BAJOFONDO

Bodas

Alberto Llanes

 

Modifiqué el sistema. Quizás la lluvia, quizá el ambiente, quizás la obra de teatro. Pero no me fui a beber alcohol como maldito loco desesperado después de ver la función acompañando a los actores. No.

Sólo fui al teatro, vi la obra, la disfruté y, cuando se encendieron las luces dirigí mis pasos a la venta nocturna de libros de la librería aledaña; compré dos y una película, ¡maldito vicio que no me deja! y de ahí a cenar y a la casa porque se hacía noche y al día siguiente toca levantarse temprano. Así fue. Tampoco fui a abrazar a los actores y actrices, decirles: Felicidades, estupendo trabajo o; Enhorabuena, me conmoví casi hasta las lágrimas (como lo dijo César Anguiano en otra columna) o todos lo contrario de elogios… y un largo etcétera más.

No recuerdo exactamente la última vez que en Colima se presentó una obra de Federico García Lorca, por momentos pensé que sería un mal día para estrenar Bodas de sangre (dirigida por el atrevido Héctor Castañeda, atrevido porque ya van tres y espero que sigan más, y las enumero para hacer memoria en el lector: Romeo y Julieta; de William Shakespeare (que no me convenció, debo decirlo), Tartufo; de Moliere (que le quedó un poco mejor, pero nada más un poco) y ahora Bodas de sangre; de Federico García Lorca) y las tres las he visto y casi lo volvería a hacer. Conste que dije casi.

Digo que pensé que sería mal día para un estreno porque cielo se nubló por completo a eso de las cuatro-cinco de la tarde y cayó un aguacero que, por momentos, me puso a dudar en ir o no ir; además está el festival de jazz en Colima organizado por la Universidad de Colima y, por si eso no fuera poco, la librería Miguel de la Madrid tendría venta nocturna y ni modo de no darse una vuelta. El vicio es el vicio.

Pero el día escampó. Y aunque cayó algo de granizo y la tormenta fue un tanto huracanada, con un viento extraño y una lluvia intensa, fue rápida y el día clareó y la esperanza de ver el espectáculo volvió. Llevamos al “dookie” a la veterinaria y el diagnóstico fue que no tiene nada y quizá sólo un poco de… cosas de medicina para animales de las cuales desconozco.

El arribo al teatro (junto con Mirna) fue después de ir a dejar al “dookie” a la casa. Ellos también modificaron el sistema (ellos el grupo teatral) y la obra (el estreno de la puesta en escena Bodas de sangre no se llevó a cabo en el mismo teatro de siempre, el teatro Hidalgo), no, ellos también le variaron y la cita fue en el teatro Casa de la Cultura.

Entonces saludar amigos, gente conocida, caras familiares y aquí sí quiero ser muy crítico pero, qué mala organización tienen o tuvieron, primero nos dijeron que nos formáramos en dos filas, después que en una, luego que sí las dos, pero de tal a tal persona entraban por una fila y los demás tenían que irse a la otra aunque ya estuviesen formados… en fin, ni yo mismo les entendía. Así fue.

Para no hacer el cuento largo entramos. El teatro estaba sucio, ese teatro siempre me ha parecido que está un poco descuidado, como en el olvido, a pesar de estar en el centro de operaciones de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado, en mi lugar había basura, bolsas de plástico que antes contenían comida o golosinas, la culpa también es de uno como espectador; sacar la basura que uno genera y depositarla en el lugar adecuado, caramba, eso no nos quita nada de tiempo y ayuda a los encargados de limpieza del cine, del teatro, del recinto.

Sonaron entonces las tres llamadas. A la tercera se desvaneció poco a poco la luz y se abrió el telón. La obra empezó, claro, dirán que es un texto de García Lorca y que todo lo de García Lorca tiene que ser maravilloso, ajá, pero también está la calidad de la dirección y la calidad en la ejecución y actuación y el nervio de estrenar una obra. Desde el inicio, la música nos puso en ambiente flamenco, se escucharon por ahí algunos versos del poeta español musicalizados. Tuve la oportunidad de ver un ensayo. No quise hablar de él en ese momento porque vi sólo una parte y no es lo mismo ver un ensayo que el momento de la verdad. Todo el elenco me pareció adecuado, algunos, algunas me parecieron mejor que otros. Vianney Torres como siempre estuvo maravillosa, Iván Quiroz también aunque lo noté medio precipitado. Lo que odié fue la escenografía ¿cuál?, todo el tiempo la misma y con cambios en la iluminación y cuando alguien decía: “Pasen, pasen (invitando al interior de, lo que imagino era una casa a los recién llegados), tomen asiento, decía”, uno se quedaba con cara de… situación porque ni sillas había.

Kuki le dio un toque especial a todo ese ambiente pero se mostró un tato dramatizada en sus movimientos, Coty Campos, hermosa (debo decirlo porque se veía muy guapa (al menos a mí me lo pareció) con su vestido amarillo) actuó con un sentimiento que le salió de las entrañas, Nelly Magaña maravillosa como amiga de la madre, amiga-vecina que vive también la pena ajena de forma personal, la novia desgarrada, desecha por la traición, el marido, juguetón con su madre como uno juguetea con su mamá, jovial cuando se requiere, serio en otras situaciones y firme en las más, Claudia de Luna certera como madre y nuera.

En conjunto todo más o menos. Jaime Velasco estupendo (aunque medio exagerado en el tono de voz) en su papel de papá de la novia aunque él quisiera ser siempre el galán, el eterno galán. La muerte que se vio por ahí interpretada magistralmente como ya nos tiene acostumbrados Nury Sandoval, y Huitznahuatl (enfundado en un vestuario un tanto extraño como de torero), pero preciso y además, musicalizando el show, porque había música en vivo y toda la cosa.

El conjunto flamenco y el bailable me fascinaron, ambientaban en la época, en el lugar, en el instante… lo que sí odié fue la escenografía ¿cuál?, faltó algo ahí, no me imaginé Bodas de sangre con el mismo escenario atrás, siempre, siempre, siempre. Y uno imaginándose el resto, incluso las sillas.

Lo único es agradecerle al director el atrevimiento de montar obras clásicas, pero falta trabajarlas todavía más, agradecerles también el salir del teatro Hidalgo (que es maravilloso por cierto), pero este otro recinto también necesita vida, necesita espectáculos y qué mejor que Bodas de sangre.

La representación teatral es como los buenos vinos que con el tiempo mejoran. El día jueves fue el estreno; gente sí hubo, estuvo lleno a pesar de todo y sé que mejorara en todo mientras más se represente. Lo único que odié fue la escenografía porque creo que la obra permite y da para mucho más. Sin embargo, eso no quita que le dé mi enhorabuena al elenco, a los músicos, a los bailaores y a quienes hicieron posible que pudiéramos disfrutar a García Lorca de manera actuada, gracias por ello.

Pero a diferencia de César Anguiano que enaltece el trabajo, yo sí le veo o le vi varios bemoles. Habrá que dejar que el tiempo haga lo suyo…

 

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