YO TE NOMBRO: LIBERTAD*

YO TE NOMBRO: LIBERTAD*

Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera,
por mi amigo que está preso porque ha dicho lo que piensa.
Por las flores arrancadas, por la hierba pisoteada,
por los árboles podados…
*G.F. Pagliaro.

Por: Noé GUERRA PIMENTEL

En un México que a 200 años de instaurada su condición de República aun busca su camino, nuestras ideas, voces e historia están en peligro ante una ley que, bajo el supuesto del orden, flagrantemente está poniendo en riesgo nuestros derechos fundamentales como sociedad.

La reciente aprobación de una ley de telecomunicaciones, que se nos dice solo busca regular, cuando en los hechos ya ha demostrado lo contrario, representa un grave retroceso en la construcción de un país que ha buscado ser democrático y justo, reconocido en su diversidad.

Desde hacía décadas, la libertad de expresión ha sido una de las bases que definen la identidad mexicana. Poder decir lo que pensamos, expresar nuestras ideas, denunciar injusticias y escuchar diferentes voces, ha sido un derecho que por siglos con sangre se ha conquistado. Sin embargo, ahora esa libertad se expone frente a una ley que, en la práctica, favorece la previa censura y la vigilancia ilimitada. La idea de prohibir contenidos e información es la puerta de entrada al control que busca ahogar la diversidad, silenciar las voces críticas y limitar la participación ciudadana.

Además, la eliminación de organismos independientes que regulaban y supervisaban la actuación del Estado y las empresas en el sector eliminó los controles que garantizaban transparencia, respeto a la ley y responsabilidad. Sin esas instituciones, el poder se concentra en quienes controlan los medios y las plataformas digitales, en quienes tienen el poder, legal o fáctico, facilitando la censura y la manipulación de la información. La ausencia de órganos independientes significa que no hay quien fiscalice, cuestione o proteja nuestros derechos civiles frente a posibles abusos o monopolios.

Otro derecho amenazado es la privacidad. Esa misma ley favorece la vigilancia masiva y la recopilación de datos sin la protección necesaria, permitiendo que particulares y el Estado tengan todo el acceso a nuestra vida privada. Nuestro espacio personal, para dejarnos expuestos a la indiscreción y vulnerabilidad, poniendo en riesgo dignidad y libertad personal. La sensación de ser vigilados afecta la confianza necesaria en una sociedad.

La libertad de responder, defenderse y expresar puntos de vista diferentes también sufre un golpe importante. La ley, al restringir la libertad de expresión y limitar el acceso a la información, reduce las oportunidades de contrastar ideas, cuestionar a los poderosos y defender la verdad. Sin espacios abiertos para el diálogo, la sociedad se vuelve más frágil, más vulnerable a la manipulación y menos capaz de aprender de sus errores.

Es importante entender que las leyes son el reflejo de los valores sociales. Cuando estas leyes limitan derechos básicos, se pone en riesgo la democracia misma y el futuro de las siguientes generaciones. La historia nos muestra que los regímenes que restringen la libertad de expresión y controlan la información terminan en el autoritarismo. La desaparición de organismos independientes no solo elimina controles técnicos y regulatorios, sino que envía un mensaje peligroso: que el poder puede actuar sin restricciones, sin rendir cuentas y sin respetar los derechos ciudadanos.

La visión de un México plural, con voces diversas y libres, hoy, como nunca se ve en riesgo por quienes parecen desconectados de la realidad. Esta ley de telecomunicaciones busca censurar, limitar derechos y concentrar el poder y amenaza con convertir a México en el lugar que no queremos, donde la información esté controlada y donde la privacidad sea el privilegio solo de quienes tengan ese poder.

Las democracias se construyen con instituciones independientes, responsables y respetuosas de los derechos humanos. Si aceptamos la censura y la vigilancia como norma, estaremos entregando presente y futuro, perdiendo la oportunidad de seguir construyendo un país libre, plural y justo. Lo peor es nuestra inacción, mientras ellos sí hacen.