Cesar Aponte / Colima.- En un rincón de la ciudad conmovido por la rabia de Colima, un mural emerge como un monumento al amor y a la inquebrantable esperanza.

Una imagen de Leslie Flores, joven, observa desde la pared donde su rostro se ha inmortalizado, recordándonos que, aunque su presencia física nos falta, su espíritu y esperanza de regreso nos une.

El pasado jueves 7 de marzo, en el séptimo aniversario de su desaparición, entre el aire tibio y el sol cayendo, su familia y seres queridos, se reunieron para abrazarse en un juramento que reza como máxima, “hasta encontrarte”

La familia Flores Larios, vestida en matices de lila, el color que Leslie adoraba, se abraza frente al mural. El padre de porte recio y firme, tiene los ojos nublados por la incertidumbre, mientras se sostiene en sus hijas, a la sombra del mural que con sus manos y las de su familia creó.

Las hermanas se consuelan refugiadas en el contacto mutuo, cada una llevando a hombros el peso de la ausencia de su amada hermana.

«Seguimos esperando que vuelvas a casa», palabras que fluyen como un río de esperanza inextinguible. La madre indomable, cobija a su familia, en un acto de coherencia, lucha y fortaleza.

La ceremonia es íntima, un susurro de corazones que no han dejado de latir al unísono con el de Leslie. En esta ocasión, aunque hay globos, estos no se elevan al cielo; en su lugar, permanecen anclados a la tierra, símbolo de una promesa que no se desvanece con el viento, sino que se mantiene firme y arraigada en la realidad de su lucha y la esperanza de su regreso. Los pétalos de flores se esparcen como un manto inmarcesibles recuerdos.

La madre de Leslie, con lentes oscuros escondiendo un mar de lucha, rabia e impotencia, toma la palabra. Su voz, aunque frágil y cortada, es potente, cortando el aire con palabras que me traen recuerdos de una hija cuyo ímpetu y carácter conmueve el recuerdo a todos los presentes.

Recuerdo que mientras escuchaba a la madre, se me venían recuerdos de como Leslie, con ese humor tan agradable y carácter tan marcado, convertía las simplezas de la vida en risas.

Poco a poco, las palabras se convirtieron en un puente entre los días llenos de vida y la obscuridad de los tiempos marcados por la ausencia de a quien se ama. Las hermanas (mis amigas), con sus abrazos fortalecedores, se muestran como pilares en este momento de dolor, esperanza y amor.

Al concluir las palabras, la familia se congrega un abrazo que parece envolverlos en un aura de fuerza. No hay globos que partan hacia el cielo, pero la esencia de sus mensajes de amor y esperanza se eleva más allá de las nubes, con la promesa tácita de nunca cesar en la búsqueda de Leslie.

Este mural, ahora sagrado en su silencio y su color, es un recordatorio de que, en Colima, la memoria y la esperanza se forjan en el amor. Aquí, donde el tiempo parece detenerse en la violencia y la indolencia, cada latido susurra la misma promesa: «Leslie, seguimos esperando que vuelvas a casa. No descansaremos, hasta encontrarte».

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