Vivir en constante violencia, tiene consecuencias en la salud: Investigadora

Colima.- En el año de 1997, en el estado se registraban 0.2 homicidios cada 24 horas; 20 años después, en 2016, la cifra pasó a casi dos asesinatos cada 24 horas.

Esta es la información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) que en 1997- primer año que rastrea – registra 100 asesinatos dolosos, contra los 600 que hubo en el 2016. Hasta mayo de 2017, van 237.

Nancy Elizabeth Molina Rodríguez, académica de la Universidad de Colima especializada en atención de la violencia desde la sicología, advierte que al vivir o presenciar violencia diaria, ya sea en asesinatos o robos, la población puede desensibilizarse a esta situación y ser también reproductora de violencia.

“Eso hace que la veamos como natural, después ya no vemos al otro como alguien que siente, sufre o requiere nuestra ayuda, alguien con quien tenemos que ser solidario y compasivo, sino como un objeto que está ahí y podemos hacer de él lo que queramos, decirle desde una ofensa, torturarlo o llegar al asesinato”.

“La violencia es justamente eso, el ejercicio del control y poder sobre el otro, querer verlo como un objeto”.

La población colimense parece aún no haberse habituado a los asesinatos, por lo que los sigue condenando. Sin embargo, se observa que una parte de la población ya lo ve como algo común.

El hecho de vivir en un clima de constante violencia, tiene consecuencias negativas en la salud de las personas, pudiendo generar desde estrés hasta enfermedades de mayor gravedad.

“El estrés que genera la violencia social se relaciona con la aparición de enfermedades crónicas o alergias constantes, dolores de cabeza, de estómago, mal humor, el no querer trabajar o salir de casa, daña tanto tu integridad como tus relaciones interpersonales”.

“Si no nos cuidamos de no desensibilizarnos de la violencia, nuestra sociedad se va a enfermar más de todo”.

El cambio

Hace unos 10 años, señala, la población se enteraba de asesinatos ocurridos en los márgenes de Colima o en otras entidades, y aunque eso generaba cierto sentimiento de horror, seguía la percepción de ser un hecho lejano.

Ahora, estos hechos ocurren en cualquier parte del estado: estacionamientos, carreteras, mercados y exteriores de escuelas.

Sin embargo, afirma que la población sigue condenando estos eventos.
“Todavía estamos en un periodo en que podemos hacer algo por nosotros, no nos hemos acostumbrado a la violencia hasta donde hemos podido observar en la población”.

En este proceso también se han notado modificaciones en la forma de vida de la gente, pues afirma que la población vive un periodo de estrés constante, paranoia y un excesivo autocuidado tanto en su persona como en sus seres queridos y propiedades.

“Antes caminábamos feliz por la calle y no pasaba nada, o se dejaba la puerta abierta de la casa para que entrara aire fresco, ahora no puedo hacer eso”.

Evitar acostumbrarse

Las mujeres, adultos mayores y niños, se señalan como los sectores más vulnerables a las consecuencias por este estrés, por lo que llama a protegerlos en la medida de lo posible.

En el caso de los menores, lo recomendable es retirarlos de las escenas de violencia, pero si ello no es posible, la especialista aconseja explicarles sin generar temor.

“Se les debe explicar al nivel que el niño pregunte y entienda, no más allá, dependerá de la edad y de su conocimiento. No hay que inventarles ni generarles miedo o terror, sino la autoprotección”.

A la población en general, sugiere mantenerse crítica ante estos eventos, platicarlo en familia y organizarse como sociedad para disminuir su vulnerabilidad.

“No tolerar ninguna forma de violencia, eso es lo principal, cero tolerancia, además de organizarnos la sociedad civil en la escuela y la familia. Si el crimen organizado puede organizarse, nosotros también”.

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