10 de marzo del 2020

La Maquina de Hacer Pájaros

Por: Paola ZAVALA SAEB

Hasta ahora el día de la mujer era un día casi predecible en México. Había marchas pacíficas, en las tiendas anunciaban baratas y nos felicitaban en las redes sociales. Se acababa el día y hasta el otro año. Pero esta vez es diferente, dejamos de ser pacientes.

El país no será igual porque nosotras no seremos las mismas. Regresaremos el 10 de marzo a nuestros trabajos, a nuestros hogares, a nuestras calles sintiéndonos fuertes, aceptándonos diversas y sabiéndonos unidas.

Hasta ahora el día de la mujer era un día casi predecible en México. Había marchas pacíficas, los políticos de todos los partidos nos mencionaban en sus discursos, ministros de culto de todas las religiones pedían por nosotras, noticieros y periódicos entrevistaban y publicaban a mujeres, en las tiendas anunciaban baratas y nos felicitaban en las redes sociales. Se acababa el día y hasta el otro año.

Pero esta vez es diferente, dejamos de ser pacientes. Adelantamos juntas el lento reloj con el que avanzaba nuestra lucha por la equidad y la no violencia hacia nosotras. Las que no se cuestionaban empezaron a hacerlo, las que estaban calladas empezaron a hablar, las que tenían miedo dejaron de tenerlo, las que dejaron de creer volvieron a hacerlo, las que protestaban se multiplicaron, las que estaban solas nos encontraron. Ahora nos tenemos, somos muchas y somos necias. Tenemos coraje, orgullo, dignidad, empatía, alegría y esperanza.

Las generaciones de mujeres que lucharon antes de nosotras se sentirán orgullosas y las que vienen después nos darán las gracias por haber dicho ¡BASTA! de manera contundente y radical. Por haber puesto un alto para cambiar el rumbo. Nuestro rumbo como mujeres, pero también como sociedad.

Vamos en contra de nuestra historia violenta. Esa en la que la mayoría de las personas pobres y analfabetas son mujeres. Esa en la que las mujeres trabajan la tierra, pero los dueños son los hombres. Nuestra historia en la que las víctimas de la violencia doméstica son -en su inmensa mayoría- mujeres, igual que las víctimas de violación, acoso y abuso sexual.

Vamos en contra del sistema que no nos da seguridad ni nos cree cuando denunciamos, que no nos busca cuando desaparecemos, que nos pide que no nos enojemos, que quiere darnos lecciones para protestar, que nos piensa manipulables, que nos paga menos, que nos pide prueba de no embarazo para contratarnos, que nos despide si estamos embarazadas, que nos obliga a ser madres, y que nos imagina solas a cargo del cuidado de niños, enfermos y adultos mayores, que no nos da las mismas oportunidades laborales por hacernos cargo de niños, enfermos y adultos mayores.

Vamos en contra de la cultura machista que nos quiere calladitas y bonitas, que nos llama putas por ejercer libremente nuestra sexualidad, histéricas por enojarnos, dramáticas por sentir y llorar, feminazis por protestar.

A nuestras demandas, por reflexión, convicción o conveniencia se han sumado el poder público y el privado. Todas las posturas políticas: la derecha, la izquierda y el centro, las empresas, industrias, escuelas, medios de comunicación y el gobierno dicen apoyarnos. Lo cierto es que les hemos dejado claro que ese apoyo no se trata de permiso para parar un día. Se trata de cambiar a México.

Ya no podrán ignorarnos, ni desacreditarnos. Hicimos evidente la realidad para cambiarla, para trascender ¡YA! la inequidad, exigir justicia y construir la paz que nos merecemos.

Este 10 de marzo nos haremos cargo de que así sea.

Columna publicada con el permiso de @PaolaSaeb