Ruth Holtz*
Muchos de los problemas que podemos padecer tienen que ver con la falta de unión entre los interesados. Mostrar interés por tu familia, por tus compañeros de trabajo, por tus compatriotas, por personas que sufren podría ser la diferencia para superar gran parte de nuestros problemas.
En psicoterapia nos enfrentamos con la realidad de que las familias no son perfectas e es inevitable que los padres hayan marcado a los hijos con patrones inconscientes que los llevan a repetir la conflictiva familiar como una herencia de la que no se pueden librar. Así una familia en que hay alcoholismo, se da más alcoholismo y codependencia. Los hijos probablemente o agarran ese vicio o se casan con personas que los hacen sufrir y adoptan una actitud codependiente. Es decir, tratan por todos los medios de “curarlas” para poder ser “amados por ellas”. Es difícil estar reparando a nuestra familia con nuestra propia vida y a través de las elecciones que hacemos. Como por ejemplo, que una mujer se case con un alcohólico como su papá, como inconscientemente pretendiendo que “ella sí va a poder cambiarlo con su amor, en cambio mamá no supo”. Hay diferentes lógicas torcidas de nuestro inconsciente en un intento de corregir lo hecho por los padres. En fin, esta es una especie de solidaridad secreta y mal entendida. Pero si en verdad tuviéramos la voluntad de corregirnos, la entereza para perdonar y poder amar lo que sí hicieron bien a nuestro alrededor, nuestros familiares y amigos, nuestros conciudadanos y autoridades, quizá podríamos lograr mejorar.
La falta de comunicación, de comprensión y de solidaridad afecta radicalmente a los matrimonios. Entran en la carrera por la competitividad económica, cuando a veces podrían vivir con menos y dedicarse más a estar juntos, a hacer concordar sus corazones. Idear nuevas maneras, en equipo (solidaridad) de solucionar ciertos problemas, en vez de que los hijos se metan a su computadora y sus videojuegos, la mamá se desviva por hacer los quehaceres domésticos además de trabajar y velar por los hijos y el papá se ponga a trabajar tanto que llegue cansado y no quiera nada. Algo tiene que cambiar. Pues la salud mental y emocional de la mayoría está afectándose por este modelo.
Ahora como país enfrentamos ciertos conflictos con E.U. No ha sido gratuitamente. Sean como sean las políticas de ese país, nosotros los mexicanos no hemos cubierto las necesidades de nuestros compatriotas con empleo, seguridad, valoración, solidaridad, concordia y unión. Las consecuencias se pueden ver como desastres porque nos condicionan las relaciones codependientes con aquél país cuando tenemos todo para estar bien y favorecer la apertura solidaria y en concordia, también mirando los intereses de ellos y no dejándonos usar para sus abusivas políticas comerciales. Lloramos porque cierran empresas que nos contaminan y que dan empleo esclavizándonos a ellos cuando lo importante sería hacer nuestros propios proyectos empresariales para servir a los nuestros. No vender nuestra mejor producción sino venderla entre nuestra gente para que estén mejor y sean más productivos.
En las familias pasa igual, a veces vemos que algunos miembros de éstas son “faroles de la calle, oscuridad de su casa”. Le ponen toda la energía, la disponibilidad a gente fuera de su núcleo familiar y dentro se portan egoístas, poco dispuestos a ayudar, ser amables y comprensivos. Los conflictos se maduran así y explotan hasta llegar al consultorio de la psicoterapeuta. Estamos ofreciendo un camino para lograr entender que la clave para mejorar nuestra situación para ser solidario, buscar la unión y la concordia de una manera madura con quien se preste en el mismo nivel de compromiso y reciprocidad. Para ello también necesitamos limpiar nuestro interior de las marcas de la falta de amor, llámese éste unión, solidaridad o concordia.
* Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica. Orientadora cristiana. Informes y citas, días y horas hábiles a los tels. 3 30 72 54/044312 154 1940
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