dijeron lo que estaba pasando. Intentó justificar mi caso pero una vez que ponen el sello en el pasaporte es muy difícil que cambien de idea.

«No se podía hacer nada. Hablé con la cónsul española allí que estaba de guardia. Tampoco ella podía hacer nada. No me conocía, no sabía quién era yo. Cuando la policía federal toma la decisión, es muy complicado dar marcha atrás.

«No guardo rencor ninguno. Sentía como si me hubiera tocado ‘el policía malo’, pensé que había sido cuestión de mala suerte. Los otros policías y los vigilantes eran superamables, me lo pasé bien, al principio un poco estresada y llorando, pero después incluso nos reímos, allí había de todo.

«Perdí el dinero del billete. Ellos te llevan de donde vienes sin devolverte nada, te meten en el primer vuelo que hay y nada, ya no vuelves a saber nada más».

En las oficinas de los Consulados de España en distintas ciudades brasileñas subrayan que rige la normalidad. Fuentes consulares consultadas por BBC Mundo recomendaron a los potenciales turistas revisar las páginas de las instituciones diplomáticas para evitar sorpresas en los aeropuertos de entrada a Brasil.

Tanto las autoridades brasileñas como las españolas aseguran que este sistema entra dentro de la lógica, en un intento de regularizar el tránsito de pasajeros de un país a otro.

El economista brasileño Antonio Ramalho le dijo a BBC Mundo que «la intención es tener más información sobre el flujo de personas dentro y fuera del país».

Pese al anunciado reforzamiento de los controles, las agencias de viajes que operan con Brasil en España no han percibido cambios importantes en el comportamiento de los españoles a la hora de hacer sus planes de visita a Brasil.

España es el quinto país europeo en cuanto a personas que viajan a Brasil. Desde la agencia Brasil a la Carta, especializada en viajes a la nación suramericana, aseguran que el número de turistas españoles que eligen Brasil como destino se mantiene estable.

«En 2010, fueron 186.000 viajeros», expresaron a BBC Mundo.

Incluso, Viva Tours, uno de los operadores turísticos más importantes de España, firmó un acuerdo con la Oficina de Turismo de Brasil para promocionar el país latinoamericano con un catálogo monográfico.

Tensiones desde 2008

Sin embargo, a nadie escapa que desde 2008, existen ciertas asperezas entre Brasil y España causadas por el trato que reciben los brasileños en los aeropuertos de entrada a España.

Aquel año, escandalizado por la cantidad de brasileños que eran enviados de vuelta a Brasil sin que se les permitiera la entrada a España, el gobierno brasileño decidió adoptar medidas recíprocas y comenzaron a verse imágenes de españoles que eran deportados al intentar entrar en Brasil.

En opinión de Eduardo Viola, profesor titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia, es una pena que se haya llegado a esta situación, que puede afectar de alguna manera a las relaciones entre ambos países.

«De hecho ya ha afectado, en la medida que las restricciones que España puso en los últimos años a la entrada de brasileños en su país y las consecuentes protestas del gobierno brasileño que no tuvieron respuesta, ya crearon un daño, si bien es limitado», le dijo Viola a BBC Mundo.

Según Viola, el problema no fue bien manejado por el anterior gobierno español de José Luis Rodríguez Zapatero que no fue lo suficientemente selectivo y llego a darse casos de personas que viajaban para asistir a congresos científicos y fueron rechazadas en el puerto de entrada.

Reciprocidad también con EE.UU.

La reacción del gobierno brasileño respecto a España recuerda a la decisión que adoptó años atrás en relación con Estados Unidos, cuando comenzó a obtener la fotografía y las huellas digitales de los ciudadanos estadounidenses en los controles de pasaportes en Brasil.

El espacio Schengen

Los países que forman parte del espacio Schengen, zona europea de libre circulación en la que se han suprimido las fronteras comunes, son:

Alemania, Austria, Bélgica, Rep. Checa, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Liechtenstein, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Suecia y Suiza.

Dichos Estados suprimieron los controles de las fronteras comunes con el objetivo de potenciar sus fronteras externas para poner límites a la inmigración irregular de nacionales procedentes de países no miembros de la Unión Europea.

España se considera una de las principales puertas de entrada de personas procedentes de América Latina al espacio Schengen. Esta es la razón por la que según las autoridades españolas los controles en los aeropuertos de Madrid y Barcelona son más rigurosos.

Aquella medida supuso pérdidas económicas para Brasil, por la bajada de ingresos por turismo, pero muchos de los países vecinos mostraron su admiración, asumiendo que sólo una potencia como Brasil podía hablar de tú a tú a Estados Unidos.

En el caso de las fotografías y Estados Unidos, Eduardo Viola considera que la medida fue en exceso rigurosa por cuanto Brasil no enfrentaba los mismos problemas de seguridad que tenían los estadounidenses.

Pero más allá de este ejemplo, el profesor brasileño explica que la reciprocidad es una política de Estado para Brasil.

«Es un principio que Brasil siempre ha aplicado fuertemente, más hoy que su posición en el sistema internacional ha ascendido; es un principio que Brasil, a diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, observa de forma muy fuerte en lo que se refiere a cuestiones de visa», enfatiza.

Otros países de la región, que gocen de modernidad y gobernabilidad democrática, como Chile, también podrían aplicar este principio, a ojos del profesor.

En cambio países americanos más pequeños evitan colocar demasiadas trabas a los turistas estadounidenses o europeos que alimentan sus economías locales, algunas de ellas fuertemente dependientes del sector turismo.

Españoles bienvenidos

Desde el gobierno brasileño se insiste en que los españoles son siempre bienvenidos en su país, pero algunas voces sugieren que esta nueva política aduanera pueda ser una reacción de Brasil ante un posible aumento de la llegada de españoles en busca de trabajo en la potencia latinoamericana, ahora que corren tiempos de crisis en España.

«La reciprocidad es un principio que Brasil siempre ha aplicado fuertemente, más hoy que su posición en el sistema internacional ha ascendido»

Eduardo Viola, profesor titular de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia

Aunque para el catedrático Eduardo Viola, Brasil debería aprovechar precisamente esta coyuntura para atraer mano de obra desde España.

«Creo que como Brasil tiene un problema muy fuerte de nivel educacional, de escasez de mano de obra calificada y España tiene un exceso, la política inteligente de Brasil sería atraer la entrada de españoles incluso para quedarse a trabajar», sostiene.

Sin embargo, según el profesor, existe una lógica burocrática y proteccionista por parte del Estado que hace que, a pesar de que Brasil pueda tener esa necesidad, «se impongan restricciones burocráticas absurdas para la entrada de mano de obra calificada que Brasil necesitaría muchísimo».

Por su parte, el economista Antonio Ramalho cree que los españoles en busca de nuevas oportunidades económicas irán a países más desarrollados que no estén tan lejos de España como lo está Brasil.

«Y es una lástima», le expresó a BBC Mundo, «porque, igual que ha sucedido en el pasado, estos inmigrantes serían bienvenidos».

Con información de la BBC

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