Trump presidente de EU; promete unión y buena relación con el mundo

EU.- La victoria de Donald Trump sobre Hilary Clinton dejó en estado de shock a estadounidenses, medios de comunicación y al mundo entero.

Mientras avanzaban las horas y el conteo de votos en los estados de este país norteamericano, del otro lado del mundo ya las bolsas de valores se despertaban en medio de una locura, con pérdidas superiores a las sufridas en el 9-11.

Si la ventaja de Trump ya convulsionaba al mundo y los mercados, los analistas esperaban que la declaratoria de victoria fuera una hecatombe.

Para México no fue la excepción, el dólar avanzó en horas más del 12 por ciento contra el peso, llegó a tocar los 20.80 en el tipo de cambio.

Pero si su victoria dejó en shock al mundo, su discurso de victoria también sorprendió.

Cercar de las 02:00 horas de este miércoles 9 de noviembre, el ahora virtual presidente electo de los Estados Unidos, emitió un discurso mesurado y lanzó tres mensajes claros para la audiencia.

Dijo que gobernaría para todos los estadounidenses y tendió la mano a quienes no votaron por él; afirmó que iniciaría una etapa de excelentes relaciones con todas las naciones del mundo que quisieran ser amigos de Estados Unidos y afirmó que le devolvería la gloría a este país y que todos los ciudadanos norteamericanos podrán hacer realidad sus sueños.

En ningún momento mencionó la polémica idea de construir un muro entre este país y México, así como tampoco hizo referencia a ninguna política migratoria.

Insinuó que no solo busca estar un periodo al frente de la Casa Blanca, sino que buscará quedarse ocho años en el poder.

Al inició mencionó la llamada que sostuvo minutos antes con su contrincante Clinton a quien felicitó y reconoció su trabajo al servicio de este país en los cargos que ha ocupado en su carrera política.

Por su parte Clinton no se atrevió a reconocer la derrota y envió a su jefe de campaña John Podesta para que en un discurso breve, pidiera a sus simpatizantes que se fueran a dormir, que por esta noche Clinton no saldría a reconocer ningún resultado.

Donald Trump fue elegido el martes como el 45.º presidente de Estados Unidos en lo que fue la asombrosa culminación de una campaña explosiva, errática y llena de agravios contra las instituciones y los ideales tradicionales de la democracia estadounidense.

El resultado electoral desafió las últimas encuestas que mostraban a Hillary Clinton con un liderazgo modesto pero persistente y provocó reacciones instantáneas en todo el país y el mundo, donde los escépticos habían observado con alarma la campaña presidencial del abanderado republicano.

El triunfo de Trump, de 70 años, provocó pánico financiero y una inestabilidad inmediata entre los aliados internacionales de Estados Unidos.

Trump creó una sólida base de simpatizantes al fusionar su discurso radical de identidad con el populismo económico que hizo eco profundamente en las zonas trabajadoras, en su mayoría de raza blanca, que se sienten excluidos de la recuperación económica en Estados Unidos.

Para Clinton, la derrota marcó el asombroso final de una dinastía que ha protagonizado la política demócrata durante una generación.

Ocho años después de perder ante Barack Obama en las primarias demócratas —y 16 años después de salir de la Casa Blanca para convertirse en senadora de Estados Unidos— Clinton parecía destinada a la consagración presidencial.

La campaña de la demócrata tuvo el apoyo del carismático presidente saliente y de su esposa, Michelle Obama. Clinton se comprometió a mantener programas emblemáticos como el Obamacare, elevar los salarios de las familias trabajadoras y lograr que las universidades sean más accesibles para los estudiantes.

Sin embargo, en los últimos meses, los partidarios de Clinton tomaron las elecciones como una oportunidad histórica para elevar a una mujer al cargo más importante de la nación y repudiar a un hombre cuyo comportamiento hacia las mujeres centró gran parte de la campaña.

La incertidumbre abunda cuando se habla de la presidencia de Trump. Su campaña estuvo llena de una lista de propuestas políticas que a menudo parecía mutar cada hora.

Incluso el ingreso de Trump al Partido Republicano fue bastante tardío en su carrera, lo que entre los políticos profesionales causa desconfianza sobre sus convicciones.

Sus enredos en los negocios también lo seguirán a la Oficina Oval porque plantean muchas preguntas sobre potenciales conflictos de interés.

Su negativa a publicar sus declaraciones de impuestos han generado dudas sobre el registro, las relaciones y los intereses financieros del nuevo presidente.

Trump prestará juramento el 20 de enero.

Una campaña radical

Los dos candidatos hicieron campaña en un momento de ansiedad nacional en torno al terrorismo islámico, mientras surgían brotes de violencia en Estados Unidos y el extranjero que interrumpieron la contienda y avivaron el temor de que ni siquiera los niños estaban a salvo.

Muchos electores se sentían frustrados porque la economía mejoraba continuamente, pero eso no los beneficiaba. La tasa de desempleo bajó a 4,9 por ciento y en algunas zonas metropolitanas llegaron a faltar trabajadores porque abundaban los empleos.

Sin embargo, las diferencias personales fueron el tema dominante. La campaña se convirtió en un referendo sobre el carácter de los candidatos y una prueba de fuego para valorar cómo los electores definen la identidad estadounidense mientras el país cambia rápidamente.

Clinton se alejó de la prudencia política que imperó en la presidencia de su esposo y adoptó las ideas preferidas por los segmentos demográficos en ascenso que impulsaron dos elecciones de Obama: mujeres, personas homosexuales y millennials.

Trump hizo campaña sobre una plataforma de restauración; juró que trabajaría para que volviera la grandeza de Estados Unidos, y revertiría los desafíos económicos generados por la globalización. Se enfocó en los votantes blancos y llenó su discurso de alusiones raciales, algo que no se había visto en la política presidencial moderna.

Trump se convirtió en el abanderado más detestado entre algunos sectores por la forma abusiva y burda con la que trata a las mujeres, su discurso crudo y demagógico hacia las minorías, y las burlas dirigidas hacia un grupo de electores que eran sagrados: los prisioneros de guerra, personas con discapacidad y padres de soldados condecorados.

El próximo presidente electo enfrentará las exigencias de un país fracturado. El ganador será desafiado por sus oponentes dentro de los principales partidos, así como por un electorado que anhela una economía más fuerte y un país más seguro, pero que también está profundamente polarizado en cuanto al papel del gobierno y el significado de ser estadounidense.

Trump heredará un Partido Republicano profundamente dividido por su candidatura. Al dirigir una campaña que se parecía más al nacionalismo europeo que al conservadurismo estadounidense, Trump alejó a grandes líderes de su partido y pocos políticos de alto perfil estuvieron a su lado hacia el final de la campaña.

Es probable que los demócratas estén más unidos en su contra que contra cualquier otro presidente de la modernidad pues, más que un líder de la oposición, lo consideran una amenaza al país. Si intenta imponer medidas represivas a algunos grupos minoritarios contra los que hizo campaña, sobre todo musulmanes e hispanos, provocará una feroz resistencia por parte de los demócratas pero también entre muchos republicanos.